Historia de los Humedales de Bogotá: Presentación y Prologo
Colombia garantiza la sostenibilidad de sus recursos hídricos mediante el uso racional y la conservación de los humedales interiores, como ecosistemas estratégicos dentro del ciclo hidrológico, que soportan las actividades económicas, sociales, ambientales y culturales, con la participación coordinada, articulada y responsable del gobierno, los sectores no gubernamentales, las comunidades indígenas y negras, el sector privado y la academia.
Los humedales interiores del país son de gran importancia no sólo desde el punto de vista ecológico sino también socioeconómico, por sus múltiples funciones, valores y atributos, los cuales son esenciales para al sociedad en su conjunto. Sin embargo, la alteración de su equilibrio natural por actividades antrópicas tiene un costo económico, social y ecológico.
En este sentido, la Convención Ramsar (2000) plantea que la perturbación de los humedales debe cesar, que la diversidad de los que permanecen debe conservarse, y, cuando sea posible, se debe procurar rehabilitar o restaurar aquellos que presenten condiciones aptas para este tipo de acciones.
Así mismo, la conservación de estos ecosistemas es prioritaria para cumplir con los objetivos de protección contemplados en otros tratados internacionales de los cuales Colombia es parte, como por ejemplo el Convenio sobre la Diversidad Biológica.
Presentación
Cuando se analiza el desarrollo histórico de la ciudad capital, gran parte del mismo cae bajo rótulos tales como: espontáneo, no planificado, informal, ilegal, caótico. Por muchos años se ha asumido como poco lo que se puede hacer para dar forma a una ciudad del tamaño y dinámica de Bogotá.
El presente estudio nos muestra este proceso, desde la perspectiva histórica de la interacción entre el ecosistema urbano en crecimiento y un entorno conformado por los humedales preurbanos de la Sabana. Al leerlo, uno puede constatar cómo la “ciudad caótica” no se generó por azar. Resulta relativamente fácil seguir el hilo de las causas hasta las decisiones de normas, instituciones, políticas e inversiones que a nivel local y nacional se tomaron en un momento dado, con la información y con las prioridades consideradas en este entonces.
Hoy también debemos tomar decisiones y estamos obligados a revisar y comprender las causas y efectos de las tomadas en el pasado, para el desarrollo urbano sea, como debe, la transformación positiva de los ecosistemas, en función de la vida y, en especial de la vida humana.
Los proyectos en marcha, los que comienzan a ejecutarse y los que se dejan listos para ser ejecutados por las próximas administraciones, se dirigen todos a crear una ciudad más viva y más humana, más hecha para acoger y estimular a seres vivos y sensibles.
Una firme convicción en la posibilidad de un mejor ambiente para más personas, basadas en el conocimiento estrecho de las necesidades y aspiraciones colectivas, así como en estudio científico riguroso y análisis técnicos objetivos, es lo que nos a llevado a abordar la recuperación de los corredores ecológicos que atravesaban antaño la Sabana para conectar los bosques nativos de los Cerros con el río Bogotá y la restauración de los humedales como eslabón fundamental de dicha estructura.
Hay errores que no pueden repetirse y aún hay opciones para no perder lo que resta de esta pieza única de nuestro patrimonio natural. Es primordial reconocer que los humedales, la ciudad y la región son realidades dinámicas. Están evolucionando rápidamente y es preciso que este cambio sea consciente y planificado, orientado al disfrute por las personas, en especial para los niños, en cuyas manos estamos depositando el futuro. Si ellos conocen y aman nuestros ecosistemas, si pueden acceder a los humedales como un espacio acogedor y un bien colectivo, es posible que el futuro entienda su necesidad y valore su conservación. Hay que recordar que la primera parte de la extinción es el olvido.
ENRIQUE PEÑALOSA LONDOÑO
ALCALDE MAYOR
Prologo
El cambio planetario a un clima más cálido y seco a fines del Pleistoceno (diez mil años antes de que las fabricas y los automóviles se sumarán al efecto invernadero), la inclinación geológica de la Sabana hacia Tequendama, la profundización de la red de drenajes (cinco mil años antes de la invención de la agricultura) y la colmatación con los sedimentos que milenios de lluvias y glaciares arrancaron a los cerros vecinos (un millón y medio de años antes de la aparición de nuestra especie) fueron los factores que acabaron con la vasta laguna de Tumha, que cubrió la sabana por milenios, posteriormente reducida a una planicie salpicada de algunas someras, en su mayoría estacionales, mal drenada por una red de pequeños ríos en torno al Bogotá como curso principal.
Todos los humedales nacen, se transforman y desaparecen en periodos relativamente cortos, dentro de la escala geológica de tiempo, debido al proceso natural de enriquecimiento con nutrientes que lleva a la acumulación gradual con sedimentos erosionados de las laderas vecinas, hasta convertirse en pantanos, pastizales mal drenados, bosques y matorrales pantanosos durante algún tiempo. Las haciendas primero y luego el crecimiento urbano no planificado, han acelerado el proceso en Bogotá.
Usualmente definimos como problemas, aquellos cambios cuya rapidez alcanzamos a percibir como una exigencia de ajuste en nuestros hábitos mentales y nuestros patrones de actividad. Por lo mismo, con frecuencia se confunde la protección del ambiente con la conservación de un estado de cosas, con el congelamiento en el tiempo de una situación que nunca es más que una etapa o instante en la continua transformación de los ecosistemas y las regiones. La pregunta real por la conservación es cómo se pueden armonizar las transformaciones, no cómo detener o revertir la evolución de la biosfera y la sociedad.
En el actual contexto ecológico, la conservación de los humedales exige de éstos el sostenimiento de un intercambio de servicios con el ecosistema urbano del que hacen parte y su integración a la planeación, diseño y mantenimiento de la ciudad. El aprovechamiento sostenible de los humedales exige una fuerte intervención para restaurar su flora, fauna y funcionamiento ecológico y luego, un mantenimiento periódico para controlar el proceso natural de colmatación y su transformación en potreros.
El presente estudio hace parte de las investigaciones en las cuales el Distrito Capital basa su política ambiental y su ordenamiento territorial, teniendo en cuenta el pasado, el presente y el futuro, a la hora de planear y diseñar un mejor ambiente para las generaciones actuales y venideras.
MANUEL FELIPE OLIVERA ÁNGEL
DIRECTOR DAMA
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