Artículo especial: Simbología, Oración Maestros de la Cirugía Colombiana 2011

Julio Alberto Nieto

Palabras clave: historia de la medicina; canes; bastones; Esculapio.

Introducción

A través del tiempo, el ser humano ha utilizado numerosas formas de comunicarse, una de ellas han sido los símbolos; un ejemplo son las religiones, seis mil de los siete mil millones de habitantes del mundo se agrupan en alguna. Podemos encontrarnos desde la estrella de seis puntas (hexagrama o estrella de David) para el judaísmo, la media luna y la estrella en el islamismo, y la cruz celta para nuevos movimientos paganos, hasta el ankh egipcio, al igual que los símbolos del confucionismo, el hinduismo, el budismo y el cristianismo.

La medicina y la cirugía no son la excepción, y es probable que al principio los chamanes hubieran utilizado algún distintivo en sus moradas y, posteriormente, fueran adoptando otros con diferentes significados.

En esta exposición se relata el origen y la razón del uso de tres símbolos en medicina y cirugía. El más antiguo es el báculo de Esculapio, acompañante del dios griego de la medicina, relacionado con la salud y de actual uso intercambiable con el caduceo, también de origen antiguo pero vinculado con la medicina a partir del siglo XIX. El segundo es el récipe; las recetas médicas suelen estar encabezadas por el recipe (Rp/), símbolo que tiene la particular propiedad de transformar un simple trozo de papel en un artículo de uso médico. Su origen se remonta al antiguo Egipto, donde la magia era tan relevante en los tratamientos médicos, que los amuletos sanadores jugaban un rol central en el acto médico. Por último, están las batas blancas, largas o cortas, que aludían al tipo de estudios y entrenamiento entre los cirujanos y los barberos-cirujanos.

Definición del símbolo

El diccionario Langenscheidt expresa que una “alegoría” es la representación simbólica, literaria o plástica de una idea, de un hecho o de una persona; es la representación simbólica de ideas abstractas por medio de figuras o atributos 1.

El Diccionario de la Lengua Española especifica que el término “alegoría” proviene del latín allegorĭa, y este del griego que es una ficción en virtud de la cual algo representa o significa otra cosa diferente 2. Los lanceros del Pantano de Vargas, o “Monumento a los Lanceros”, erigido por el artista colombiano Rodrigo Arenas Betancur en el departamento de Boyacá, como homenaje a la batalla del Pantano de Vargas ocurrida el 25 de julio de 1819, es un ejemplo muy propio de alegoría.

Un símbolo es la representación perceptible de una idea, con rasgos asociados por una convención socialmente aceptada. Del latín symbŏlum, y este del griego σύμβoλoν, el símbolo es la forma de exteriorizar un pensamiento o idea, incluso abstracta, así como el signo o medio de expresión al que se atribuye un significado convencional y en cuya génesis se encuentra la seme-janza, real o imaginada, con lo significado. Afirmaba Aristóteles que no se piensa sin imágenes, y simbólica es la ciencia, constituyendo ambas las más evidentes manifestaciones de la inteligencia.

En las muchas etapas que componen la evolución en la forma de la comunicación humana, del desarrollo del lenguaje hablado a la escritura, los signos visuales representan la transición de la perspectiva visual, a través de las figuras y los pictogramas, a las señales abstractas. Son sistemas de notación capaces de transmitir el significado de conceptos, palabras o sonidos simples.

Los signos y símbolos transmiten ideas en las culturas prealfabetizadas y prácticamente analfabetas. Pero su utilidad no es menor entre las verbalmente alfabetizadas: al contrario, es mayor. En la sociedad tecnológicamente desarrollada, con su exigencia de comprensión inmediata, los signos y símbolos son muy eficaces para producir una respuesta rápida. Su estricta atención a los elementos visuales principales y su simplicidad estructural, proporcionan facilidad de percepción y memoria.

El interés por los signos ha dado lugar a un importante campo de estudio: la semiótica. Esta trata tanto de la función de los signos en el proceso de comunicación, como del lugar de los síntomas en el diagnóstico médico, la semiología.

Entre semiología y semiótica la diferencia radica, en cierto sentido, en su diferente origen contemporáneo. Con independencia de su inicio en el pensamiento de los estoicos griegos, su recuperación moderna se debe, en gran parte, a la obra de dos autores fundamentales: Ferdinand de Saussure en Francia, y Charles Sanders Peirce en los Estados Unidos de América. El origen latino, en la lengua de Saussure, la hace reaparecer como “semiología” (sémiologie), mientras que, en la lengua de Peirce, el origen anglosajón la actualiza como “semiótica” (semiotics).

La semiología fue definida y estudiada por Saussure en Ginebra, en 1908, como “la ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social”, haciéndola depender de la psicología general y siendo la lingüística su rama más importante.

“Semiología” viene de las palabras griegas (signo) y (estudio). Por tanto, puede decirse simplemente que la semiología es el estudio de los signos. La semiología se considera una ciencia joven que comienza a tener importancia dentro del análisis teórico de los medios de comunicación social propios del siglo XX. Interesa más el funcionamiento de estos signos, su agrupación o no en diferentes sistemas, que el origen o la formación de los mismos.

La semiótica se define como la ciencia que estudia las propiedades generales de los sistemas de signos, como base para la comprensión de toda actividad humana. Oficialmente no hay diferencia entre ambos conceptos, aunque el uso vincule más “semiología” a la tradición europea y “semiótica” a la tradición angloamericana. Sin embargo, el uso de “semiótica” tiende a generalizarse.

El signo es algo muy complejo y abarca fenómenos sumamente heterogéneos que, por otro lado, tienen algo en común: ser portadores de una información o de un valor significativo. El signo se encuentra compuesto por un significado, la imagen mental (que varía según la cultura) y un significante, que no siempre es lingüístico.

Según la relación que los signos tengan con el objeto, Peirce hace la siguiente clasificación.

Íconos: tienen una relación de semejanza, en tanto se parecen al objeto que representan. La relación con aquello a lo que se refieren es directa, por ejemplo, pinturas, retratos, dibujos figurativos, mapas, etc.

