El “Consentimiento Informado”, Voluntariedad del Paciente

Tanto en el proceso de información como en el del consentimiento debe estar ausente cualquier tipo de coacción o de manipulación: se debe tener en cuenta que la coacción o la manipulación pueden no venir solamente del profesional en cuestión, puesto que se pueden ejercer por parte de cualquiera de quienes intervienen, llámense familiares, enfermeras, médicos etc., o puede provenir de una información sesgada.

Sin embargo, la persuasión no es incompatible con la voluntariedad: por el contrario, puede representar una ayuda asertiva muy importante en la toma de decisiones en circunstancias en las que el paciente tiene dificultades para analizar los beneficios, riesgos, etc.

Lo que no es muy fácil es saber el punto exacto en el cual se puede pasar de la persuasión a la coacción o a la manipulación, lo cual sólo lo puede determinar la prudencia y la honestidad del profesional37.

Puntos a tener en cuenta en una información suficiente al paciente. (Lea también: El “Consentimiento Informado”, en la Legislación Chilena)

Diagnóstico

Además de informar al paciente, a su acudiente, o a ambos, sobre el diagnóstico de su afección, se le debe explicar, con claridad y en palabras sencillas, de qué se trata su enfermedad. Adicionalmente, debemos estimular a nuestro paciente a preguntar, para resolverle todas sus inquietudes al respecto y aclarar toda duda existente.

Tratamiento

El médico debe explicar al paciente, claramente, el procedimiento de examen o de tratamiento que propone, sus razones y justificaciones, así como los diferentes pasos del procedimiento, las molestias que pueda ocasionar y la colaboración que requiere. Se debe dejar claro ante el paciente la naturaleza y los objetivos del procedimiento, así como sus beneficios37,38.

Extensión y límites de la información

Desde un punto de vista ético, parece lógico que la información que se de debe ser aquella que el paciente subjetivamente necesite para tomar una decisión39. Sin embargo, no existe claridad sobre los límites de la información que se debe registrar en el “consentimiento informado”.

Quizás los límites debe demarcarlos la satisfacción del paciente con nuestras explicaciones y nuestra propia certeza de que hemos sido comprendidos y el paciente tiene ya en su poder los elementos indispensables para ejercer su autonomía y tomar una decisión propia sobre lo propuesto, informada adecuada y suficientemente y en forma absolutamente libre y voluntaria, carente de presiones indebidas.

Información comprensible

La información debe adaptarse a las condiciones socio-culturales del paciente y en ella se debe hacer uso correcto del lenguaje verbal, al cual se debe adicionar el no verbal y el escrito, como habilidades éticas irrenunciables para el proceso comunicativo del “consentimiento informado” 39.

Riesgos y efectos colaterales

El más sencillo procedimiento médico puede tener riesgos. La explicación debe ser sencilla pero clara y fidedigna, sin minimizar ni exagerar. Se debe ilustrar con datos publicados y con los de la propia experiencia, dando oportunidad a que haya preguntas.

Se debe explicar el manejo de las complicaciones y de los efectos colaterales y su significado clínico y pronóstico, así como sus posibles consecuencias.

Se debe ser explícito en lo tocante con los riesgos típicos o inherentes al procedimiento, conforme al saber actual de la ciencia, tanto si son frecuentes y poco graves como cuando son menos frecuentes pero mucho más graves.

Se debe agregar que existen riesgos inherentes a condiciones peculiares de algunos pacientes, habitualmente con antecedentes personales39, pero muchas veces sin ellos.

Pronóstico

Explicar al paciente que en medicina nada es negro ni es blanco: todo es gris y, por lo tanto, los resultados pueden ser inciertos. En la medida de lo posible, dejar en claro los múltiples factores que pueden influir en los resultados. Informar sobre el posible porcentaje de éxito y aquel que hace necesario el empleo de procedimientos adicionales.

Alternativas

Cuando existen varias posibilidades de examen o de tratamiento, se debe explicar cada una de ellas y porqué preferimos alguna de especial.

El Internet y los medios masivos de comunicación han dado acceso libre a la información en salud y el paciente hoy es un individuo que se ha informado sobre su enfermedad y las diferentes opciones terapéuticas y tiene ya una idea de cual puede ser la mejor o, al menos, la más recomendable en el momento.

Nace entonces en este punto una disyuntiva, ciertamente ética: ofrecer a nuestro paciente una técnica no actual, que es la que nosotros dominamos o, por el contrario, apoyarnos en un trabajo en equipo en el cual, una técnica distante a nuestras posibilidades y entrenamiento, pero más de actualidad y, probablemente, la de elección en el momento de intervenir, puede ser ofrecida al paciente, con nuestra participación, pero en manos más expertas –las de un miembro de nuestro equipo.

Ofrecer como única opción al paciente, por claras razones de intereses personales, una técnica ya atrasada, cuando existen otra u otras, no sólo de más actualidad sino de mayores beneficios para nuestro paciente, es anti-ético y, hoy por hoy, inadmisible: no podemos anteponer, en forma egoísta, aquella técnica en la cual tenemos experiencia y, por lo tanto, de fácil acceso a nuestras propias habilidades, a otra que, a pesar de su curva de aprendizaje difícil, ya es realizada con éxito y experiencia por otro especialistas. El paciente se debe remitir a uno de ellos o realizar el procedimiento en equipo con él.

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