Obituario, Académico Doctor Francisco Antonio Carmona Marulanda – (1919-2007)
Académico Dr. Zoilo Cuéllar-Montoya,
Presidente Academia Nacional de Medicina
Un hombre mayor, alto de estatura, de espalda absolutamente derecha, callado, digno y respetuoso de la comunidad académica, inició su asistencia a las sesiones periódicas de los jueves n la Academia Nacional de Medicina, nunca supimos a partir de cuando. Era un hombre afable, que la mayoría de nosotros, los miembros de la Corporación, pensábamos que pertenecía a ella, de tal manera que todos nos sorprendimos cuando solicitó su ingreso a la Academia, en calidad de Miembro Correspondiente.
Por su solicitud nos enteramos que había nacido en la ciudad de Pereira, por ese entonces importante centro urbano del sur oeste del Viejo Departamento de Caldas, el día 23 de diciembre del año de 1919.
El Instituto Universitario de Caldas le otorgó el título de bachiller, al finalizar el año de 1942 y sus estudios profesionales los realizó en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional en Bogotá, entre 1943 y 1948.
En el Instituto Nacional de Cancerología realizó su internado, entre 1948 y 1950 y, en los años de 1951 a 1953, tuvo a su cargo la Jefatura de Epidemiología de la localidad de Calarcá, hoy Quindío. Con una tesis de grado sobre “Parafrenias”, calificada como “meritoria”, recibió su grado de Doctor en Medicina y Cirugía de dicha Universidad, el 28 de noviembre de 1953.
En su ciudad natal, entre 1953 y 1956, ocupó el cargo de Asistente de Cancerología, al tiempo que iniciaba su vinculación a la Consulta Externa del ICSS, actividad que desarrolló entre 1955 y 1957.
En los años 1961 y 1962, en la Escuela de Salubridad de la Universidad de Chile, realizó su especialización en Salud Pública: dicha Universidad, en el mes de noviembre de 1963, le otorgó los títulos de Licenciado en Salud Pública y Licenciado en Bioestadística.
En los años de 1958 y 1959, Carmona tuvo a su cargo la Alcaldía del Municipio de y de 1959 a 1964 tuvo a su cargo la Jefatura de Epidemiología del Departamento de Caldas.
Entre 1964, ocupó el cargo de Jefe de Estadística del Instituto Nacional de Nutrición y entre 1966 y 1980, fue Consultor Estadístico de la OPS/OMS. En el año de 1980 ocupó el cargo de Consultor del Ministerio de Salud de Venezuela y de 1983 a 1986, ocupó al Secretaría de Salud del Departamento de Caldas.
Entre 1984 y 1996, fue investigador general del Instituto Nacional de Salud y, entre 1985 y 1996, fue Catedrático invitado del Ministerio de Salud. (Ver: Obituario, Académico Doctor Saulo Muñoz Delgado (1926-2007))
En el curso de su valiosa vida se le distinguió con la Medalla de Honor al Mérito Administrativo de la Gobernación de Caldas y, en 1966, mereció una Mención de Honor en el Premio Academia Nacional de Medicina. El Doctor Carmona ingresó a la Academia Nacional de Medicina, el 22 de julio de 2004, con el trabajo titulado “Suicidio” y, con posterioridad a su ingreso, propuso al Presidente Cuellar-Montoya la creación de un Grupo para el estudio de la prevención del suicidio, propuesta que éste aceptó inmediatamente.
Meses después, de dicho grupo surgió el de Salud Mental de la Academia, que tanta actividad y tantos aportes ha dado, no sólo a la Corporación, sino al país entero: entre el 2005 y el 2006, el Grupo colaboró con la Oficina del Alto Comisionado para la Paz en el aspecto técnico, favoreciendo así los diálogos del Alto Comisionado, Doctor Luís Carlos Restrepo, con los grupos alzados en armas y la preparación de programas para ayudar a la estabilización de dicha reincorporación a la vida civil. Desde su ingreso a la Academia, Carmona fue un fiel y puntual asistente a las sesiones y demás actividades de la Corporación.
La Academia Nacional de Medicina, su Junta Directiva y su Presidente, hacen llegar a los familiares del Académico desaparecido un sincero saludo de solidaridad, con el pesar que en nosotros ha despertado la partida definitiva de nuestro comprofesor y dilecto amigo.
Al momento de preparar esta nota, llegó a nuestras manos una, escrita por su hija Margarita, la cual hemos querido transcribir en su totalidad, como un homenaje de afecto, de respeto y de admiración a su ilustre padre:
Al momento de preparar la nota para esta revista, nos llega el siguiente texto, escrito por su hija Margarita, el cual hemos querido trascribirlo en su totalidad como homenaje a su padre:
“El 23 de Diciembre de 1919, en el hogar de Francisco Carmona Galeano y Carmen Marulanda Marin, en la ciudad de Pereira, nació el segundo de diez hermanos que bautizaron con el nombre de FRANCISCO ANTONIO. Su niñez transcurrió entre frondosos árboles y guaduales, pastos abundantes y arbustos de frutos verdes y rojos que deleitan con el inconfundible aroma del café de Colombia.
Sus estudios primarios los realizó en la escuela pública de su ciudad natal y sus padres lo trasladaron a Manizales, capital del Departamento de Caldas para que cursara sus estudios secundarios en Instituto Universitario de Caldas, recibiendo el título de bachiller en 1940.
Ilusionado y con la fe en el futuro estudiantil, viajó a Bogotá D.C. para iniciar en la Universidad Nacional de Colombia, sus estudios de Medicina. Se destacó siempre por su consagración y en la facultad causó admiración su habilidad al semejar un pantógrafo para dibujar la anatomía humana. Obtuvo el Título de Médico Cirujano con honores en 1953, sus tesis de grado “Parafrenia e histeria Psicodiagnóstico de Horschoch” fue galardonada con meritoria.