Índices: la relación con los objetos que representan es de continuidad con respecto a la realidad. Por ejemplo, la huella dejada en la luna por Neil Armstrong el 20 de julio de 1969 en el Mar de la Tranquilidad.

Símbolos: la relación con el objeto es convencional, por ejemplo, las rosas rojas son el símbolo del amor, sobre todo los enamorados las eligen para regalárselas a su pareja, pero también se pueden emplear como regalo a un amigo como muestra de respeto.

El vínculo convencional nos permite distinguir al símbolo del ícono como del índice y el carácter de intención para distinguirlo del nombre. Los símbolos son pictografías con significado propio. Muchos grupos tienen símbolos que los representan; existen símbolos referentes a diversas asociaciones culturales, artísticas, religiosas, políticas, comerciales, deportivas, etc.

Orígenes y transformación del símbolo de la medicina

Uno de los símbolos más clásicos y, supuestamente, más conocido de la medicina, desde sus orígenes se ha prestado a confusión, me refiero al caduceo o bastón de Esculapio.

Es la unión de dos símbolos: el báculo y la serpiente, que constituyen un instrumento simbólico de tipo místico. Su origen se remonta a la prehistoria relacionándose con el desarrollo de mitos, donde la serpiente y el báculo poseen un profundo simbolismo. Es la expresión del desarrollo sociocultural de la humanidad en sus diferentes momentos históricos. Durante la Edad Media, los alquimistas interpretaron este símbolo con una importante visión cosmogónica 3.

El símbolo de la Medicina es un elemento de indispensable conocimiento para los profesionales de la salud; sin embargo, muchos desconocen su significado o no lo identifican adecuadamente. Este símbolo, llamado también el bastón de Esculapio, representa la profesión médica como relación desinteresada con los pacientes.

La vara de Esculapio (Asclepio, entre los griegos), con una serpiente enroscada, ha sido tradicionalmente el símbolo de la medicina científica. Esculapio fue un médico notable de la antigua Grecia y después de su muerte fue inmortalizado en la mitología; sin embargo, frecuentemente, se toma el caduceo de Hermes (Mercurio, entre los romanos) como símbolo de la Medicina, con dos serpientes enroscadas y con dos alas, siendo este el símbolo habitual del comercio en general; también, se le atribuía la invención de los pesos y las medidas 4, 5.

La leyenda

El nombre de Asclepio tiene su origen en las palabras griegas spal α, aspal α o skalo pσ, expresiones con las que se designa al topo, animal al que se le atribuían fuerzas curativas mágicas (3). Esculapio es el nombre que los romanos le dieron al dios griego Asclepio.

Asclepio fue engendrado por el dios Apolo y por Coronis, una mortal hija de Flejias. Apolo se enamoró de Coronis; sin embargo, estaba tan ocupado que la descuidó, lo que ocasionó que esta se enredara con otro mortal, Isquis de Arcadia. Apolo fue avisado de la infidelidad de su amante por su pájaro favorito, un cuervo de plumaje níveo. El dios alterado castigó al pájaro transformando su plumaje de blanco a negro. Luego le pidió a su hermana melliza, Artemisa, que castigara a Coronis. La diosa mató a la joven infiel lanzándole una de sus flechas de oro.

Sin embargo, Apolo no quiso que muriera el hijo de su amante embarazada y lo hizo nacer. Decidió que lo mejor para su hijo sería que fuera criado por el centauro Quirón y le pidió que le enseñara el arte de la medicina. De esta manera, Asclepio creció bajo la supervisión del centauro y llegó a ser tan buen alumno que superó al maestro. Se hizo tan famoso que llegaba gente de todo el mundo de esa época, para ser curada, ya fuera con una combinación de hierbas maravillosas y dietas, o por operaciones quirúrgicas si era necesario.

No se sabe en qué ocasión se quejó Hades a Zeus de que le robaban sus súbditos, si fue después de la resurrección de Tindáreo, de la de Glauco, de la de Hipólito o de la de Orión; lo único seguro es que Asclepio fue acusado de haber sido sobornado con oro. Concluyeron que estos hechos ocasionaban alteraciones en el curso de la naturaleza y trastornos en el orden universal, por lo que Zeus decidió lanzarle a Asclepio un rayo de oro, con lo cual lo mató. Apolo intercedió por su hijo, ya que era mitad divino y mitad mortal, por lo cual fue deificado y llegó al Olimpo.

Los elementos del símbolo

Desde tiempo inmemorial, el hombre ha sentido temor y fascinación ante la serpiente. Al observar la vida de este misterioso reptil y ver cómo adquiere nueva vida en la primavera, cambiando completamente su piel todos los años, se asoció a la serpiente con las ideas de sabiduría, rejuvenecimiento, fertilidad, salud y prosperidad 6,7.

La serpiente representa prudencia y previsión, atributos de un buen médico. Para algunos, la imagen de la serpiente y sus propiedades provendrían del inconsciente colectivo, en el cual la serpiente frecuentemente está asociada a elementos líquidos; sería pues por el recuerdo del cordón umbilical (serpiente) en el medio líquido (amnios), a través del cual se recibe el conocimiento (alimento), como en el caso bíblico de la serpiente y el Árbol de la Sabiduría (del bien y del mal) 5.

Sin duda, el comportamiento biológico de la serpiente, su tenencia de veneno, y la actitud de respeto y veneración que el hombre primitivo practicó hacia ella, fueron determinantes en que, desde épocas antiguas, haya tenido la consideración de animal sanador y, en ocasiones, de dios de la salud y de la medicina 8.

Un hecho curioso es que la serpiente del símbolo de Esculapio es del género Coluber longissimus, es de color amarillo y negro, mide de 1 a 2 m de largo, y aún se puede hallar en las ruinas de los templos romanos al sur de Europa 4.

Así como el hábitat de las serpientes se distribuye por los cinco continentes, excepción hecha de las regiones muy frías con nieves perpetuas (por ser animales de sangre fría que necesitan del calor natural), de igual manera es la extensión de su veneración y culto.

Encontramos que el culto a la serpiente en Mesoamérica es muy antiguo. Entre los aztecas se encuentra el culto a Xiuhcoaltl, la serpiente de fuego, y a otra divinidad más antigua, Quetzalcoatl, la serpiente emplumada 8,9. En la cultura del valle del Indo aparecen los dioses nagas 9; los cretenses y fenicios, rindieron culto a la serpiente como uno de sus dioses.

