Mi Casa en Bogotá: Cómo la vivienda social se convierte en el nuevo motor del desarrollo urbano y económico

Mi Casa en Bogotá
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La vivienda dejó de ser un simple indicador urbano para convertirse en una pieza estratégica del crecimiento económico y social de Bogotá. En 2025, la ciudad vive una transformación sin precedentes: nuevas oportunidades de acceso a vivienda formal, un impulso evidente a la productividad del sector construcción y un fortalecimiento de las condiciones sociales de miles de hogares. Todo ello converge en un programa que hoy redefine la política habitacional en Colombia: Mi Casa en Bogotá.

Pero la magnitud del impacto no se mide solo en las unidades iniciadas o en los subsidios asignados. Su relevancia radica en el efecto multiplicador que genera sobre el empleo, la movilidad social, la revitalización del tejido urbano y la reducción de brechas socioeconómicas.

Como lo resume Vanessa Velasco Bernal, de la Secretaría Distrital del Hábitat, una de las voces más reconocidas en planificación territorial y urbanismo sostenible:

La vivienda es mucho más que un techo; es el punto de partida para que la ciudad avance hacia oportunidades reales de equidad. Cada hogar que se construye es una inversión en productividad, bienestar y cohesión urbana”.
— Vanessa Velasco Bernal, Secretaria Distrital del Hábitat

Un cambio en la percepción ciudadana: menos preocupación, más acceso efectivo

La encuesta más reciente de Bogotá Cómo Vamos revela una tendencia interesante: la vivienda bajó en el ranking de prioridades ciudadanas. No porque haya dejado de importar, sino porque la insatisfacción disminuyó. Esto indica que los bogotanos reconocen que la ciudad avanza en soluciones concretas y que existen políticas reales que están facilitando el acceso a vivienda, especialmente para hogares de bajos ingresos.

Este giro en la percepción es uno de los indicadores más valiosos del impacto del programa. Refleja que la problemática ya no se percibe como “crítica” y que la ciudad está logrando traducir la política pública en resultados visibles.

Producción de vivienda a un ritmo histórico

Entre enero y septiembre de 2025, Bogotá inició 38.847 viviendas, de las cuales el 68% corresponde a vivienda social (VIS). Es una cifra que rompe tendencias y que posiciona a la capital como la ciudad con mayor dinamismo inmobiliario del país.

El dato no es menor: representa un crecimiento del 14% en iniciaciones VIS respecto al año anterior y, por lo tanto, un aumento significativo en la oferta para poblaciones que históricamente han tenido barreras de acceso al mercado formal.

La escala del proyecto es tan grande que ya se le considera la iniciativa de vivienda más ambiciosa en la historia de una ciudad colombiana. Esto no solo impacta el déficit habitacional, sino que también proyecta un horizonte de desarrollo urbano más inclusivo y sostenible.

La vivienda como motor económico: empleo, industria y financiamiento

La cadena de valor de la vivienda mueve casi la mitad del aparato productivo. Por eso, su dinamización tiene efectos inmediatos sobre el empleo y la actividad económica.

1. Empleo

Según estimaciones basadas en la metodología del Ministerio de Vivienda:

  • Los subsidios para vivienda nueva han generado 16.400 empleos directos.
  • Y otros 35.500 empleos indirectos en actividades complementarias.

Para el tercer trimestre de 2025, el sector de edificaciones ocupó 225.150 personas, un aumento notable frente al año anterior. Es evidencia de que Mi Casa en Bogotá no solo construye viviendas: sostiene y multiplica puestos de trabajo.

2. Encadenamientos productivos

La construcción de vivienda:

  • dinamiza 34 subsectores,
  • involucra 174 ramas industriales,
  • y tiene uno de los mayores efectos multiplicadores en la economía local.

Desde las grandes cementeras hasta las ferreterías de barrio, pasando por empresas de ventanas, transporte, acabados y servicios técnicos, todos se benefician del volumen de obra y del flujo continuo de proyectos.

3. Activación del crédito

Los subsidios han facilitado más de $1,2 billones en créditos hipotecarios, fortaleciendo el sistema financiero y promoviendo la inclusión bancaria de miles de familias que antes no tenían acceso a productos de crédito formal.

Un impacto social que redefine las oportunidades urbanas

Más allá de las cifras económicas —que ya de por sí son contundentes—, el mayor aporte del programa se refleja en el cambio de vida de las familias que acceden a soluciones habitacionales.

Cada vivienda entregada abre la puerta a:

  • romper ciclos de pobreza,
  • acceder a servicios urbanos de mejor calidad,
  • vivir en entornos más seguros,
  • integrarse a sistemas de transporte eficientes,
  • y participar plenamente en la vida social y económica de la ciudad.

La vivienda digna es un habilitador de derechos, y Bogotá está avanzando hacia una visión más equitativa de su territorio. Según como lo expresa Vanessa Velasco Bernal:

El impacto más profundo no se mide en metros cuadrados construidos, sino en las oportunidades que la ciudad le devuelve a quienes históricamente han tenido menos acceso al desarrollo urbano”.
— Vanessa Velasco Bernal, Secretaria Distrital del Hábitat

Una apuesta estratégica hacia la Bogotá del futuro

A 22 meses de su creación, Mi Casa en Bogotá muestra resultados sólidos: crecimiento urbano equilibrado, dinamización económica y mayor equidad territorial. Pero más allá del presente, el programa proyecta una ciudad con mejores bases para el desarrollo.

La vivienda, cuando se planifica de manera sostenible y con un enfoque social, se convierte en un eje articulador entre economía, territorio, movilidad, bienestar ciudadano y competitividad.

Bogotá está demostrando que invertir en vivienda no es un gasto: es una estrategia de transformación urbana de alto impacto, con efectos duraderos para toda la ciudad.

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