Editorial, ¿Qué opinas tú? Volumen 17 No. 2

Calidad Asistencial

What do You Think?

Harold Macmillán

“Deberíamos usar el pasado como trampolín y NO como sofá”

Como profesionales de la salud nos encontramos en la actualidad entre la disyuntiva calidad asistencial-crisis económica a nivel europeo. Paralelamente y, quizá no tan reconocido por los medios de comunicación, vivimos día a día otra crisis más profunda. Me refiero a una deficiencia moral de humanidad.

La experiencia de sufrir recortes salariales y de personal en nuestros profesionales, tan necesitados y a costa de ellos, trae consigo el sentimiento de egoísmo tan contraproducente en nuestra función de cuidar. Se ha perdido el compañerismo, la lucidez y aún peor: la humildad. Nuestra vocación enfermera se ha convertido en subsistir con un efímero sueldo y tener que mirar para dentro, “aguantando” a un excesivo número de pacientes, como comúnmente oímos decir, y compitiendo con aquellas personas que en su momento nos tendieron la mano.

A petición de la profesional que escribe, digamos NO a más precariedad en la calidad asistencial y unamos fuerzas nuevamente para combatir juntos la epidemia del siglo XXI(1). En la actualidad asistimos, asistimos a un intenso debate social relacionado con el consumo de tabaco en los lugares de trabajo y de ocio, debate que coincide con el incremento en la prevalencia de enfermedades crónicas y sus factores asociados(2-3): Obesidad, HTA, Diabetes tipo 2, Sedentarismo, una preocupación constante, tanto para la sociedad como para la sanidad pública en el ámbito mundial. No obstante, patologías no incluidas en los nuevos planes integrales del SNS, pero presentes en nuestra sociedad, tales como falta de motivación, desinterés, corrupción mediante contrataciones públicas irregulares, emigración, exclusión social o discriminación, fomentan la deshumanización y el déficit de profesionalidad.

Enfermedad en auge hoy día es el estrés

Otra de las enfermedades en auge hoy día es el estrés Una enfermedad silenciosa que, sin una adecuada intervención, puede desencadenar consecuencias negativas muy serias en la persona que lo padece. Varias investigaciones sobre reducción del estrés coinciden en enfatizar la importancia de que exista un equipo sano, reduciendo en lo posible sus conductas neuróticas. Nuestro objetivo primordial debería ser reducir la indefensión, el fatalismo y las tensiones, a la vez que realzar el sentimiento de competencia y de apoyo al prójimo.

Aunque, como se ha mencionado anteriormente, exista un sustrato común que señala la dificultad de los profesionales para afrontar el trabajo y la vida del siglo XXI, también desarrollamos y somos personas. Son distintos los enfoques y énfasis sobre el valor y los beneficios de ser competente. Por ello, las aportaciones de compañeros, profesionales, tutores y gestores son esenciales y permiten centrar, consensuar y especificar para avanzar en la dirección deseada.

Las cifras de nuestras carencias crecen por día. Se nos dice que la sociedad vive anestesiada, que “no levantamos cabeza”, que todo va de mal en peor y, acaso por contagio, podemos llegar a aplicarlo a nuestras vidas, pensando que igual nos ocurre a todos personalmente. No es cierto. Hay demasiadas personas que luchan y viven entusiasmadas. Se valoran por lo que son y no tanto por lo que tienen.

Medicina Psicosomática

Refiere un refrán que “A mal tiempo buena cara”. Si lo aplicamos a la vida, diremos que “A malos momentos, más ilusiones, mayores esfuerzos”. He aquí la importancia de la medicina psicosomática, es decir, la influencia de los valores, la ilusión y la esperanza en nuestro organismo. En el camino de la vida, todos necesitamos apoyo, ayuda. Mirarse al espejo que son los demás, quienes os quieren, ayudará a corregir desperfectos o desviaciones.

Los conflictos son propios del vivir: abordarlos y resolverlos con humanidad es gran sabiduría. La unidad de vida, la coherencia, aporta mayor seguridad y con ella, se refuerza nuestra autoestima. La sinceridad, por ejemplo, es una base bien firme para construir una correcta autoestima. Andar en verdad es, a veces difícil, pero compensa.

Hoy por hoy, la risa se considera una técnica antiestrés(4). Desde comienzos de la humanidad, ha ocupado un importante lugar en la vida del hombre. Sin embargo, las exigencias personales, las presiones de la sociedad actual y los avances tecnológicos nos están envolviendo en una particular manera de vivir y sentir, alejándonos cada vez más de las relaciones familiares, en continua competencia profesional. Según G. Vaillant, existen en el ser humano 5 mecanismos de afrontamiento del estrés(5).Uno de ellos es el humor, que actúa como defensa frente a la frustración.