En las excavaciones realizadas en Canaán, Gezer y otros lugares de las antiguas civilizaciones, se han encontrado serpientes de bronce y de piedra. Asimismo, las divinidades egipcias Ra y Osiris y los faraones ostentaban emblemas de serpientes en sus cofias y tocados. En cambio, el dragón era el símbolo del Imperio Chino 4,6.

En la mitología chibcha, Bachué, la madre chibcha salió de la laguna de Iguaque una madrugada, llevando un niño en los brazos. Era una bella mujer, cubierta solamente por una túnica de pelo negro, que arrastraba. Bachué se instaló entre los chibchas, se ganó su confianza y afecto, y les enseñó normas para conservar la paz entre sus vecinos.

El niño creció y Bachué, encargada de poblar la tierra, empezó a ser fecundada por la criatura que había portado en sus brazos. Los alumbramientos eran múltiples, como los de las conejas; en el primer parto se contaron mellizos, en el segundo, trillizos; en el tercero, cuádruples, y así hasta que se consideró que su tarea reproductora sobre la tierra estaba cumplida.

En pocas edades recorrió muchos cercados y por todas partes dejó criaturas y enseñanzas. Pasó el tiempo y la mujer pobladora no envejecía. De pronto, su cuerpo se destempló, los senos se le escurrieron, las piernas se le aflojaron, su cuello ya no era lozano, el rostro estaba poblado de arrugas; había un gran cansancio en su mirada. Sin avisar, se metió a la laguna de Iguaque, acompañada del mismo ser que había traído. Se lanzó a las aguas. Un gran bostezo del lago la devoró, convirtiéndola en serpiente, símbolo de inteligencia entre los chibchas.

Al varón no le pusieron mayor atención. Ella quedó para siempre con el título de madre de la humanidad, fuente de toda vida. Y como venía del agua, los naturales comenzaron a adorar las lagunas y las ranas, los renacuajos, las lagartijas, todo signo de vida que brotara de las aguas. Fundieron en oro alfileres rematados en batracios, se colgaron al cuello dijes en forma de lagartos y divinizaron a las ranas que, en adelante, serían el símbolo de la fertilidad.

Según algunos autores, la costumbre de venerar la serpiente data de 3000 a. C., cuando la estrella Alpha Draconis de la constelación Draco era la Estrella Polar, que se consideraba muy importante para determinar el sino del hombre. Incluso en la Biblia aparece este juicio: “Y Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó sobre un asta. Y cuando una serpiente atacaba a un hombre, si este contemplaba la serpiente metálica, no moría” 5,6,9.


Conferencia dictada durante el XXXVII Congreso Nacional “Avances en Cirugía”, agosto de 2011 Ex presidente, Asociación Colombiana de Cirugía, Bogotá, D.C., Colombia.
El bastón

La vara (báculo, bastón, cayado, palo o bordón) es de ciprés, árbol considerado sagrado por su longevidad, lo que originó su sinónimo de “árbol de la vida”, representado por los egipcios en la tumba de Inkerkhaoni (XX dinastía) (1190-1070 a. C.); tiene un nudo en su extremo superior, que indica las dificultades de la ciencia (5). Hacia el año 2600 a. C., en la tumba del médico y dentista egipcio Hesy-Ra, se le representó con un bastón; a otro médico de la corte llamado Irj, en su sepulcro de Gizeh, también se le representó con un bastón, por lo que desde entonces, se considera a la vara como símbolo de autoridad y sabiduría, cualidades propias del médico 5,10.

El báculo de Asclepio era de madera de ciprés (Cypressus sempervivens), árbol considerado sagrado por los pueblos de la antigüedad por su longevidad y verdor persistente, lo que originó el nombre de “árbol de la vida” 11.

El concepto de árbol de la vida como árbol de muchas ramas que ilustra la idea de la vida en la tierra, se ha utilizado en la ciencia, la religión, la filosofía, la mitología y en otras áreas. El “árbol de la vida” tallado, pintado, bordado o impreso, ha existido desde el comienzo de la historia. Generalmente, simboliza el poder de la vida y sus orígenes, la importancia de las raíces y el desarrollo de la vida. Se asocia a veces con las personas, los animales (aves, mamíferos) o ambos.

Según la Enciclopedia Británica, el “árbol del conocimiento”, que une el cielo y el inframundo, y el “árbol de la vida”, que conecta todas las formas de creación, son formas del “árbol del mundo” o “árbol cósmico”. Para algunos pensadores, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal, representado en diversas religiones y filosofías, son el mismo árbol.

El concepto del “árbol de la vida” aparece en muchas culturas; la más antigua de la que se tiene conocimiento aparece en la protohistoria mesopotámica (5300 a 4400 a. C), en la Edad de Cobre. De allí pudo extenderse a culturas influenciadas por la mesopotámica, pero aparece casi simultáneamente a miles de kilómetros en otras culturas de orígenes completamente diferentes.

Para los asirios, el árbol de la vida, Asherah, era una columna con siete ramas en cada lado, rematada con una flor globular con tres rayos salientes, y representa un signo misericordioso que resucita a los muertos 11.

Sarzec y Heuzey descubrieron en Caldea el vaso de libaciones de Goudea, que Ningizhzzida dedicó a su dios personal. El vaso tiene en una de sus aristas salientes la maza y dos serpientes enroscadas, además de una inscripción que dice: “A Nin-Ghih-Zi-Da, su dios, por la prolongación de su vida. Goudea, Parisi de Sirpoula, consagra esta ofrenda”. Este vaso data de hace 3000 años a. C. y es una representación caldea simbólica, estilizada y artificial de un asta sagrada erguida del “árbol de la vida”; a lo largo del asta trepan dos serpientes copulando. El vaso se encuentra en el Museo Nacional del Louvre 1,12,13.

