El Riesgo de Muerte Súbita

El Riesgo de Muerte Súbita

Un estudio histórico sugiere que el riesgo de muerte repentina luego de un ataque cardiaco ha mejorado significativamente durante las últimas tres décadas, aunque los primeros treinta días siguen siendo un periodo de gran peligro.

El estudio examinó las experiencias de cerca de 3,000 residentes del condado de Olmsted, Minnesota, que habían sufrido ataques cardiacos entre 1979 y 2005.

“Siempre había dos aspectos del estudio que no habíamos esperado, necesariamente”, aseguró la Dra. Veronique Roger, profesora de medicina y epidemiología de la Clínica Mayo y autora líder del informe de la edición del 5 de noviembre de la Journal of the American Medical Association. “Uno era cuándo del riesgo de muerte repentina luego de un ataque cardiaco se había reducido con el tiempo. La magnitud de la reducción fue del cuarenta por ciento durante el periodo del estudio. El segundo fue que si un paciente experimentaba insuficiencia cardiaca en algún momento durante el seguimiento, el riesgo de muerte repentina se reducía sustancialmente”.

En total, 1,160 de los que habían sufrido ataque cardiaco murieron, el 24 por ciento de los cuales sufrieron muerte cardiaca repentina. La incidencia de muerte cardiaca repentina fue del 1.2 por ciento en los últimos treinta días. Se redujo sustancialmente después de eso hasta nivelarse en 1.2 por ciento al año, menos que el riesgo de muerte repentina de la población general.

Entre los supervivientes de ataque cardiaco que experimentaron insuficiencia cardiaca, el índice de muerte cardiaca repentina fue de 2.5 por ciento en los primeros treinta días y en cada uno de los años siguientes.

El estudio “subraya la obligación de trabajar en conjunto para ofrecer la mejor atención posible” durante las semanas siguientes a un ataque cardiaco, según Roger. “Necesitamos mantenernos particularmente alertas para monitorizar a los pacientes regularmente para detectar cualquier señal de ataque cardiaco, para aplicar tratamientos adicionales, opciones terapéuticas y de gestión”, dijo.

Si se sospecha insuficiencia cardiaca, la pérdida progresiva de la capacidad del corazón para bombear la sangre, se debería hacer una ecocardiografía para verificar la afección, dijo. Las opciones de tratamiento incluyen diversos medicamentos, desde bloqueadores beta hasta estatinas para reducir el colesterol, pasando por la aspirina, aseguró Roger. Se deben implementar cambios en el estilo de vida, como una mejor dieta, dijo.

Entre los síntomas de insuficiencia cardiaca que exigen atención inmediata se encuentran falta de aire, tos o respiración sibilante persistentes, fatiga, confusión, hinchazón e inflamación.

El estudio “no es tanto una advertencia sino un recordatorio”, señaló el Dr. Howard S. Weintraub, director clínico del Centro para la prevención de la enfermedad cardiovascular de la Universidad de Nueva York.

El informe de la Clínica Mayo ofrece un recuento valioso de los avances en el tratamiento de los supervivientes de ataque cardiaco en un área relativamente aislada, continuó Weintraub. El hallazgo de que la insuficiencia cardiaca aumenta el riesgo de muerte repentina no fue ninguna sorpresa, dijo. “Entre más enfermo se encuentre luego de un evento desastroso, más probable será que ocurra otro desastre”, aseguró Weintraub.

Lo que el estudio no ofrece es la identificación de indicadores específicos del riesgo de muerte repentina, dijo.

“Es importante saber qué predispone a la muerte repentina”, aseguró Weintraub. “Necesitamos continuar siendo diligentes”.

HealthDay

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