No obviemos la principal causa de mortalidad occidental:

Los accidentes cardiovasculares, y el humor es capaz de prevenirlos. En nuestra labor profesional, el lenguaje no verbal cobra importancia pues, bien es sabido que la mirada es la herramienta principal que poseemos para conectarnos con nuestros pacientes. Decía un gran sabio: “sonreír no cuesta nada”, pero cuánto nos cuesta hacerlo diariamente y, no sólo en el ámbito laboral, sino en nuestra vida personal. La filosofía china del Tao aconseja que, para estar sano, hay que reír mínimo 30 veces al día(6), ¿Lo hacemos?

Una sonrisa estimula las endorfinas de nuestro cuerpo que desatan el círculo vicioso de no poder parar de reír. Además, la risa favorece la relación de ayuda, que tan investigada ha sido en su aspecto negativo: síndrome de burn-out(7), y no tanto desde el punto de vista positivo: la complicidad con nuestros usuarios y la propia satisfacción personal.

Del mismo modo y, desde un punto de vista neurológico, cuando la risa es fingida, se asocia a una conducta que involucra la corteza cerebral, generando una orden motora que fuerza la contracción de los músculos zigomáticos de la mejilla (responsables de los movimientos de la comisura labial). Sin embargo, una situación que nos proporciona placer, se procesa en el sistema límbico y su respuesta motora no sólo afecta a los músculos zigomáticos sino también a los orbiculares, que son más profundos, y se utilizan para cerrar los ojos. Por ello, a la vez que adoptamos la sonrisa, entornamos los ojos y deprimimos ligeramente las pestañas.

La vida es el arte del encuentro

Caminar con amplios horizontes resulta esperanzador e incrementa el ánimo. La vida es el arte del encuentro y, encuentro tras encuentro, vamos mejorando. Afinar con ilusión, esa es la tarea de nuestro vivir. Con caridad y humildad, el encuentro consigo mismo y con los demás será fuente continua de alegría propia y ajena. Estas y otras muchas más, son ciertamente reglas sencillas y prácticas para luchar contra un horizonte de desastres que influya en nuestros valores. Selligman, en una de sus magníficas obras, afirma que “Es la hora de aumentar nuestra autoestima, de poner a punto el reloj de nuestras luces y virtudes”.

Démonos el consejo intensivo y apoyemos la investigación para divulgar nuestros conocimientos en pro del “Derecho de Protección a la Salud” para TODO ciudadano, como ya desde 1978 proclamaba la Constitución Española en su artículo 43. El objetivo es hacer frente al que constituye, a día de hoy, el problema de calidad asistencial en Salud Pública de mayor magnitud de nuestra vida: La Deshumanización de los Cuidados, sea cual sea el factor predisponente para ello.

Lea También: Transversalización del Cuidado de la Familia en la Formación del Profesional en Enfermería

Consentimiento del paciente por Derecho a la Confidencialidad de datos

A pesar de todo, me gustaría compartir el relato de una experiencia en consulta tras derivación que me hizo estremecer (previo consentimiento del paciente por Derecho a la Confidencialidad de datos): “El pasado mes tuve que ser atendido por el servicio de urgencias a causa de un herpes zóster ótico que me estaba provocando un principio de encefalitis herpética. Aunque la gravedad del caso, mi avanzada edad y mi curriculum de enfermedades sugerían un pronóstico fatal, la profesionalidad del equipo que me atendió junto con la atención constante y amable de los ATS y auxiliares, obraron el milagro y apenas 3 semanas después, he podido volver a casa sin secuela alguna. Pienso “doctora” que siempre se debe agradecer el esfuerzo y la práctica que cumplen ustedes en el discurrir de tu enfermedad. Hay que comprender sus pequeños fallos en la tarea diaria, pues son más por el celo que ponen en ello que por fallo en sí. Muchas veces eso ocurre por cansancio, por querer acumular tareas que deben ser hechas más espaciosamente ¿Verdad?”

“Junto a mi familia que fue adecuadamente informada por todos, quiero agradecer el ejemplo de quienes AÚN entienden que ser médico o enfermero consiste esencialmente en saber ESCUCHARy atender al enfermo. ¿Cómo podría hacerlo Señorita? -Me dijo finalmente” y le respondí: ¡Ya lo ha hecho!

Este es su relato y seguramente la percepción de miles de usuarios que atendemos cada día. ¿Vale la pena el esfuerzo por superarnos y luchar por ellos? Yo creo que Sí. Es mi opinión, ¿Qué opinas tú?

Referencias Bibliográficas


Raquel – Alba Martín1
USM Hospital Universitario Reina Sofía. Córdoba-España
Correspondencia: raquelalbamartin@satse.es
Recibido: marzo de 2014
Aceptado para publicación: marzo de 2014
Actual. Enferm. 2014 17(2):6-7

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