La ciudad de Heliópolis (Egipto) ya aparece mencionada en el 3000 a. C. y a ella aparece ligada el “árbol de la persea” que en egipcio era llamada “Shawabu” e “ished”; su nombre científico es Mimusops laurifolis. Vinculado a Heliópolis, fue emblema de renovación cíclica y como tal era el árbol de Ra, aunque Osiris residía en él. En una de sus paredes aparece representado acompañada de Thot y el faraón. Una de las representaciones más antiguas del “árbol de la vida” se observa en una pintura del Egipto faraónico, concretamente en la tumba de Inkerkhaoni (XX dinastía, 1190 a 1070 a. C.), en donde está la serpiente Apophis, diosa de la muerte, al pie del árbol para imponer el optimismo, la vida y la esperanza.

La civilización hebrea tiene más de 5.770 años. Su calendario comienza con la génesis del mundo que aconteció, según la tradición judía, el día domingo 7 de octubre de 3761 a. C., fecha equivalente al 1º del mes de Tishrei del año 1. De esta manera, el año gregoriano de 2010 equivale al año hebreo de 5770.

Según la Biblia y las tradiciones hebraicas, los hebreos fueron originarios de Mesopotamia. Eran nómadas, vivían en tiendas, llevando manadas de cabras y ovejas, utilizando asnos, mulas y camellos como portadores. Una crisis económica pudo impulsar a Terah, padre de Abraham, a dejar la ciudad para ir a la de Harran, en el alto Éufrates. De allí, algunos de ellos emigraron hacia Canaán, prometido por Dios, según la Biblia, a los descendientes del patriarca Abraham (1750 a. C.). Varias tablillas descubiertas en Mari certifican frecuentes migraciones por estas regiones. En el siglo XIV a. C. emigraron a Egipto parte de los hebreos establecidos en Canaán, debido a la hambruna que asoló la región; fueron recibidos en Egipto y luego trabajaron para los egipcios.

Aunque la Biblia no cita al faraón del Éxodo por su nombre, sí da la fecha exacta del Éxodo. En Reyes 6:1 se lee que Salomón comenzó a construir el Templo en el cuarto año de su reinado, 480 años después de que los hijos de Israel salieron de Egipto. La mayoría de los estudiosos de la Biblia estiman que el cuarto año del reinado de Salomón era el año 967 a. C., luego la fecha del Éxodo fue 1447 a. C. (967 + 480), cuando gobernaba Tutmosis III, pero no hay ningún documento ni resto arqueológico egipcio que confirme este acontecimiento.

La menorah es un candelabro o lámpara de aceite de siete brazos, uno de los elementos rituales del judaísmo y, asimismo, uno de sus símbolos más antiguos; representaría los arbustos en llamas que vio Moisés en el Monte Sinaí (libro del Éxodo). En la Tora se puede leer que Dios reveló el diseño de la menorah a Moisés. Una planta que crece en Israel llamada la moriah típicamente tiene siete ramas y se parece a una menorah, lo que llevó a la teoría de que sirvió de inspiración para su diseño. Se originó como el árbol de la vida.

La mitología griega se conoce, en la actualidad, primordialmente por la literatura griega y por representaciones míticas sobre medios plásticos fechados desde el periodo geométrico (900 a 800 a. C.) en adelante.

La mitología romana, es decir, las creencias mitológicas de los habitantes de la antigua Roma, puede considerarse formada por partes. La primera, principalmente tardía y literaria, consiste en préstamos completamente nuevos procedentes de la mitología griega. La otra, mayoritariamente antigua y céltica, y de la cual hay referencia desde la Edad del Hierro (1200 a 800 a. C.), funcionaba en formas muy diferentes a las de la equivalente griega.

Entre los griegos y romanos, el árbol de la vida se relacionaba con las divinidades del infierno por ser el árbol de las regiones subterráneas. Se asociaba con el culto a Plutón y simboliza la inmortalidad.

Hay muchas otras razas y civilizaciones cuyas creencias y mitologías se hallan entremezcladas con características semejantes al Edén bíblico; en ellas hay indicios de reflejos del árbol de la vida y del árbol del conocimiento del bien y del mal. Así, aparece en las creencias de los fenicios, los celtas, entre los armenios en la cultura Urartu, en la mitología escandinava en donde se menciona un árbol sagrado llamado Yggdrasill, bajo una de las raíces de la cual se decía manar una fuente en la que residía todo el conocimiento y toda la sabiduría, entre los mayas y aztecas, en las culturas, del valle del Indo, y en China.

Surge, entonces, una pregunta, el caduceo, ¿es asimilable a un bastón de mando o se deriva del árbol de la vida como representación del mismo?

Previamente se había mencionado que el báculo de Asclepio era de madera de ciprés (Cypressus sempervivens), árbol considerado sagrado por los pueblos de la antigüedad por su longevidad y verdor persistente, lo que originó el nombre de “árbol de la vida”.

Si vamos al origen del nombre “caduceo”, es una palabra derivada del término latino caduceum, que viene de cadere, caer, por la virtud que tenía de apaciguar las discordias, es decir, hacerlas decaer. Fue aplicado el nombre, pues, a una caña o vara divinatoria como insignia de autoridad, cualidad y oficio, emblema de la paz y la prosperidad, poder mediador entre los dioses y los hombres, portaestandarte de todas las negociaciones 12.

Citando a Raimundo de Castro Bachiller “el Caduceo no es más que la representación simbólica, estilizada, artificial, de un asta sagrada erguida Achera o árbol de la vida” 12.

Combinación de símbolos

El símbolo del bastón de Esculapio aparece en el siglo IX a. C. Según cuenta la leyenda, al estar Esculapio en casa de Glauco (pescador, hijo de Neptuno y de la ninfa Nais), quien estaba mortalmente herido por un rayo de los centauros, apareció en ese momento en la habitación una serpiente y Esculapio la mató con su bastón; se presentó, entonces, una segunda víbora con unas hierbas en el hocico, las cuales introdujo en el de la serpiente muerta, reviviéndola. Esculapio dio las mismas hierbas a Glauco y lo curó. Es así como Esculapio salva a su paciente de la muerte y lo cura de la enfermedad, manifestando sus poderes taumatúrgicos. En la mitología griega, Esculapio enviaba sus poderes sanadores a través de la serpiente, la cual lamía la parte enferma y lo hacía en sueños, y, por ello, la costumbre de los pacientes de dormir en sus templos era común 5.

