Conocimiento Sobre la Genética de la EM

Conocimiento Sobre la Genética de la EM

Un nuevo estudio sobre la base genética de la esclerosis múltiple (EM) ha identificado más de 50 variantes de genes que podrían contribuir a la enfermedad autoinmune, de los cuales 29 son nuevos descubrimientos.

Se sabe que alrededor de la mitad de las variantes tienen que ver con la función del sistema inmunitario, y alrededor de un tercio se han implicado en otras enfermedades autoinmunes como el Crohn, la enfermedad celíaca, la artritis reumatoide, el lupus y la diabetes tipo 1.

“Cuando observamos las vías, nos dicen muy claramente que las etapas más tempranas del proceso de la enfermedad tienen que ver con cierta desregulación del sistema inmunitario, sobre todo de los linfocitos T”, aseguró el investigador coprincipal, el Dr. Alastair Compston, profesor de neurología de la Universidad de Cambridge en Inglaterra.

Los linfocitos T son células inmunitarias que vigilan contra las infecciones. Se cree que en las enfermedades autoinmunes los linfocitos confunden tejidos corporales con tejidos foráneos y los atacan.

En el caso de la EM, el propio sistema inmunitario del cuerpo ataca a la mielina, una sustancia que aísla a las fibras nerviosas del sistema nervioso central. El daño afecta a las señales nerviosas que van desde y hasta el cerebro, lo que puede llevar a entumecimiento, dificultades con el movimiento, visión borrosa, fatiga y, eventualmente, problemas cognitivos.

El estudio incluyó a casi 10,000 pacientes de EM de quince países y más de 17,000 controles sanos. La búsqueda, un análisis de todo el genoma, fue llevado a cabo por el Consorcio Internacional de Esclerosis Múltiple, un grupo conformado por investigadores de 129 instituciones que estudian la genética de la EM.

El gran tamaño de la muestra permitió a los investigadores identificar más variantes, llamados polimorfismos de nucleótido único, que las que se han encontrado en investigaciones anteriores, apuntaron los investigadores.

Saber cuáles genes tienen que ver con la EM podría ayudar a preparar el camino para nuevos tratamientos, incluso la posibilidad de que los puntos comunes entre la EM y otras enfermedades autoinmunes podrían significar que ciertos tratamientos que ya se usan puedan funcionar en más de una de estas afecciones.

“Los procesos generales que se dan en la autoinmunidad son compartidos”, aseguró Compston. “Pero el motivo de que un conjunto común de problemas lleve a diabetes en una persona y a EM en otra está aún por resolverse”.

El estudio aparece en la edición del 11 de agosto de la revista Nature.

Los primeros descubrimientos sobre una base genética de la EM se hicieron en los años 70, cuando investigadores hallaron una asociación con la región ALH (antígeno de leucocito humano), un grupo de genes del cromosoma 6.

Pero durante muchos años después “hubo un silencio abrumador sobre las especificidades de la base genética de la EM, a pesar de una enorme cantidad de esfuerzo”, aseguró Compston.

Eso comenzó a cambiar hace unos años con la mejora de la capacidad para analizar genes, explicó Margaret Pericak-Vance, directora del Instituto de Genómica Humana John P. Hussman de la Facultad de medicina de la Universidad de Miami.

“La EM es una enfermedad compleja. Lo sabemos. Hace mucho sabemos que la genética tiene que ver. Pero cuando comenzamos a observar la genética, creíamos que sería una respuesta sencilla”, comentó Pericak-Vance. “Hace más de 30 años se identificó que el ALH tenía que ver con la EM. Pero con el tiempo averiguamos que no es tan sencillo. La EM es muy heterogénea. El ALH no es responsable de toda la enfermedad, así que esperamos a que llegara la tecnología para aprender más”.

En los últimos dos años, muchos estudios han descubierto otros genes involucrados, añadió. Al añadir tantas nuevas variantes a la lista, el estudio actual “nos ayuda a comprender más sobre el paisaje genético que subyace a la EM”, apuntó.

Actualmente, la EM se trata con fármacos inmunológicos, pero no son perfectos, señaló Compston. “Este estudio absolutamente confiere la autoridad para persistir en esa estrategia particular y resolver los problemas de seguridad y eficacia de esos medicamentos”, anotó.

Y dado que tantos de los nuevos genes identificados tienen que ver con la función del sistema inmunitario, debería resolver cualquier duda persistente de que la EM es de hecho una enfermedad autoinmune, dijo Compston.

Aunque los genes importan, también importan los factores ambientales que desencadenan la EM, según los expertos. E incluso la lista expandida de más de 50 variaciones genéticas no explica todos los casos de EM.

“Aunque la EM es distinta del lupus y otras enfermedades autoinmunes, debido a los genes comunes hay algunos mecanismos básicos que son iguales en estos trastornos”, aseguró Pericak-Vance. “Comprender esos mecanismos básicos, además de qué es distinto, podría ayudar a que surjan nuevas terapias y objetivos”.

Aunque el trabajo explica cierto porcentaje de la EM, no la explica del todo, añadió. “Siguen habiendo contribuciones genéticas que aún desconocemos”, planteó.

FUENTES: Alastair Compston, Ph.D., M.D., professor, neurology, University of Cambridge, England; Margaret Pericak-Vance, Ph.D., professor and director, John P. Hussman Institute for Human Genomics, University of Miami Miller School of Medicine; Aug. 11, 2011, Nature

HealthDay

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