Su sentido social y su preocupación por el estado de salud de las clases menos favorecidas, lo llevaron a continuar sus estudios de especialización en Salud Pública y Bioestadística, en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile. Fue un salubrista de vocación y de formación.
Una vez terminados sus estudios, su vida laboral en el país estuvo dedicada al servicio público. Fue alcalde de su ciudad natal, fundador y director del Instituto Integrado de Salud de Pereira, secretario de salud del Departamento de Caldas e investigador del Instituto Nacional de Nutrición.
En 1966 se vinculó con la Organización Panamericana de la Salud, prestando sus servicios en varias representaciones, Guatemala, Uruguay y Argentina, de donde fue trasladado a Washington, en donde se pensiona en 1980.
A su regreso al país, fue nombrado asesor del Ministerio de Salud Pública y posteriormente investigador del Instituto Nacional de Salud, institución en donde concluye su vida laboral.
Varias de sus investigaciones y numerosos artículos de su especialidad fueron publicados, dentro de los que se destacan: Encuesta Nacional de Conocimientos Actitudes y Prácticas en Salud 1986-1989; capítulos La Ancianidad y Mujer y Reproducción Humana. La Salud de los Colombianos, Morbilidad y Mortalidad, 1988; Osteoporosis en Santa Fe de Bogotá, la cual mereció Mención de Honor en el premio Rhone Poulanc Rorer. Academia Nacional de MEDICINA, 1996.
Ingresó a la Academia Nacional de Medicina, como miembro correspondiente y asistió a sus reuniones cumplidamente con la puntualidad de relojero, hasta la semana anterior a su inesperado deceso. Toda su vida estuvo protegida por el estudio de la ética, con gran disciplina para la investigación y acierto irrefutable en los diagnósticos, poseedor de una memoria envidiable y de un inmenso amor por sus semejantes y la naturaleza entera.
Amó como el que más a sus padres y hermanos y siempre expresó su sentimiento de gratitud por el esfuerzo y privaciones a las que se sometieron para financiar sus estudios. Amó a sus ocho hijos, y para ellos como para sus nietos, bisnietos y demás familia, fue y seguirá siendo un ejemplo a seguir, que permanecerá como guía en sus existencias.
A uno de sus nietos radicado en el exterior, pocos meses antes de morir le escribió “Por allá la primavera calienta los huesos y restablece energías. Por acá el frió y la vejez lastiman el sacro y las rodillas. Caminar se hace lento y perezoso. A pesar de todo amo la vida y esiro el brazo en búsqueda de un signo de existencia…”
Sus ratos libres los dedicó a la fotografía y a la lectura. El estudio de autores españoles y americanos, ingleses y franceses lo hicieron un buen lector y escritor. La historia, sobretodo la Cátedra Bolivariana, encausaron su interés por los hechos sociales y políticos de Colombia y el mundo.
Las reuniones familiares y los eventos sociales importantes en la familia, bodas, bautizos, primeras comuniones, quedaron plasmados en su cámara Canon y en los últimos años en su pequeña cámara digital.
Es imposible resumir su vida y obra, su capacidad y dedicación son encomiables, era un modelo, un ser extraordinario, un humanista. Su muerte nos priva de su charla amena y anecdótica pero todos los días lo recordamos como si estuviera presente.
Sus ochenta y siete años no le impidieron para nada seguir dedicado a la investigación, tanto, que el síntoma mortal lo atacó a las seis de la tarde del 15 de junio, frente a su computador, escribiendo sobre el incremento del suicidio de adolescentes en Colombia. Rodeado de su familia, en una clínica de Bogotá, la ineludible muerte tomo su eximio espíritu para retornarlo al creador, en la noche del 15 de junio de 2007.
Fueron muchas las expresiones de solidaridad y afecto expresadas por las personas que le conocieron. La Ex ministra de Salud de Colombia, Dra. Maria Teresa Forero de Saade, hizo llegar a una de sus hijas la siguiente nota de condolencia.
“Cuando comienzan a silenciarse las voces que los acompañaron en la ceremonia de despedida de su ilustre padre, el doctor Francisco Carmona Marulanda, es momento propicio para agradecer a Dios por su existencia, por el paradigma que constituyó en el servicio público, siempre en aras de obtener mejores condiciones de vida para los grupos de población más pobres y vulnerables.
Duro es tener que despedir a un miembro de familia, sentir que no volveremos a verlo, ni a escucharlo, dolor que puede ser contrarestado por la inmensa fe que nos hace fuertes en la adversidad y nos permite tener la esperanza de un futuro reencuentro donde ya no habrá separaciones, ni despedidas.
Dice Don Ramón Del Valle Inclán, que solo mueren aquellos que olvidamos, por tanto el doctor Carmona continuará viviendo en el corazón de sus hijos, bisnietos y en el de aquellos que tuvieron la suerte de ser sus compañeros de labor.
De ahora en adelante encontrarás a tu padre en la mirada apacible de los ancianos que van caminando en pos de terminar dignamente su paso terrenal, en el rostro risueño de los niños y aún en aquellas miradas tristes de los menores que piden limosna por la calle, que tanto lo hicieron sufrir y en la búsqueda continua de soluciones para los que nada tienen, también en la música que amó y en los atardeceres bucólicos de la ciudad que lo vio partir.
Solo queda que repitas con el poeta Eduardo Carranza, el de las nostalgias permanentes, lo que ahora será para ti, una oración.
“te llamaras silencio en adelante y el sitio que ocupabas se llamara melancolía…”
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