Previamente se había mencionado que la mitología griega se conoce en la actualidad primordialmente por la literatura griega y por representaciones míticas sobre medios plásticos fechados desde el periodo geométrico (900 a 800 a. C.), y entre sus dioses principales aparece Hermes –o Mercurio para los romanos–. Es hijo de Júpiter y de la ninfa Maya. Mercurio, el mismo día de su nacimiento se sintió ya tan apuesto y robusto, que luchó con Cupido, le derribó de una zancadilla y robó su carcaj. Mientras los dioses le felicitaban por su victoriosa hazaña, el pequeño dios robó la espada a Marte, el ceñidor a Venus, el tridente a Neptuno y el cetro a Júpiter, y estuvo a punto de hurtarle el rayo a su padre, Júpiter, si no hubiera sentido temor de quemarse los dedos. Es el dios de los ladrones y de los tramposos.

Por esto fue desterrado del Olimpo y enviado a la tierra para que se formara en su juventud. Mercurio fijó su residencia terrestre en Tesalia, donde pasó su juventud. El también desterrado Apolo se dedicaba entonces por allí a guardar el ganado del rey Admeto y el dios de la rapidez, Hermes, se aprovechó de un momento en que el dios solar tocaba la flauta para llevarse el rebaño y esconderlo en el bosque. Apolo le descubrió y se enfadó tremendamente con él, pero hizo las paces con Mercurio, porque este dio al inmortal solar su lira de siete cuerdas, inventada por él y hecha con una concha de tortuga y cuerdas tirantes de tripa de buey. A su vez, Apolo obsequió a Mercurio con una varilla de avellano que tenía la propiedad de apaciguar las disputas y reconciliar a los enemigos. Mercurio, para asegurarse de que la varilla tenía ese poder, la interpuso entre dos serpientes que luchaban ferozmente, enroscándose las dos inmediatamente alrededor de la varilla, formando el famoso caduceo de Mercurio.

Hoy tenemos dos caduceos, uno del comercio o tráfico entre las naciones y otro del ejercicio de la profesión médica o de las relaciones entre el médico y el paciente. El primero que será, desde luego, el atributo de Hermes y Mercurio, sigue el tipo caldeo y fenicio, y cambiando muy poco, viene a ser el emblema por excelencia del comercio.

Al lado de este caduceo evoluciona el otro, distinto en su imagen y en su significación: el caduceo de Esculapio; es un tronco o maza de cabeza nudosa donde se enrosca una serpiente que exterioriza la cabeza y queda separada y erguida.

La confusión

La relación del caduceo con la medicina surgió en el siglo XVI, cuando un impresor de libros radicado en Basilea (Suiza) lo hizo aparecer como sello distintivo de su establecimiento y de publicaciones médicas –y, probablemente, en otras no médicas–, debido a sus connotaciones en la comunicación.

El nombre del impresor era Johannes Froben (1460- 1527) y unos de los primeros volúmenes en aparecer con el caduceo fueron De homine libri duo, de G. Marzio (1517), y la Utopía, de Tomás Moro (1518).

Algunos autores señalan que de los 256 libros impresos por Froben con el caduceo en la portada, solo uno estaba relacionado con la medicina: La preservación de la buena salud, de Plutarco. Posteriormente, Hieronymus Froben (1501-1563), hijo de Johannes Froben, imprimió algunos libros médicos con el mismo símbolo, entre los cuales se encuentran una edición en griego de los trabajos de Hipócrates (1538) y la traducción latina del Tetrabiblion de Aëtius de Amida (1542) 1,4,14.

En ese mismo siglo, Sir William Butts, médico de Enrique VIII, fue autorizado para usar el caduceo como distintivo profesional; posteriormente, se incluyó en los emblemas del Royal College of Physicians de Londres, con el significado de la presencia de la farmacia y la alquimia. Hacia la segunda mitad del siglo XVI, John Cains, entonces presidente del Royal College of Physicians, donó un caduceo de plata para uso de los siguientes presidentes como emblema de la gentileza y prudencia al gobernar 1,4,14. Así nació la confusión en el uso de estos dos símbolos.

Según diversos autores, el caduceo apareció en 1851, cuando fue adoptado por el cuerpo de hospitales del ejército estadounidense; para otros, en 1856 cuando los servicios hospitalarios de la Marina de Estados Unidos lo utilizaron para mostrar la naturaleza no combatiente de los cuerpos médicos. En 1871 se convirtió en el símbolo de los servicios de salud pública.

Finalmente, en 1902, el caduceo fue adoptado por el ejército estadounidense como símbolo de su cuerpo médico en sustitución de la cruz de San Juan y, posteriormente, comenzó a usarse como símbolo de varias escuelas de medicina de muchos países 4,15, al igual que un gran número servicios médicos militares lo mantienen aún en sus escudos.

La costumbre e influencia de los estadounidenses ha hecho que se generalice el uso del caduceo. Sin embargo, existen numerosos grupos que defienden al báculo de Esculapio como símbolo de la profesión médica, ya que históricamente representa el poder y el misterio del arte de curar, así como la compasión y la devoción del sanador.

En 1948 nació la Organización Mundial de la Salud y adoptó el bastón de Esculapio en su escudo; en 1985, la Escuela de Medicina de la Universidad de Rochester, N.Y., cambió su escudo para poner el báculo de Asclepio en lugar del caduceo y muchas instituciones han seguido su ejemplo desde entonces, como el servicio médico militar de España, Canadá e Inglaterra. Como cosa curiosa, el departamento médico del ejército de Estados Unidos tiene en su escudo el bastón de Esculapio, aunque sus seis cuerpos especiales mantienen el caduceo de Hermes 16.

El récipe

Las recetas médicas suelen estar encabezadas por el recipe (Rp/), símbolo que tiene la particular propiedad de transformar un simple trozo de papel en un artículo de uso médico.

Su origen se remonta al antiguo Egipto, donde la magia era tan relevante en los tratamientos médicos, que los amuletos sanadores jugaban un rol central en el acto médico.

