La Vida Puede Cambiar en un Minuto
ARTÍCULO DE NARRATIVA
Martha Liliana Maldonado Gutiérrez
Una Narrativa Sobre El Cuidado de Enfermería como una Experiencia de Interacción y Transición que nos Transforma La Vida.
-En esta narrativa, cuento una de las experiencias vividas como enfermera con una familia emprendedora, perseverante y luchadora ante la enfermedad.
Esta familia está conformada por el señor Miguel (Señor M)*, su esposa María y sus dos hijos.
El señor Miguel es un paciente que ingresó a la Unidad de Cuidado Intensivo (UCI) donde estuvo hospitalizado 3 meses debido a una enfermedad que le generó un gran compromiso cardiovascular que le permitió vivir un periodo de transición entre la vida y la muerte.
A los 3 meses de estar trabajando en la UCI de un hospital de cuarto nivel, un día del mes de Septiembre laborando en la jornada de tarde. Recibí en mi turno al señor M, un paciente de 62 anos, de piel blanca de aproximadamente 50 kg, quien por referencias de mis compañeras de la jornada era considerado un ser muy reconocido por su trabajo ejemplar.
El dia anterior habia consultado a urgencias por dolor precordial intermitente acompañado de episodios de fibrilación auricular, taquicardia de ritmo sinusal, con tendencia a la hipotensión a quien le realizaron múltiples estudios diagnosticandole angina inestable.
Al recibir el turno, entre al cubiculo, observe el monitor que timbraba constantemente y cambiaba de colores. Analice los datos y pensé que muy posiblemente se iba a complicar. Con una sonrisa en mi rostro lo salude a él y a doña María quien en ese momento vestía una blusa azul clara con pantalón negro.
“Entre la vida y la muerte”
Doña Maria reflejaba en sus facciones preocupación, angustia y ansiedad por el simple hecho de tener a su compañero, su alma gemela y ser más querido “su esposo” en la UCI. Según lo referido por ellos. “Entre la vida y la muerte”. Mire a los ojos al señor Miguel. Le tomé la mano y en ese momento sentí tristeza y melancolía por la situación que pasaba esta familia.
Salí de la habitación y al llegar al stand de enfermería ubicado en el centro de la unidad, se me acerca Doña Maria. Con lágrimas en los ojos, voz entrecortada y me dijo: “observo a mi esposo pálido, decaído, fatigado y cansado”. En ese momento, le informe al médico y nos dirigimos de forma inmediata al cubiculo.
Ella esperó afuera de la habitación mientras su esposo era valorado y examinado. El médico realizó un llamado urgente al cardiólogo de turno. Pasaron segundos cuando vi entrar a la unidad al especialista quien lo auscultó. Pregunto por resultados del electrocardiograma y ecocardiograma.
Tomó la decisión de pasarlo de forma urgente para intervenirlo por posible taponamiento cardiaco. Salí de la habitación nuevamente y prepare infusiones de medicamentos para mejorar la contractilidad y funcionalidad de su corazón. El señor M, solo observaba el correr del equipo de salud.
Entre a la habitación con líquidos e infusiones y mientras los administraba, le brindada educación sobre la importancia de estas. Aclare dudas en compañía del intensivista sobre la cirugía y los riesgos de la misma. Le di una voz de aliento. Explicandole que todo iba a salir bien ya que se encontraba en las mejores manos. El me manifestó que en ese momento estaba tranquilo, solo con el hecho de contar con el apoyo de su esposa, sus hijos y Dios.
Consentimiento médico
Lo monitorizamos, se firmó el consentimiento médico para la cirugía por parte de los familiares, le brinde una voz de ánimo a él y su esposa. Pero en mi interior sentí aún más angustia y preocupación por la salud del señor M.
Salimos de la habitación y nos dirigimos a salas de cirugía de forma rápida, por un pasillo largo de paredes blancas con puertas grandes de vidrio. Al llegar a salas de Cirugía, me despedí y mientras estrechamos las manos, observe sus ojos brillantes, de color azul claro con lágrimas en ellos.
Al salir me encontré con sus dos hijos, hombres de aproximadamente entre 35- 40 años. El mayor se encontraba en silencio con la cabeza apoyada en la pared, con mirada dirigida hacia el techo.
El menor, con lágrimas en sus ojos, quien refirió estar angustiado por la condición de su padre. En ese momento sentí que la situación del señor M. Era especial, como si fuera parte de mi familia. Los abrace y les susurre en sus oídos: su padre es un hombre fuerte y valiente.
Al otro dia, el señor M se encontraba con sedación, ventilación mecánica y no respondía a estímulos, rodeado de cables, sondas, tubo a tórax y a mediastino junto con una herida esternal, radial y safena derecha cubierta con un apósito que tenia evidencia de sangrado escaso.
