Obiturio, Juan Pablo Llinas (1924-2011)
Alfredo Jácome Roca*
Guardo en mi biblioteca tres libros de tipo biográfico con dedicatoria del autor, el académico Juan Pablo Llinás Cuentas (1924-2011). Investigó este culto colega en los años ochenta sobre la vida de algunos de nuestros prohombres, como Atanasio Girardot, José Hilario López y José Celestino Mutis, siendo este último libro comentado en mi columna semanal de otrora, la del diario barranquillense El Heraldo. Como todos los que llevan los genes Llinás, sus raíces estaban en Sabanalarga, de donde era también el ilustre profesor y académico César Augusto Pantoja. Me honró Llinás con su amistad (al igual que su hijo Adolfo, el ortopedista). Edgardo Coronado –escritor e historiador de la segunda ciudad del Atlántico (por tamaño, pero la primera en antigüedad y en abolengos)– dijo de él que “su experiencia de 30 años como profesor le dio paciencia, entendimiento y sabiduría, lo que le permitió escribir diez libros sobre temas de historia, ética, medicina y filosofía, que fueron su satisfacción y el camino para encontrarse y encontrar a los demás”.
Mi contacto personal con Llinás fue precisamente en la década de los ochenta, cuando en su condición de Coordinador del Programa de Ciencias Básicas de la recién fundada Universidad del Norte, me llamó en varias ocasiones para que dictara mis cursos de fisiología endocrina en este centro académico de excelencia, faro de ciencia y de cultura. Su fuerte eran –por supuesto– las humanidades. De vocablo educado y gentiles maneras, Juan Pablo sabía de medicina, de historia, de filosofía, de artes plásticas y de poesía. En un grupo de amigos de las letras y de las artes en Barranquilla, organizaba reuniones con amigos personales como el poeta Eduardo Carranza, o divagaba sobre el significado imaginario de esculturas enigmáticas del maestro Edgar Negret.
Fue Fundador, Decano y Profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad del Norte de Barranquilla; Miembro de la Academia Nacional de Medicina de Colombia, Academia Colombiana de Historia, Academia de Historia de Barranquilla, Federación Latino-Americana de Bioética, Academia de Pediatría del Atlántico, Academia Americana de Pediatría, Comité Archivo Histórico de Barranquilla, Academia de Estudios Económicos de Colombia. En Guadalajara (México) fue miembro de la Junta Directiva de “El Informante”, donde trabajó además como periodista y editor del mismo. Ignacio Consuegra lo puso entre un grupo de personajes destacados de Barranquilla, como ejemplo de probidad y consagración.
Los cerca de cinco mil libros de su biblioteca los tenía desperdigados en su hogar, en su finca y en las ciudades de Bogotá y Guadalajara. En la reseña biográfica, continúa Coronado: “Sus autores preferidos eran Hipócrates, Sócrates, Platón y Montaigne. Hace mucho tiempo, el Doctor Juan Pablo Llinás Cuentas tomó la decisión de retirarse para dedicarse a escribir, el único oficio que lo llenaba plenamente, dejando todas las responsabilidades a su esposa Celeste Volpe. Diariamente escribía desde las cuatro de la mañana, hora en que el silencio es dueño del espacio y su mente está descansada. No llevaba un orden riguroso en los capítulos, comenzaba una idea y la desglosaba hasta culminarla. Su gusto por la historia lo dejaba en sus borradores, material para compartir cuando la imprenta editara los libros que recobrarían la vida de personajes que participaron en nuestro devenir histórico”.
Del libro sobre José Hilario López, dice un comentarista: “el apologista extrae de muchos textos –en gran parte inéditos- la realidad purísima para enseñarla con gracia, mesura y clarividencia hasta dar a su obra fisonomía particular y duradera”. De otro de sus volúmenes, “Mutis, el hombre y sus sueños” se escribió: “Es una obra para revivir la historia. Al lado de la persona socrática del sabio aparecen fundadores, reformadores, amantes, ascetas, políticos, descubridores y médicos de una época, al tiempo pugnaz y aventurera. Halaga la erudición del autor, su perspicacia y la comprensión dispersa en una prosa castellana rica, recia y pulcra”.
El hombre pasa. Quedan su recuerdo y sus libros.
* MD. Miembro de Número de la Academia Nacional de la Medicina.
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