Uno de los más importantes amuletos era el llamado Udja, que representaba al ojo del dios Horus. Una leyenda egipcia narraba la historia de un combate épico entre el dios Seth y su sobrino Horus, a raíz de haber asesinado el primero a su hermano el dios Osiris, padre, a su vez, de Horus. En dicha lucha, Seth había dañado seriamente los ojos de Horus, pero el sabio dios Toth los sanó y luego tomó uno de ellos para resucitar a Osiris 17.

El ojo de Horus, representado en la iconografía egipcia con una “R” con un ojo en el círculo superior, se convirtió en un símbolo de protección y cura. Con el tiempo se fueron haciendo amuletos de oro y cobre, representando al ojo de Horus, que servían para proteger de las enfermedades y curar el “mal de ojo” 18.

Su representación aparece en múltiples ocasiones en el papiro Ebers, que es uno de los más antiguos tratados médicos conocidos.

Fue redactado en el antiguo Egipto, cerca del año 1500 antes de nuestra era; está fechado en el año 8 del reinado de Amenhotep I, de la dinastía XVIII; mide nada menos que 20,25 m de longitud y 30 cm de anchura y está escrito en 108 columnas de entre 20 y 22 líneas cada una. El tratado está dividido en 877 secciones, en las que se prescriben tratamientos para numerosas enfermedades, y consta de 108 páginas, aunque termina en la página 110 19.

Cuando los griegos, por medio de Heródoto, entablaron contacto con la medicina egipcia, supusieron que ese signo debía tener algún significado sagrado, por lo que decidieron mantenerlo en los encabezamientos de sus prescripciones médicas 15.

Luego de la derrota de Grecia por Roma en el año 188 a. C., los médicos griegos que llegaron como esclavos a Roma trajeron con ellos su símbolo, que paulatinamente fue romanizado, convirtiéndolo en el símbolo de Júpiter.

Su gran difusión por Europa puede atribuirse a Pedanio Dioscórides Anazarbeo (Anazarbus, Cilicia, en Asia Menor, (40 a 90 d. C.), quien fue un médico, farmacólogo y botánico de la antigua Grecia, cuya obra De materia medica alcanzó una amplia difusión y se convirtió en el principal manual de farmacopea durante toda la Edad Media y el Renacimiento.

Su obra en cinco volúmenes fue la precursora de la moderna farmacopea. El texto describe unas 600 plantas medicinales, incluyendo la mandrágora, unos 90 minerales y alrededor de 30 sustancias de origen animal. A diferencia de otras obras clásicas, este libro tuvo una enorme difusión en la Edad Media, tanto en su original griego como en otras lenguas, tales como el latín y el árabe.

El códice más antiguo que se conserva de la obra data de comienzos del siglo VI y fue copiado para uso de la patricia romana Anicia Juliana, hija del emperador Anicio Olibrio.

Este manuscrito tiene un total de 491 folios y casi 400 ilustraciones a página completa. En 1569 fue adquirido por el emperador Maximiliano I y se conserva en la Biblioteca Nacional de Austria (Österreichische Nationalbibliothek). Es conocido como Codex Vindobonensis Med. Gr. 1. (“Vindobona” es el nombre latino de Viena) o, simplemente, como el “Dioscórides de Viena”.

Practicó la medicina en Roma en la época del emperador Nerón. Según su propio testimonio que figura en la carta que sirve de prólogo a su obra, fue cirujano militar en el ejército romano, con lo que tuvo la oportunidad de viajar en busca de sustancias medicinales por todo el mundo conocido.

El signo “Rx” fue instituido por el médico Krinas en tiempos de Nerón, para indicar gráficamente que el médico estaba sometido al poder del Estado o a la autoridad del César. Dos elementos le fueron agregados a la “R” del símbolo del ojo de Horus. Primero la letra “p”, completando la idea evocadora del récipe (Rp); luego se le adjuntó a su izquierda una barra (/) como símbolo del rayo de Júpiter. Este rayo funcionaba como un elemento recordatorio de la existencia de fuerzas superiores a la meramente humana, como artífices de la mejoría evolutiva de los pacientes atendidos por los médicos 15,16.

En la Edad Media, la Iglesia católica, en su lucha contra el paganismo, obligó a los médicos en todos los países bajo su jurisdicción, a utilizar las iniciales del Responsum raphaelis, en vez del signo pagano de Júpiter. Estas dos palabras simbolizaban al arcángel Rafael, cuyo nombre significaba “medicina de Dios”.

Los alquimistas más tarde regresaron al símbolo griego original que ha perdurado hasta nuestros días. De esta manera, lo que fue un código secreto y el pictograma del ojo de Horus, se convirtió en el símbolo de la prescripción 15.

En resumen, la antigua medicina egipcia ejerció una gran influencia sobre la grecorromana y esta, a su vez, sobre la árabe, la cual a través de la España musulmana se diseminó por toda Europa, desde donde se terminó de gestar nuestra medicina moderna.
La bata

La representación del estatus médico, tanto por los diversos medios de comunicación como incluso por los cómics, se hace proyectando un estereotipo de la profesión y no descendiendo a los individuos de forma particular.

Diversos estudios realizados al respecto, muestran de forma general que cuatro objetos son los que identifican con mayor fuerza la clase médica; estos elementos son: la bata blanca, el fonendoscopio y, hace algunos años, el espejo de cabeza y el maletín negro. La bata blanca es el identificador más potente en cuantos estudios se han realizado 20.

Desde lo cultural, cuando se quiere imprimir a los demás una actitud de seriedad, autoridad y respeto, la gente suele ataviarse con ropa elegante y sobria para la ocasión. Lo mismo sucede en la relación con el médico: la bata blanca imprime una sensación de respeto y seriedad en esta situación a la que comúnmente se podría llegar en un plano social, lo que hace que el paciente confíe sus intimidades en materia de salud.

Desde la antigüedad más remota, la ropa blanca, y la bata en particular, ha sido prenda distintiva de nuestra profesión.

Las Per Ankh, o casas de vida, fueron hace 3.500 años escuelas de medicina de la civilización egipcia; en ellas se purificaba a los estudiantes de nuevo ingreso, para lo cual se vestían de blanco y recibían alimentación especial.