Con voz fuerte lo saludé, él realizó un parpadeo constante con intento de abrir los ojos, me apretó la mano, sentí que él me reconocía. Dona Maria sonrio, la observé más tranquila porque, pienso, que siendo un procedimiento complicado, él estaba allí.
Luchar por la vida
En ese momento me emocione y mis ojos se llenaron de lágrimas al saber que el señor M luchaba por estar con vida. Los días pasaban, y él continuaba con menos tubos, menos infusiones con mejoría de su corazon y pulmon.
Cada dia, asi no lo tuviera asignado, entraba a su habitación, lo saludaba, le daba una voz de aliento y el hacia lo mismo conmigo. Salia de la habitación con una alegria al saber que nunca como enfermera perdi la esperanza, y admiraba cada vez mas a esta familia.
A las dos semanas, le estreche la mano, nos reíamos y le contaba las situaciones que habíamos pasado, resaltando la posición de su esposa, lo luchadora que era y el gran amor que le tenía.
El nos refería que mientras lo teníamos dormido, al escuchar las voces de su familia y mi acento santandereano sabía que estaba en la UCI, sitio que le daba mucha tranquilidad en ese momento porque le hacía recordar el gran aprecio y esfuerzo que hacíamos todos por la recuperación de el, para así, poder regresar a casa.
El paciente duro en la unidad tres meses, todos los días sonreía, contaba chistes, nos enseñaba e interactuamos sobre algunos asuntos de ética aplicada en el campo de salud. Los momentos que más le gustaban era el baño que se le realizaba en cama, el afeitarse dia de por medio, los cambios de posición y el traslado de cama a silla, la que él la llamaba “mi trono”.
Al sentarse allí, observaba lo feliz que era, sobre todo porque podía realizar movimientos de sus manos, pies y podía comer sin ayuda.
Observar la Felicidad
A mediados de noviembre, el Cardiólogo nos informó sobre el alta hospitalaria del paciente. Rápidamente dos compañeras de turno nos acercamos con el médico y pudimos compartir con él, el momento de la noticia.
El, no lo podía creer, se abrazaba con su esposa, lloraban de alegría, nos agradecían cada segundo todo lo que hicimos por su salud y nos resaltaban lo importante que eramos para ellos. Recuerdo cómo mi corazón latía de alegría, del saber que luchamos juntos, siempre conservando el aliento de esperanza.
Mientras alistaban las maletas, les resolvimos las inquietudes y le enfatizamos sobre los signos de alarma que debía tener muy presente. Le conseguimos la silla de ruedas, lo trasladamos a las puertas de salida del hospital, lo asistimos para que subiera al carro y nos despedimos con un gran abrazo, yo tenia lagrimas en mis ojos y gran sentimiento de satisfacción de mi labor como enfermera.
Actualmente recibimos llamadas del señor M, donde nos comparte la alegría que ha tenido al volver a vivir la segunda oportunidad que le brindo Dios. Dejo la docencia para dedicarle tiempo total a sus hijos y demostrarle el gran amor a su esposa.
Quise compartir esta narrativa siendo para mi muy significativo ya que esta experiencia me desencadenó muchas emociones y sentimientos como miedo, angustia, preocupación, alegría y satisfacción por la recuperación del señor Miguel y los lazos de empatía que al pasar el tiempo se hicieron mas fuertes con su familia.
De la practica de enfermeria resaltó elementos como la rápida valoración que se le realizó al paciente, siendo esta cefalocaudal, una herramienta primordial que permitió identificar las necesidades fisiológicas y emocionales en el Señor Miguel y su familia.
Compromiso con la profesión
Como segundo elemento, la identificación de los signos de alarma, la asistencia inmediata por enfermería ante al llamado de angustia de doña María donde se evidencio el fortalecimiento de nuestro compromiso no solo como persona sino como profesionales.
Como tercer elemento, identifique las necesidades de manera congruente e interviene de una forma interactiva y eficaz con el paciente y su familia. Actúe con base a mis conocimientos y aplique diferentes estrategias que me permitieron intervenir de manera precoz y oportuna.
Como cuarto elemento, se realizó un acompañamiento en todo el proceso de transición, brindándoles un apoyo emocional, terapéutico y educativo, llevándolos a un patrón de respuesta determinado como lo es continuar con su vida, logrando un resultado positivo y eficaz en la vida del señor Miguel, dona Maria y sus dos hijos.
Estas situaciones fortalecen nuestro compromiso de ser humanos, crecimiento a nivel personal y profesional, así como renovar nuestros valores personales hacia la vida y la autenticidad en el cuidado, siendo este, de detalles significativos y espontáneos que tienen lugar en un momento oportuno.
1 Martha Liliana Maldonado Gutiérrez. Enfermera, unidades de cuidados intensivos, Hospital Universitario Fundación Santa Fe de Bogotá. Correo: martha_liliana85@hotmail.com
* Los nombres del paciente y familiares no corresponde a ellos en la vida real, por protección a sus identidades.
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