La Forja del Silencio
Novedad Bibliográfica
Autor: Académico Honorario Dr. Guillermo Sánchez Medina1
LA FORJA DEL SILENCIO
ISBN: 978-958-48-7032-2
Edición: Primera
Año: 2020
Ciudad: Bogotá
Páginas: 290 Impresor:
Impresos Proarli SAS
Prólogo: Dr. Prof. Eugenio Matijasevic M.D.
Epílogo: Adm. Lya Di Focazzio Q.
Comentarios: Guillermo Sánchez Barea, Javier Bernal
A manera de Érigo2 Por el Académico Honorario Dr. Adolfo de Francisco Zea
La Forja del Silencio
Mi querido Guillermo:
Quiero expresarte ante todo mis efusivas felicitaciones por tu libro “LA FORJA DEL SILENCIO”, un libro bien escrito y de excelente contenido. Quiero además dejar consignadas a tu buen juicio algunas consideraciones mías que me parecen de interés en relación a la obra de tu autoría. Son, como lo podrás apreciar en su lectura atenta, meros comentarios personales a algunas de las ideas que expresas en tu estupendo escrito.
Hace ya varias décadas ingresaste al mundo del arte de la escultura dibujando un punto. Un punto, que, por analogía con la física cuántica, se podría considerar como una singularidad a partir de la cual te sería factible dar comienzo a la formación de un universo. En tu caso, el universo de un nuevo e importante quehacer diferente del ejercicio de la medicina, el psicoanálisis y la docencia de tu especialidad: el universo de tu creación artística ligado por supuesto a la psicología profunda de la cual eres cultor reconocido.
El punto que colocaste en el papel fue puesto allí por azar en un instante cualquiera de silencio. Dibujaste poco a poco otros más para formar líneas rectas o curvas entrecruzadas en distintas direcciones y diseñar, sin proponértelo de manera consciente, figuras variadas de diferentes formas. Esos dibujos obtenidos de modo tan sencillo te llevaron a recordar la geometría que tanto te ha interesado para explicarte a ti mismo el universo físico y el mundo de los seres vivientes; una geometría que se te presentó de inicio como una serie de líneas orientadas en las tres dimensiones convencionales de longitud, anchura y profundidad, a las que se agregó luego el movimiento que les imprime su carácter propio y finalmente el tiempo que indica la secuencia de los momentos transcurridos.
Por otra parte, las esferas vacías o destinadas a ser llenadas con diversos elementos:
-Que constituyen una parte esencial de tus diseños-, sirven de complemento a las formas concretas que adquieren las figuras en los metales empleados para forjarles un lugar en el espacio.
Quizás fue por azar determinista que la idea de la geometría vino a tu mente en el momento de iniciar el dibujo de la letra K, que tiene para ti una connotación emocional afectiva relacionada con tu entorno familiar. La geometría, como tú bien lo sabes, fue la primera de las grandes ciencias de los griegos antiguos que permitió a Temístocles hace cerca de tres mil años construir con precisión las murallas de Micenas y los acueductos subterráneos destinados a abastecer de agua a la ciudad en caso de asedio y a Pericles, un siglo más tarde, hacer los estudios matemáticos y geométricos necesarios para construir el Partenón.
Dejaste por un tiempo los ensayos artísticos para dedicarte al ejercicio del psicoanálisis, su enseñanza y su divulgación, y entrar de lleno en otros campos de la cultura que han quedado bien consignados en tus libros, algunos de los cuales he tenido el privilegio de prologar. La ampliación creciente de tu cultura te ha llevado a profundizar, entre otros temas, en los que atañen a la mitología, la teoría del caos y la complejidad, la epistemología, la filosofía y el funcionamiento del cerebro visto desde el ángulo de la física cuántica.
Tus libros, profundos y de agradable lectura, son en realidad la biografía de tu propio pensamiento que se centra y se apoya sólidamente en tres pilares diferentes:
El evolucionismo de los seres vivos a los que perteneces, la honestidad intelectual del humanista que hay en ti, y finalmente la búsqueda constante e invariable de la felicidad; esa felicidad que algunos exploradores del siglo XVI buscaban y esperaban hallar en algún lugar remoto de la América recién descubierta que les devolviera el paraíso terrenal perdido por el “pecado” de Adán y Eva. Con la lógica propia de nuestros días, tú buscas la felicidad en otras áreas: en el amor de los seres que amas que te rodean con afecto profundo, en las ciencias y el arte que cultivas, y en la curiosidad inextinguible por conocer, o acaso vislumbrar de lejos la verdad.
“LA FORJA DEL SILENCIO”, obra que me has invitado a comentar, es un libro diferente de los que has publicado con anterioridad, tanto en su contenido como en su lenguaje. Es una obra que va más allá de los límites de las disciplinas científicas de que te ocupas. Ese “ir más allá”, que señalas en tu libro, ese “trascender” capaz de lograr que tu fantasía te lleve al infinito, conduce a mi modo de ver a campos diferentes de lo meramente científico o material y acerca, sin confundirse o identificarse, a lo que para mí pertenece al orden de lo espiritual.
El espiritualismo, independientemente de las confesiones religiosas que se puedan tener o no tener, adopta una posición en el mundo y ante la vida en la cual no es suficiente para el ser lo que se estima como indiscutible y verdadero en el terreno de las ciencias físicas.