La medicina estaba estrictamente reglamentada: se curaba de acuerdo con los tratados y no se permitía la desviación de los mismos. La improvisación era severamente castigada. Según el perfil, los médicos se dividieron en generales, cirujanos y exorcistas o sacerdotes.

De allí se desprende que había una medicina laica y otra religiosa. En Egipto aparecieron las especializaciones médicas. Heródoto lo confirmó: había un médico de los ojos, de los dientes, del ano, etc.

Tenían una gran importancia en la sociedad; la especialización tenía que ver con el cargo que desempeñaban, de tal manera que existían los siguientes médicos: el médico del faraón, como Imhotep, médico del faraón Djoser de la III dinastía del Imperio Antiguo, (el médico mayor) dictaba las pautas tanto para el ejercicio de la profesión como para su enseñanza; el médico del palacio, el supervisor, el inspector, el práctico, el de los trabajadores, el de los mineros, el de los siervos, el militar, el del templo, etc. El vestido blanco era obligatorio para los médicos-sacerdotes 21.

Los trajes de los romanos y griegos eran muy parecidos. La túnica era la prenda básica; se han encontrado algunas en determinados yacimientos arqueológicos del desierto. Los materiales que utilizaban para confeccionar sus vestidos eran, preferentemente, el lino y la lana; la mayoría estaban hechas de lana sin teñir, cuyo color era parecido al de la harina de avena y las pieles. Las prendas esenciales del vestido de los hombres y de las mujeres se designaban con los mismos nombres, chitón o himatión, que se traducen por túnica y capa, respectivamente 22, 23, diferente a la toga empleada por los aristócratas y los políticos romanos.

En la Edad Media (siglos V a XV), la medicina clásica griega permaneció latente, guardada por los monjes que practicaban la medicina teúrgica, con milagros de santos, reliquias sagradas y lo sobrenatural.

Del siglo V al X, la Alta Edad Media, la medicina está centrada en los monasterios. En el siglo VI, san Benito de Nursia crea la Orden de los Benedictinos, los monjes blancos, en el monasterio de Monte Cassino, cuna de la medicina religiosa cristiana occidental, origen de las escuelas catedralicias, desde donde se expandió la enseñanza de la medicina. En este sitio, los monjes combinaron el pensamiento clásico grecolatino y el cristiano, plasmándolo en escritos en latín que resguardaban en una gran biblioteca. El Monasterio de Monte Cassino era un centro de enseñanza general y no sólo una escuela de medicina, como algunos han propuesto; constituye la cuna de la medicina religiosa occidental. Para el año 820 d. C., los benedictinos ya contaban con un hospital anexo al monasterio y la orden había dispersado a sus elementos por toda Europa y fundado múltiples monasterios que, al mismo tiempo, funcionaban como posadas, refugios, hospitales, agencias de noticias y centros nerviosos de la vida en la Edad Media. El conocimiento de ellos emanado fue la forma como la Iglesia consolidó su poder y autoridad 24.

Entre los siglos XI y XIII, se desarrolló al sur de Nápoles una escuela médica de especial interés: la escuela de Salerno. La situación geográfica privilegiada de la Campania, en el sur de Italia, nunca del todo abandonada por la cultura tras la caída del imperio ya que fue refugio de bizantinos y árabes, permitió el surgimiento de esta “protouniversidad”, fundada según una leyenda por un griego (Ponto), un hebreo (Helino), un musulmán (Adela) y un cristiano (Magister Salernus), dándosele originalmente el nombre de Collegium Hippocraticum.

En ella, para la obtención del título de médico y, por tanto, el derecho de ejercicio de esta práctica, Roger II de Sicilia estableció un examen de graduación 24.

Algunos años después (en 1224), Federico II reformó el examen para que este fuese realizado de forma pública por el equipo de maestros de Salerno, y reguló para la práctica de la medicina un periodo de formación teórica, que incluía cinco años de medicina y cirugía y un periodo práctico de un año.

Para el siglo XI, la cirugía era practicada por los medici, aunque había procedimientos que empezaban a efectuar los barberos y otros miembros del gremio llamados rasatores y sanguinatores; las pugnas constantes hicieron que se constituyeran en gremios, sin olvidar que los conflictos también existían entre los médicos y los cirujanos.

En París, un grupo de cirujanos se reunió en 1311 para fundar la Hermandad de san Cosme y san Damián, con el objetivo de crear un monopolio sobre la práctica de la cirugía en esa ciudad y en sus alrededores, y evitar que los 40 barberos existentes trataran heridas menores, úlceras y tumefacciones. Esta Hermandad consiguió en ese mismo año una ordenanza de Felipe el Hermoso, en donde se dice que nadie podrá ejercer la cirugía sin haber sido examinado y aprobado por Jean Pitard (quien era el cirujano real) o por sus sucesores, pero los barberos no incluidos en la Hermandad también formaron su corporación; los cirujanos solicitaron y obtuvieron el apoyo del rey para que los médicos y los cirujanos los dejaran trabajar. Las pugnas y los enfrentamientos continuaron durante todo el siglo XV, hasta que en 1515 se decidió que la Facultad era la autoridad suprema, que los cirujanos tenían privilegios universitarios y podían aspirar a obtener grados académicos y que los barberos podían tomar cursos de anatomía y cirugía en la Facultad. Cumplidos estos requisitos, podían ingresar a la Hermandad de San Cosme.

Los conflictos persistieron hasta que en 1544, Francisco I (1494-1547) otorgó los privilegios universitarios a los miembros del Collége de Saint Côme, lo cual incluía puestos académicos, mejor nivel social y beneficios pecuniarios; además, los maestros cirujanos podían usar las largas togas universitarias y, por lo tanto, esta comunidad fue formalmente reconocida como la de los cirujanos de bata larga, o robe longue, en contraste con los barberos-cirujanos, o chirurgiens ordinaries, o de robe courte, quienes se acogieron alternativamente a la protección de los médicos y de los cirujanos, hasta que en 1667 se unieron definitivamente a estos últimos 25.

Conforme el paso de los siglos (XV-XVIII), las prendas se a largaban o se acortaban, se ajustaban o se hacían holgadas. Pero en muchas ocasiones conservaban características que identificaban a quienes ejercían determinadas profesiones o pertenecían a cierta condición social.

