Artículo Científico, La Neurobiología del Prejuicio Social

Académico Dr. Daniel Jácome Roca*

El prejuicio social es en muchas ocasiones una realidad adversa en el cual se fundamentan desigualdades sociales, injusticia y discriminación de individuos de otra raza u otro grupo diferente al grupo dominante o mayoritario.

El prejuicio social con todo lo que conlleva se destila en cuestiones de orden psiquiátrico. Los individuos que sufren sus consecuencias pueden desarrollar, por ejemplo, una depresión como mecanismo reactivo a la carencia de control sobre sus vidas o un alcoholismo como mecanismo compensatorio.

Más grave aún es el hecho de que existe una relación significativa entre lo que se conoce como la derrota social causada por abandono y la esquizofrenia. (Lea también: La Consolidación Cortical Unimodal Sensorial Engendra Epifanía Cognitiva)

Estudios hechos en Holanda confirmaron que individuos jóvenes vulnerables que forman hasta el 30% de la población, desarrollan esquizofrenia cuando son abandonados por su grupo categórico, vg., sus compañeros de universidad.

Los factores de riesgo fueron: pertenecer a segunda generación de inmigrantes (la segunda generación se siente con derechos, al revés de sus padres que poseían una actitud sumisa cuando llegaron al país adoptivo), uso de marihuana (THC), carencia de grupo de apoyo y carencia de familia próxima. Agregaríamos que el síndrome esquizofrénico y esquizoafectivo es en ocasiones un fenómeno del privilegiado.

El que no necesita trabajar para pagar por sus necesidades primarias como los miembros de la segunda generación de una familia, ya en mejores condiciones económicas puede darse el lujo de encerrarse en la intelectualidad egocéntrica y desprenderse de la realidad hostigante.

El problema es que ellos -una vez que dilapidan la fortuna de sus progenitores- caen en la pobreza al no poder funcionar en sociedad. En la derrota social se genera un exceso de receptores dopaminérgicos D2 mesolímbicos, lo cual resulta en hipersensibilidad a los efectos farmacodinámicos del THC y de las anfetaminas.

Estas drogas adictivas liberan una cantidad exagerada de dopamina en el sistema mesolímbico, lo que causa el trastorno del afecto o la psicosis, mientras que en forma simultánea reducen la concentración de dopamina en el sistema meso cortical, originando las alteraciones cognitivas típicas de la esquizofrenia (1).

Las anomalías cognitivas tienen peor pronóstico ya que se basan en la atrofia cerebral causada por apoptosis excitotóxica (¿glutaminérgica?). La derrota social que se recapitula en roedores en forma experimental, también se puede precipitar por formación reactiva en exceso del Factor Derivado Neurotrófico Cerebral (Brain Derived Neurotrophic Factor).

El prejuicio de un grupo contra otro predispone a tensiones sociales que culminan en muchos casos en revueltas violentas o guerras civiles. El prejuicio social es muchas veces injusto e inmoral. Es fuente de pobreza y en última instancia de problemas de salud pública tanto físicos como psicológicos.

Pero todo problema -como cada moneda- tiene dos caras: El prejuicio social es igualmente un mecanismo innato biológico evolutivo que nos ayuda a defendernos en forma eficiente y rápida de grupos enemigos.

El prejuicio social preserva la identidad y cohesión del grupo. También preserva cualquier ventaja genética adquirida durante la evolución. El prejuicio y por consiguiente la discriminación de otros, mantiene la biodiversidad y la psico-diversidad requerida para el progreso. Si no hay conflicto, no hay progreso ni adquisición de calidades favorables a la supervivencia de la especie.

Efecto CamaleónEl efecto camaleón

Imitamos inconscientemente desde edad muy temprana cuando observamos los movimientos del cuerpo, en especial los faciales, oculares, y de los brazos y manos, de nuestro co específico (2).
De igual manera imitamos el movimiento articulatorio de su lenguaje. En grupo se pone en videncia el fenómeno del “contagio emocional”. En una fiesta reímos para enviar a los otros un mensaje psicomotriz de aprobación (Fig.1).

En un partido de fútbol talvez actuamos en la tribuna en forma incivilizada “en gavilla” contra el equipo contendor, lo cual ilustra el hecho de que cuando hacemos parte de un grupo imitatorio se puede experimentar el fenómeno de la despersonalización.

Con la despersonalización en un grupo diluimos la responsabilidad individual por actos irracionales que nos causarían dolor moral. Al imitar aprendemos generando registros en las redes neuronales de la corteza motora frontal (3).

Estos registros se comparan con registros similares pre y postnatales establecidos con antelación con el propósito de ANTICIPAR Y REACCIONAR en forma expedita y eficiente.

El “lenguaje” silente observado se compara simultáneamente con los programas pregrabados por medio de descargas corolarias dirigidas hacia la corteza sensorial de los varios sentidos, como lo he repetido en varias ocasiones en esta serie de artículos.

Esta comunicación sirve para aseverar certidumbre, generar expectativa o reaccionar con desaprobación, o dicho en forma más primitiva, para defendernos o para escaparnos mientras todavía sea posible. Este proceso es multidireccional recíproco.

Si oímos una nota podemos “ver” en la corteza frontal el movimiento del músico tocando el instrumento especifico. Imitamos para identificarnos (señales equivalentes talvez al lenguaje Morse) para apaciguar y para apaciguarnos.

También imitamos cuando tememos. De ahí las tendencias culturales en los adolescentes. Ellos tratan de imitar al grupo étnico que perciben como más avezado y corajudo o más intimidante, en la manera en que caminan, se visten y hablan.

O imitan su música y su baile que después de todo representan manifestaciones culturales-motrices. Porque imitamos lo que tememos, los líderes han de ser severos y decididos con objeto de infundir temor en sus seguidores. Líder que se respete no puede ser débil.

La imitación es automática

Entre más similitud existe entre el estímulo y su receptor más fácil es la conclusión auto aprobatoria sosegante. Por ello nos “gusta” más encontrarnos entre amigos, compañeros o familia. Es más fácil entenderlos; mas rápido; genera menos estrés.

El “Efecto Simón” se refiere a que la generación de un movimiento se facilita si al tiempo vemos un movimiento similar o complementario en el congénere. Bailar con una buena pareja es agradable. ¿Por qué? No hay conflicto de movimiento. No quiere decir que tu pareja baila mejor que el resto. Significa que SE ACOPLA mejor contigo.

¿Por qué queremos bailar? Porque queremos ser parte del grupo y encontrar nuestra medida simétrica. Entre más simetría hallas en tu pareja, mejor posibilidad de reproducirse con alguien mejor o al menos similar. ¿Quién quiere bailar con un deforme? Bueno, depende de tu punto de vista…

Neuronas en espejo

Constituyen la red prefrontal y parietal inferior que anida los procedimientos psicomotrices. Existen tres tipos:

A. “Congruentes Estrictas” que copian exactamente la acción.
B. “Congruentes Laxas” que reaccionan a movimientos relacionados.
C. “Canónicas”, que imprimen la lógica de asociación entre objeto y movimiento y en cierta manera encarnan el proceso mental de la abstracción. Estas neuronas trabajan en armonía y su desincronización da lugar a la apraxia frontal (incluyendo la apraxia ocular) en la que se establece una disociación teórico-práctica.


* Miembro Correspondiente Extranjero, Academia Nacional de Medicina de Colombia. Neurólogo, Franklin Hospital Center, Greenfi eld MA. Profesor Asociado Clínico de Neurología, Darmouth Medical Center, Lebanon, NH y de la Universidad de Miami.

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