In Memoriam: Guillermo Vargas Gómez 1916 – 1998
Guillermo Vargas Gómez, murió el 20 de octubre de 1998, después de una penosa enfermedad, consecutiva a un tumor maligno que le había sido extirpado meses antes. Murió acompañado por su entrañable esposa doña Elvira Gracia de Vargas y de sus amados hijos.
Guillermo Vargas Gómez, fue uno de los más grandes exponentes del “renacimiento” de la ortopedia en Colombia; de aquella época, cuando pasada la Segunda Guerra Mundial, una pléyade de ortopedistas regresaba del exterior para engrandecimiento de la decaída especialidad.
Memo, como afectuosamente lo llamábamos, tenía clase y calidad para todo. Había nacido en Bogotá, de una de las más respetadas y linajudas familias: su padre don Guillermo Vargas Nariño y su madre doña Ana Gómez Brigard de Vargas. Hizo sus primeros estudios en el colegio de San Bartolomé y la carrera de Medicina en la Universidad Nacional de Colombia, donde se distinguió por su capacidad, compañerismo, su genio festivo y alegre, dentro de una gran responsabilidad y respeto por las normas académicas.
Poco después de graduado viajó a los Estados Unidos, donde por suerte cambió su primera afición, la cirugía plástica, por la cirugía ortopédica. En Boston logró su admisión en la Universidad de Harvard para un posgrado en cirugía ortopédica, con rotaciones por patología general con el famoso Sidney Faber, por el Massachusetts General Hospital con los imponderables M.N. Smith Peterson y Joseph Barr y por el Children’s Hospital, con quienes fueron sus grandes maestros, los doctores Frank R. Ober y William T. Green; todos ellos máximas figuras de la ortopedia de fines de la primera mitad y comienzos de la segunda del siglo XX.
Su prestancia lo llevó a ser el ayudante particular del doctor Ober y compartir en su consultorio con figuras famosas como las de los doctores Brewster y Delorm.
Alguna vez recién llegado yo a Boston, observaba desde uno de los miradores de las salas de cirugía a un cirujano que no reconocí, quien practicaba un simple alargamiento del tendón de Aquiles, pero me llamó poderosamente la atención en él, la nitidez del procedimiento, la finura de los movimientos, la precisión de los actos y para mis adentros pensé: ¡qué maravilla de cirujano, es de lo mejor que he visto en mi vida!, y pregunté: ¿quién es ese cirujano a quien no conozco? Es el doctor Guillermo Vargas de Colombia, fue la respuesta.
Guillermo Vargas regresó a Colombia, un poco desorientado, pero siempre con el pensamiento de innovar, educar y enseñar Sin ser pretensioso, era exigente, franco y estricto Luchó por mejorar las viejas costumbres de los hospitales y en especial las normas de las salas de cirugía, los récords de los pacientes y el fiel cumplimiento de las órdenes médicas Trabajó en el Hospital Militar Central en donde dio ejemplo de eficiencia.
Desplegó su infinito afán por la docencia y fue émulo del Dr. Augusto Sarmiento quien ha sido orgullo de la cirugía ortopédica en todo el orbe. Estableció por primera vez un servicio de Consulta Externa de Ortopedia en el Hospital San José, fue miembro fundador del Instituto Colombiano del Sistema Nervioso y director del afiliado Instituto Los Rosales, primer centro privado de rehabilitación integral en la capital de la República.
También fue miembro fundador, de la junta directiva y profesor de la actual Fundación Colombiana de Rehabilitación, en ese entonces: Escuela de Fisioterapia anexa al Instituto Roosevelt. Allí pudo realizar sus programas educativos y sus alumnas se deleitaban con sus interesantes y amenas clases sobre anatomía, fisiología, patología y clínica del aparato locomotor.
Su ejercicio particular lo ejerció en el Consultorio de Especialistas, en donde con su brillante inteligencia y sus vastos conocimientos contribuyó a que este grupo de profesionales llevaran a la medicina y la cirugía a los más altos niveles en el país.
En 1957 Guillermo Vargas decidió trasladarse a la ciudad de Cali, principalmente, y quizás únicamente, por el deseo de vincularse a una universidad. La escuela de medicina de la Universidad del Valle, brillaba sobre las demás del país por sus programas académicos, su solvencia económica, su respaldo internacional, la calidad de los profesores y sus modernas instalaciones. Era el sitio que él anhelaba. Allí pasó la mayor parte de su ejercicio profesional y allí demostró su capacidad y su valer.
En 1957 fue elegido como V presidente de la Sociedad Colombiana de Cirugía Ortopédica y Traumatología. Por primera vez la sede de la sociedad se radicaba en la ciudad de Cali Su gestión fue encomiable lo mismo que la organización que le dio al III Congreso Anual de la Sociedad que contó con la presencia del famoso Dr. Ober, de la destacada patóloga ósea Dra. Mary Sherman y del inolvidable Dr Eugene L. Jewett.
Los postreros años de su permanencia en Cali los consagró a organizar y enseñar en el servicio de ortopedia del Hospital de Palmira (Valle). Allí se dedicó a servir a la comunidad, sin ningún interés lucrativo. Infatigable viajaba de Cali a Palmira y de Palmira a Cali, educando y enseñando a todo el personal a su alcance.
Finalmente, retirado del ejercicio profesional, regresó a Bogotá; quiso llevar una vida plácida, dedicarse a la lectura, al estudio de las matemáticas, afición que le apasionó toda la vida, a deleitarse con el mundo de la informática, quiso estar más cerca de sus hijos y volver a su tierra natal donde lo esperaban sus viejos amigos.
Guillermo Vargas deja un recuerdo imperecedero a todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo.
Dr. Roberto Arango Sanin
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