Estas, a diferencia de lo que se pensaba en otras épocas, no son siempre inmutables; cambian de acuerdo a un nuevo paradigma que posea mayor aceptabilidad. El “Principio de Incertidumbre” de Heisenberg, aplicable desde hace cien años tanto a las ciencias físicas como a la medicina y otras disciplinas humanas, plantea la probabilidad antes que la certeza en sus elucubraciones sobre lo que acontece en el universo; una posición filosófica más acorde en mi sentir con la ciencia actual y el espíritu humano. Ese planteamiento del gran físico teórico alemán, le llevó a ser galardonado con el premio Nobel antes de cumplir los treinta años. Con él se abrieron de par en par las puertas a los nuevos y más recientes paradigmas de nuestro tiempo, y quizás a otros más que nos tenga reservado el futuro.
El espiritualismo, como postura filosófica y humanística es ciertamente diferente al dogmatismo científico del doctor Richard Dawkins y sus seguidores o discípulos. Al espiritualismo que yo profeso firmemente, sin dudas que pudieran tornarlo inaceptable, le son afines el pensamiento de Albert Einstein cuando se refería en sus breves escritos filosóficos a la religión cósmica que tanto le atraía, y el sentimiento religioso que se advierte en la postura intelectual de Sir John Eccles.
(Lea También: Establecimiento Permanente)
En tu excelente libro haces un interesante y detallado relato de la manera como surgieron en tu mente las ideas que después se transformaron en un arte concreto; una modalidad diferente de arte abstracto que te conduce al sendero de lo que llamas un “arte para completar”.
Tu condición de psicoanalista te permite exponer el porqué de esa, para mí discutible “incompletitud” de tu arte. Me es difícil concebir un arte que sea incompleto. Pienso más bien que a la obra del artista creador que hay en ti, se agrega ineludiblemente tu condición de experto en el área de la psicología profunda con los conocimientos que te permiten señalar, entre otras cosas, los contenidos conscientes e inconscientes que se plantean en el análisis de las obras artísticas. Es la esencia de la relación dual analista-analizado, la que tu condición de artista y escultor se complementa con la de psicoanalista avezado.
No es ese el caso de muchos célebres personajes de otras épocas que hoy en día son recordados y alabados por algunas obras que alguien podría haber calificado de incompletas. En las esculturas “incompletas”, estarían, por ejemplo, la Victoria de Samotracia y la Venus de Milo, del Louvre, y las imponentes figuras de Miguel Ángel que se exponen en Florencia que parecen desprenderse de un bloque de mármol.
En el arte de la pintura, algún crítico podría señalar como incompleto el lienzo de Leonardo da Vinci titulado “Santa Ana, la Virgen y el Niño” que hoy ennoblece las paredes de la Nacional Gallery of Arts de Londres. Y en la literatura universal, por otra parte, se encontrarían también las mejores novelas de Franz Kafka, entre ellas “La metamorfosis”, que algunos críticos han considerado que no tienen un final definido por lo que entrarían a incrementar el número de las obras literarias incompletas.
Un tema que destacas en tu libro es el del silencio, vocablo incluido en el título de tu obra. Al silencio le dedicas varias páginas del mayor interés.
El silencio es un elemento inevitable e importante en las sesiones analíticas que permite al sujeto que se analiza asociar libremente sus vivencias, sus inquietudes y sus emociones, para encontrar con el pasar del tiempo una visión más clara y objetiva de sus aconteceres psicológicos. El silencio del analista, el silencio del analizado y las palabras pronunciadas en el curso de las sesiones, constituyen la relación dual de dos seres humanos que en el transitar del psicoanálisis presentan las transferencias y contratransferencias propias del proceso.
Me pregunto si la relación del analista y el analizado tiene alguna similitud con la que existe entre un pintor o escultor y la expresión plástica de sus obras. En tu caso particular, parecería adecuada una respuesta positiva a ese interrogante, cuando se han leído detenidamente las exposiciones psicoanalíticas de los textos del libro que comento, y se tiene en mente la afirmación de que el tuyo es un “un arte para completar”; es decir, un arte incompleto que requiere la presencia de una parte faltante de la ecuación: el observador, que, al admirar las obras, las completa.
De otro lado, en el campo de la religión budista, el silencio se expresa con la sílaba “om”, que en sus rezos y cantos señala la suma expresión del éxtasis de esa religión. Muy similar a los estados de éxtasis de Santa Teresa y san Juan de la Cruz.
En otros terrenos de la vida humana, los silencios y las palabras se muestran con clara nitidez. Bastaría señalar como ejemplos de nuestra poesía el final del tercer nocturno de José Asunción Silva, el “vasto silencio de leones” del soneto “Las dos hijas del rey”, del maestro Guillermo Valencia; y buena parte de la hermosa poesía de Cecilia Balcázar de Bucher.
Te envío con amistad y afecto este ya largo comentario a tu excelente libro, que en forma de carta he escrito para ti. Te felicito muy de veras. Un abrazo cordial y estrecho para ti.
Bogotá, diciembre del 2019
Autores
1 Guillermo Sánchez Medina. Miembro Honorario de la Academia Nacional de Medicina. Miembro Emérito de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis.
2 A manera de Érigo. En latin Érigo significa: erguirse, levantarse, despertar la atención y animarse. Esta palabra fue escogida por el autor de los textos para nominar el sentido y significado de los comentarios al libro.
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