‘Marcapasos’ cerebral podría aliviar la anorexia difícil de tratar
Para las personas que sufren de anorexia grave difícil de tratar, el implante de un “marcapasos” biológico en el cerebro podría ayudar a aliviar el trastorno, sugiere un nuevo estudio de tamaño reducido.
Los investigadores anotaron que la anorexia es el trastorno psiquiátrico con la mayor tasa de mortalidad, y aunque existen terapias, no todo el mundo se beneficia a largo plazo. El trastorno está entre las enfermedades psiquiátricas más comúnmente diagnosticadas entre las mujeres adolescentes. Hasta el 20 por ciento de los pacientes no responden a los tratamientos disponibles, que por lo general se enfocan en el cambio conductual.
El nuevo estudio examinó la efectividad de un método conocido como estimulación cerebral profunda (ECP), que a veces se denomina marcapasos cerebral. El procedimiento requiere de cirugía, pero es mínimamente invasiva y reversible, apuntaron los investigadores.
“La estimulación cerebral es una ciencia creciente y aceptable que ha sido aprobada y utilizada en el Parkinson y en la depresión resistente al tratamiento”, señaló el Dr. Alan Manevitz, psiquiatra clínico del Hospital Lenox Hill en la ciudad de Nueva York, quien no está vinculado con el estudio.
Los autores del nuevo estudio, que aparece en la edición del 6 de marzo de la revista The Lancet, señalaron que el nuevo tratamiento podría ser efectivo para las personas con anorexia que no han respondido a otras formas de tratamiento.
En este estudio piloto, en el que participaron seis pacientes de sexo femenino, al menos la mitad de las mujeres con anorexia (que no habían respondido a otras formas de tratamiento) mostraron mejoras tanto en el estado de ánimo como en el índice de masa corporal, una medida de la grasa corporal que se basa en la estatura y el peso. Las mujeres tenían entre 24 y 57 años de edad, y habían sufrido de anorexia durante entre cuatro y 37 años.
Usando IRM, los investigadores, con sede en el Centro de Neurociencias Krembil y la Red de Salud Universitaria de Canadá, identificaron un grueso nudo de fibras nerviosas que divide los lados izquierdo y derecho del cerebro. Entonces, se implantaron electrodos en el área, y se conectaron a un generador de pulsos colocado debajo de la piel de las mujeres. Diez días tras el implante del dispositivo, los investigadores lo activaron y registraron cualquier cambio en el estado de ánimo y los niveles de ansiedad, conducta compulsiva y patrones alimentarios de las mujeres.
El estudio halló que el procedimiento era seguro. Solo una paciente experimentó una reacción adversa grave, que se relacionó con un trastorno metabólico resultante de su anorexia.
El dispositivo pareció rendir mejor que la terapia tradicional, señalaron los investigadores. Antes del implante del dispositivo, cinco de las seis mujeres se habían sometido recientemente a un tratamiento como pacientes internas, lo que resultó en cierto aumento saludable de peso. Pero después de dos meses, las seis pacientes habían perdido peso nuevamente.
Sin embargo, tres meses tras el procedimiento de ECP, este patrón comenzó a revertirse. Los investigadores hallaron que cinco de las seis mujeres mantenían o aumentaban de peso. Nueve meses más tarde, tres de las pacientes tenían un peso superior al que tenían antes del inicio del tratamiento. La mitad de las pacientes también experimentaron un mejor estado de ánimo y menos conductas compulsivas.
“El hallazgo sobre las mejoras en el estado de ánimo y en la ansiedad de las pacientes que seguían con un peso demasiado bajo es particularmente sorprendente, en vista de la mala respuesta bien conocida de los pacientes con bajo peso a los [fármacos] o psicoterapias convencionales”, señaló en un comunicado de prensa de la revista el coinvestigador del estudio, el Dr. Andrés Lozano, un destacado neurocirujano en el campo de la ECP.
En un comentario sobre el estudio en la revista, la Dra. Janet Treasure y la Dra. Ulrike Schmidt, del Instituto de Psiquiatría del Colegio del Rey en Londres, Inglaterra, dijeron que “se necesitan urgentemente nuevos tratamientos efectivos para estos pacientes, y los hallazgos de este… estudio son promisorios y darán esperanzas a los pacientes de formas particularmente perniciosas del trastorno, y a sus familias”.
Añadieron que “el hecho de que el procedimiento se asociara en algunas pacientes con mejoras en los síntomas afectivos y obsesivos es de una importancia clave, dado que esas mejoras harán mucho por convencer a los pacientes de que la ECP no es tan solo otro tratamiento diseñado para hacer que engorden sin hacerles sentirse mejor”.
Sin embargo, los autores del estudio señalaron que se necesitan ensayos de mayor tamaño para confirmar estos hallazgos tempranos.
Por su parte, Manevitz dijo que los nuevos hallazgos son “muy emocionantes, pero preliminares”, y concurrió en que se necesita un ensayo de mayor tamaño. También dijo que el método podría no ser adecuado para todos los pacientes que se enfrentan a la anorexia.
“Dado que la estimulación cerebral profunda conlleva un procedimiento quirúrgico para implantar un dispositivo mecánico en el cerebro, se trata de un procedimiento muy serio que solo debe considerarse en consulta con un médico con conocimientos profundos en este campo”, planteó.
Otra experta externa estuvo de acuerdo.
“La ECP es un procedimiento invasivo que se debe reservar para los pacientes que han agotado todos los tratamientos sin mejorar”, aconsejó la Dra. Rosemarie Francisque-St. Victor, directora de medicina adolescente del Hospital y Centro Médico de la Universidad de Brookdale, en la ciudad de Nueva York.
Dijo que la técnica “puede tener reacciones adversas como el coma, la meningitis, la hemorragia cerebral, las convulsiones y el accidente cerebrovascular, por mencionar unas cuantas. Dicho esto, esta enfermedad tiene un potente componente de trastorno obsesivo-compulsivo. Por tanto, la ECP podría formar parte de las opciones de tratamiento ofrecidas a los pacientes cuando ninguna otra cosa ha funcionado”.
FUENTES: Alan Manevitz, M.D., clinical psychiatrist, Lenox Hill Hospital, New York City; Rosemarie Francisque-St. Victor, M.D., director of adolescent medicine at Brookdale University Hospital and Medical Center, New York City; The Lancet, news release, March 6, 2013
HealthDay
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