La geografía de Alaska es una de las más impresionantes y variadas del planeta. Este vasto territorio del norte de América es un mosaico de montañas, glaciares, bosques, tundras y costas infinitas bañadas por dos océanos. Su ubicación, su relieve y su clima la convierten en un laboratorio natural donde se manifiestan algunos de los procesos geográficos más poderosos de la Tierra. En este artículo conocerás sus principales características físicas, climáticas y ecológicas, así como su relevancia dentro del contexto geográfico mundial.
Ubicación y extensión geográfica de Alaska
Alaska es el estado más grande de Estados Unidos, con una superficie de más de 1,7 millones de kilómetros cuadrados, casi una quinta parte de todo el país. Está situada en el extremo noroeste de América del Norte y separada del resto del territorio estadounidense por Canadá. Al norte limita con el océano Ártico, al sur con el océano Pacífico, al oeste con el mar de Bering y al este con la provincia canadiense de Yukón.
Su posición geográfica le otorga características únicas: es el punto más occidental, septentrional y oriental del país, ya que algunas de sus islas —como las Aleutianas— cruzan el meridiano 180°, alcanzando el hemisferio oriental. Esta ubicación le permite experimentar fenómenos como el sol de medianoche y las auroras boreales, visibles durante gran parte del año en las regiones más septentrionales.
Relieve: montañas, glaciares y planicies
El relieve de Alaska es extremadamente diverso y accidentado. En su territorio se encuentran tres grandes sistemas montañosos: la Cordillera Brooks al norte, la Cordillera de Alaska en el centro-sur, y la Cordillera Aleutiana, que se extiende hacia el suroeste formando una cadena de islas volcánicas.
El punto más alto de todo Norteamérica se encuentra aquí: el Monte Denali (antes conocido como Monte McKinley), que alcanza 6.190 metros sobre el nivel del mar. Este macizo domina el paisaje del Parque Nacional Denali, una de las áreas naturales más emblemáticas del continente.
Además de sus montañas, Alaska alberga más de 100.000 glaciares, que cubren alrededor del 5% de su superficie total. Los glaciares más famosos, como el Glaciar Columbia, el Glaciar Mendenhall y el Glaciar Hubbard, fluyen desde las montañas hacia el mar, creando fiordos espectaculares y paisajes de hielo en constante movimiento.
En contraste, el norte del estado —la región ártica— está dominado por la llanura costera del Ártico, una vasta extensión de tundra helada que se mantiene congelada gran parte del año. Esta diversidad topográfica hace de Alaska un territorio de contrastes extremos, donde se combinan montañas cubiertas de nieve, bosques densos, costas rocosas y amplias zonas de permafrost.
Clima: frío, extremo y variado
El clima de Alaska es tan variado como su relieve. En general, se caracteriza por temperaturas frías y marcadas diferencias estacionales, aunque existen zonas con climas subárticos, marítimos e incluso templados.
Hacia el norte, el clima es polar, con inviernos largos y extremadamente fríos, y veranos breves donde el sol puede permanecer visible las 24 horas del día. En el interior, en lugares como Fairbanks, los inviernos pueden alcanzar los -30 °C, mientras que en verano las temperaturas pueden superar los 25 °C.
En la costa sur, la influencia del océano Pacífico suaviza las temperaturas, generando un clima oceánico húmedo con abundantes lluvias, especialmente en el sureste, donde se encuentra Juneau, la capital del estado. Las islas Aleutianas, por su parte, presentan un clima más templado pero ventoso y muy nublado, debido a su ubicación entre masas de aire frío y cálido.
Hidrografía y recursos naturales
Alaska es una tierra rica en agua. Su red hidrográfica está compuesta por ríos caudalosos que recorren cientos de kilómetros desde las montañas hasta el mar. El río Yukón, con más de 3.000 km de longitud, es el más importante y uno de los mayores de América del Norte. Otros ríos destacados son el Kuskokwim, el Copper y el Noatak.
Los lagos son igualmente abundantes, con más de tres millones de cuerpos de agua en todo el estado. El Lago Iliamna, de unos 2.600 km², es el más grande. Además, Alaska cuenta con una extensa línea costera de más de 50.000 km, la más larga de Estados Unidos, donde convergen ecosistemas marinos de alta productividad biológica.
La región es también rica en recursos naturales, especialmente petróleo, gas natural, minerales y pesca. El Prudhoe Bay Oil Field, en el norte, es uno de los mayores yacimientos de petróleo de América del Norte.
Ecosistemas y biodiversidad
El territorio de Alaska alberga una gran variedad de ecosistemas: desde la tundra ártica, donde crecen musgos y líquenes adaptados al frío, hasta los bosques boreales (taiga) y los bosques templados húmedos del sureste, dominados por coníferas gigantes como el abeto y la pícea.
Su fauna es igualmente diversa. En tierra habitan especies emblemáticas como el oso grizzly, el alce, el caribú, el lobo ártico y el zorro polar. En las costas y mares se encuentran ballenas jorobadas, leones marinos, nutrias marinas y una gran variedad de aves migratorias.
Los parques nacionales de Alaska —como Denali, Katmai, Kenai Fjords y Wrangell–St. Elias— protegen millones de hectáreas de ecosistemas prístinos, lo que convierte al estado en un santuario natural de importancia mundial.
Importancia geográfica y ambiental de Alaska
Alaska no solo destaca por su tamaño o su belleza, sino también por su importancia científica y ambiental. Es una región clave para el estudio del cambio climático, ya que el calentamiento global está provocando un rápido derretimiento de glaciares y el deshielo del permafrost, con consecuencias locales y globales.
Además, su posición estratégica entre Asia y América le otorga relevancia geopolítica y comercial, especialmente en temas relacionados con rutas marítimas, recursos naturales y conservación ambiental.
Conclusión
La geografía de Alaska es una síntesis de los extremos naturales del planeta. Desde montañas imponentes hasta tundras heladas, desde glaciares que se deslizan hacia el mar hasta bosques que parecen infinitos, este territorio ofrece una ventana única al funcionamiento del planeta Tierra. Comprender su geografía no solo permite apreciar su belleza, sino también entender los procesos naturales que moldean nuestro mundo y los desafíos ambientales que enfrentamos en el siglo XXI.