Exploran el Misterio de los Placebos
Un estudio reciente halla que el poder del efecto placebo hizo que pacientes de asma pensaran que fármacos reales y falsos proveían el mismo nivel de bienestar, aunque el fármaco verdadero en realidad tenía un efecto físico mucho mayor sobre sus pulmones.
El efecto fue tan potente que convenció a los pacientes de que estaban respirando mucho mejor aunque no hubieran tomado un medicamento verdadero y en realidad no habían mejorado mucho, según midió una prueba de respiración.
“El placebo no cambia la respiración real en los pacientes de asma. Pero cambia la experiencia de las personas sobre lo que sucede tanto como un medicamento real”, aseguró el coautor del estudio, el Dr. Ted J. Kaptchuk, profesor asociado de medicina de la Facultad de medicina de la Harvard.
Kaptchuk ha señalado que el ritual del tratamiento en sí es muy potente, y que en el estudio “fue aparente que los placebos son tan eficaces como un fármaco activo para lograr que la gente se sienta mejor”.
Como hace mucho saben los investigadores, alguien puede recibir una pastilla de azúcar o placebo, y con frecuencia se siente mejor. Los placebos no curan enfermedades como el cáncer. Pero con frecuencia pueden calmar el dolor, aliviar los trastornos gastrointestinales y reducir la presión arterial de un paciente, aunque no tienen ningún ingrediente activo aparte de lo que el paciente elige creer.
El nuevo estudio busca averiguar cómo el efecto de un fármaco real se compara con el de uno falso en dos áreas: el efecto real (en este caso sobre la capacidad de respiración del paciente) y el efecto percibido.
Los investigadores estudiaron a 39 pacientes de asma que se asignaron al azar a tratamiento con un inhalador de albuterol para el asma (un tratamiento común), un inhalador placebo o un tratamiento fingido de acupuntura (en que se utilizan agujas de acupuntura pero el acupunturista en realidad no estimula ningún punto). También se sometieron a sesiones en que no se les trató con nada en lo absoluto.
Los pacientes fueron expuestos al azar a cada método en varias consultas durante las cuales se evaluó su capacidad de exhalación. Las consultas se separaron entre tres y siete días, para un total de doce intervenciones.
En general, el inhalador de albuterol mejoró la exhalación en veinte por ciento. Cada uno de los otros métodos (incluso el no tratar) mejoró la exhalación en apenas siete por ciento en total.
¿Qué pensaron los pacientes? En general, pensaron que ambos inhaladores (el verdadero y el falso) y la acupuntura fingida mejoraban su respiración más o menos lo mismo (el inhalador de albuterol en 50 por ciento, el inhalador falso en 45 por ciento, y la acupuntura fingida en 46 por ciento). Pensaban que hacer nada apenas la mejoraba en 21 por ciento.
La investigación plantea muchas preguntas, dijo el Dr. Len Horovitz, especialista pulmonar del Hospital Lenox Hill de la ciudad de Nueva York. Dijo que una es “¿qué tan confiables son los pacientes en cuanto al informe subjetivo de sus síntomas? Cuando un paciente dice que se siente mejor, y uno piensa que en realidad necesitan más de lo que se les está dando, ¿debe parar? Realmente cuestiona lo que hacemos, si hacer que el paciente se sienta mejor es suficiente”.
Los autores del estudio tuvieron una opinión similar sobre el efecto placebo. Debido a la amplia brecha entre los informes del propio paciente de asma y su verdadera función pulmonar, los investigadores concluyeron que para una atención óptima del asma, los proveedores de salud deben evaluar la función pulmonar en lugar de confiar en las autoevaluaciones de los pacientes.
Y en los ensayos clínicos en general, añadieron los autores, “la dependencia exclusiva de los resultados subjetivos podría ser inherentemente poco fidedigna”.
El estudio aparece en la edición del 14 de julio de la revista The New England Journal of Medicine. Fue financiado por el Centro Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa.
FUENTES: Ted J. Kaptchuk, O.M.D., associate professor, medicine, Harvard Medical School, Boston; Len Horovitz, M.D., pulmonary specialist, Lenox Hill Hospital, New York City; July 14, 2011, New England Journal of Medicine
HealthDay
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