El acelerado y desordenado crecimiento de la población urbana en las principales ciudades del país, impulsado por el desplazamiento forzado en las zonas rurales en conflicto, obligó a los gobiernos locales a adoptar políticas de mejoramiento de vivienda y barrios de gran escala (Murad, 2003 & Jaramillo, 2018).
Entre la década de 1960 y 1990 Colombia experimentó un rápido crecimiento de su población urbana, cuya proporción alcanzó el 70% para el año 1991. El incipiente mercado de vivienda formal de las ciudades sumado a los bajos niveles de ingreso de los nuevos habitantes, provenientes de zonas rurales, resultó en un rápido crecimiento de los barrios informales en las ciudades. Altos de Cazucá (en Soacha) o la Comuna 13 (En Medellín) son ejemplos icónicos de dicho crecimiento informal.
Los gobiernos locales decidieron, a partir de la década de 1990, realizar un cambio de paradigma en la forma como intervienen los barrios de origen informal. Siguiendo los ejemplos internacionales, el nuevo enfoque consistía en la mejora progresiva de las condiciones habitacionales y barriales, en contraposición a las políticas de limpieza y eliminación adoptadas hasta ese momento.
Se destacan las políticas de mejoramiento de Bogotá y Medellín, las cuales pueden a su vez brindar lecciones para el escalamiento de la política de mejoramiento nacional.
Figura 4. Zonas de intervención del PRIMED (1993 – 1997)
Fuente: Tomado de Stienen, A. (2020)
En particular, Medellín cuenta con un exitoso historial de programas de mejoramiento de barrios, entre los que destaca el Programa de Mejoramiento Integral de Barrios (PRIMED). Éste programa, implementado por la Alcaldía de Medellín desde 1993, buscaba mejorar las condiciones de vida de los habitantes de los barrios más vulnerables de la ciudad a través de intervenciones estratégicas en materia de ordenamiento urbanístico, seguridad, medio ambiente, educación, cultura, deporte e infraestructuras básicas, como acueducto, alcantarillado y pavimentación de vías.
En este sentido, el PRIMED logró formalizar terrenos y mejorar el acceso a servicios públicos, mejorando de forma significativa las condiciones de vida de más de 50.000 habitantes de 15 barrios en la periferia de la ciudad[1]. Además, el proyecto promovió la participación ciudadana en la planeación y ejecución de las obras, involucrando a los habitantes de los barrios en el mejoramiento de sus comunidades.
El programa fue financiado mediante un crédito por US$7.5 millones y contó con la participación del Gobierno Nacional, la Alcaldía de Medellín y recursos de cooperación. PRIMED tuvo un impacto positivo en la calidad de vida de los habitantes de los barrios intervenidos, mejorando la seguridad y la convivencia, aumentando el acceso a servicios básicos, generando empleo y mejorando el entorno urbano. Como resultado, el programa ha sido reconocido nacional e internacionalmente como una buena práctica en la intervención de zonas vulnerables.
Una iniciativa similar a la implementada en Medellín es el Plan de Mejoramiento Integral de Barrios de Bogotá (2020-2024) en donde el Distrito ha destinado alrededor de 30 millones de dólares a este programa con el propósito de mejorar las condiciones de vida de la población pobre y vulnerable que reside en ocho zonas prioritarias de la ciudad que presentan deficiencias significativas en cuanto al acceso a servicios públicos y la falta de títulos de propiedad.
El plan incluye intervenciones en tres componentes principales: i) la construcción de sistemas de alcantarillado y abastecimiento de agua, ii) la mejora de las redes viales y la infraestructura de desplazamiento local, y iii) la creación y mejora de espacios públicos como parques. A través de estas intervenciones, se busca mejorar la calidad de vida de los habitantes de estas zonas y reducir las desigualdades en la ciudad.
[1] La política contempló un conjunto de acciones para mejorar tanto los barrios como las viviendas de la zona, además de legalizar y planificar propiedades, mitigar el riesgo, gestionar el territorio y fomentar la participación comunitaria.
Figura 5. Zonas priorizadas para mejoramiento Integral de Barrios – Bogotá (2020 – 2023)
Recuadro 1. Lecciones de los mejoramientos de vivienda en Bogotá y Medellín
Los programas territoriales de mejoramiento de barrios en Colombia han sido una herramienta relevante para mejorar las condiciones de vida de las comunidades más vulnerables del país.
Sin embargo, estos programas han enfrentado desafíos y han brindado lecciones importantes que deben ser consideradas para mejorar su implementación y resultados. Algunos de los ajustes y lecciones más destacados son los siguientes:
Enfoque integral y participativo: Los programas deben abordar no solo el mejoramiento de la vivienda, sino también la mejora de las condiciones del barrio en su conjunto, incluyendo el acceso a servicios básicos y equipamientos públicos. Además, es importante contar con la participación de la comunidad en todas las etapas del programa, desde la identificación de necesidades hasta la implementación y seguimiento.
Fortalecimiento de capacidades: Es necesario fortalecer las capacidades técnicas y de gestión de los equipos encargados de la implementación del programa, tanto en las entidades nacionales como en las locales. Esto incluye la formación y capacitación en áreas como planificación urbana, gestión de proyectos, contratación y manejo de recursos financieros.
Coordinación interinstitucional: Los programas deben contar con la participación y coordinación de diferentes entidades y organismos, tanto a nivel nacional como local, para garantizar la eficacia y eficiencia en la implementación. La colaboración interinstitucional también puede generar sinergias y evitar duplicidades en la atención a las necesidades de las comunidades.
Flexibilidad y adaptabilidad: Los programas deben ser flexibles y adaptarse a las necesidades y realidades de cada territorio y comunidad. Esto implica ajustar las soluciones propuestas a las condiciones específicas de cada barrio y municipio, considerando factores como la geografía, la cultura y las dinámicas sociales.
Monitoreo y evaluación: Es fundamental llevar a cabo un monitoreo y evaluación constante del programa, para evaluar su impacto y realizar ajustes necesarios. Esto permitirá identificar oportunidades de mejora y ajustar el programa a las necesidades y dinámicas locales.
Sostenibilidad a largo plazo: Los programas deben garantizar la sostenibilidad de las soluciones propuestas a largo plazo, considerando aspectos como la calidad de los materiales, el mantenimiento y la gestión adecuada de los residuos. También es importante considerar la capacidad de las comunidades para mantener y administrar los equipamientos públicos y los servicios básicos.