La ropa se desarrolló para protegerse y adaptarse al medio ambiente; en los climas cálidos, la ropa tradicional para ambos sexos era una indumentaria suelta y drapeada de tipo saya, es decir, una túnica que llegaba a los talones, como la usada en los países árabes y africanos. En los climas fríos era costumbre llevar vestidos cosidos y ajustados de varias capas para conservar mejor el calor del cuerpo.

El color blanco se abandonó; los médicos a lo largo de casi 400 años adoptaron vestimentas obscuras y elegantes, siguiendo las tradiciones y dictados de la moda.

A raíz de los descubrimientos de Pasteur sobre el origen de la fermentación y la putrefacción, y con los estudios de Lister, quien se interesó por la prevención de las sepsis de las heridas y empleó inicialmente el ácido carbólico con excelentes resultados en su práctica profesional, la idea de la antisepsia se impuso en Europa. La contribución de Joseph Lister, quien realmente la trasladó a la medicina, fue la de implementar una serie de remedios caseros sobre la charlatanería, trasladando la antisepsia a la esfera de las ciencias biológicas. Por primera vez, una serie de resultados reproducibles ayudó a los investigadores a entender mejor cómo prevenir la contaminación bacteriana.

Con esto se dio el cambio. Al parecer, el delantal blanco fue usado por primera vez en el siglo XIX por los médicos que trabajaban en el laboratorio. Antes, los hospitales y sanatorios eran lugares donde prácticamente se iba a morir. Sin embargo, con los avances médicos del siglo XIX, los pacientes comienzan a sobrevivir y a mejorar notablemente, por lo que el delantal blanco pasó a ser un símbolo de curación y de autoridad.

El blanco fue elegido, con razón, como la nueva norma de la profesión médica. Este color, que representa la pureza, es un recordatorio visual del compromiso del médico para no hacer daño. El blanco representa la bondad. Jesús, Shivá, Lao-Tze, Buda y Confucio, creadores de las religiones más grandes del mundo, por ejemplo, a menudo se describen como vestidos de blanco. El blanco también transmite sensación de limpieza y connota una ausencia de infección.

Muchos pacientes ven ahora la bata blanca como un “manto de la compasión”, y un símbolo del cuidado y la esperanza que esperan recibir de sus médicos. Más aún, la bata blanca simboliza la seriedad de un propósito. Ella transmite la intención profesional del médico y sirve como una barrera simbólica que mantiene la distancia profesional entre médico y paciente.

La bata blanca recuerda a los médicos sus deberes profesionales, según lo estipulado por Hipócrates, para dirigir sus vidas y practicar su arte en la rectitud y el honor.

De acuerdo con este sentimiento, la Arnold P. Gold Foundation del Columbia University College of Physicians and Surgeons inició en 1993 la “Ceremonia de la Bata Blanca” como un ritual de iniciación para los estudiantes que comienzan la carrera de Medicina, que ha sido adoptada por muchas escuelas de Medicina en Estados Unidos y por algunas en nuestro medio. Los estudiantes son bienvenidos a la familia de la medicina al recitar el juramento hipocrático y la recepción de advertencias para ejercer la medicina con el honor y la compasión, después de lo cual se unen con el profesorado y el personal, ya que se ponen sus uniformes nuevos.

En este orden de ideas con la premisa anterior, si bien la medicina universal tiene sus símbolos o personajes, también la medicina colombiana tiene unos muy propios, que la han llevado a la posición que hoy tiene. Son muchos, pero quiero resaltar algunos: Hernando Anzola Cubides, José Félix Patiño, Juan Jacobo Muñoz, Rafael Casas Morales, Ernesto Andrade Valderrama y Mario Negret; a tres de mis maestros, Assad Matuk, Jorge Segura y Alberto Escallón; los inolvidables Álvaro Caro Mendoza, Joaquín Silva y Jaime De la Hoz; a Érix Bozón, Hernando Abaúnza, Humberto Aristizábal, Álvaro Velázquez, Darío Maldonado, neumólogo, Juan Mendoza Vega, neurólogo, Camilo Schrader, cirujano de tórax, Enrique Núñez Olarte, médico farmacólogo, Salomón Hakim, neurocirujano, Pablo Gómez, urólogo, Fernando Sánchez, ginecólogo, Felipe Coiffman, cirujano plástico y Valentín Malagón, ortopedista, entre muchos otros a quienes deben rendir tributo de admiración y respeto.

Ellos recibieron el bastón de mando, o caduceo, símbolo vertical que representa desde tiempos inmemoriales primero al hombre y después al hombre poderoso y el poder recibido de los dioses. Símbolo de la autoridad otorgado al miembro de una comunidad y de la unidad armónica entre lo divino y lo material, entre lo sagrado y lo natural; el honor de portar el “bastón” solamente es otorgado al ser que ha alcanzado el grado máximo de sabiduría, tanto con el mundo espiritual como con su comunidad.

El bastón de mando significa trabajo, unidad, honradez y honestidad a toda prueba. Estas cualidades humanas tienen que ser expuestas con transparencia ante su pueblo. Al mismo tiempo, su incumplimiento es el castigo por su incapacidad y negligencia.

Conclusión

Como se ha podido conocer a lo largo de los párrafos previos, existen múltiples y diversas teorías o versiones de por qué han aparecido ciertos elementos que con el tiempo se tornaron en símbolos de diversas condiciones, específicamente en las áreas de la medicina y de la cirugía.

Su permanencia ha tenido distintos periodos de duración que han oscilado entre miles y unos pocos cientos de años. Seguramente esto ha dependido de múltiples factores en los cuales el hombre ha tenido un papel preponderante. Vigentes o no, los médicos jóvenes y los no tanto, debemos tener noticias y conciencia de su existencia, probable origen y posible significado, pues, parafraseando al filósofo francés Auguste Comte, “[…] para comprender a la ciencia hay que conocer su historia”.

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tesis_doctoral/cap7_sin_fotos_organizacion_
de_la_clase_medica_y_la_ense%F1anza_de_la_medicina.doc.

Correspondencia:
Julio Alberto Nieto, MD, MACC
Correo electrónico: nietoasg@gmail.com
Bogotá, Colombia

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