Editorial: Promoción de la Salud y Prevención de la Enfermedad Algunas Reflexiones

Para algunos autores, la promoción de la salud es la realización de programas generales y específicos, es mejorar el nivel de vida. La prevención, es vista como la acción de prevenir, es hacer que alguien mejore su situación desde lo cotidiano y personal.

Quienes trabajamos en la academia, con la responsabilidad en la formación de nuevos profesionales de enfermería, que lideren verdaderos procesos de cambio, debemos preguntar: ¿salir a los barrios y veredas a ofrecer un servicio, como un taller educativo o la aplicación de un producto biológico es promover y prevenir?

¿Es posible hablar de salud en contextos y escenarios donde priman la pobreza y la miseria?

La promoción de la salud es también un medio para conseguir la salud, concepto tan complejo y abstracto, que involucra la articulación de conocimientos, saberes, actitudes, pero igualmente infraestructura, servicios y recursos. Es entonces, un proceso encaminado a reeducar y capacitar a personas y grupos, a realizar en conjunto, acciones destinadas al mejoramiento de las condiciones y calidad de vida, al control de múltiples y complejos factores de riesgo.

Cualquier combinación de procesos educativos, participación comunitaria con apoyos institucionales, económicos, de recursos y talento humano, fomentan cambios y comportamientos en los estilos de vida.

La promoción de la salud, es entonces un proceso activo, dinámico, que incluye cambios individuales y grupales, modificación en los estilos de vida y fundamentalmente, la apropiación del concepto de salud, como un bien al que cada uno debe preservar. El medio ambiente, juega un papel determinante en este proceso.

La promoción de la salud, al igual que la prevención de la enfermedad, deberán ser una política y una estrategia de la Atención Primaria en Salud, tema que en la actualidad cobra una mayor importancia y vigencia, a la luz del dramático panorama social, económico y político de nuestro país.

En este orden de ideas, los programas y acciones deberán estar articulados y responder a unos procesos de concertación y participación, que garanticen una dinámica social, enmarcados en la vida cotidiana, en el día a día, de cientos y miles de personas y familias, con sus valores, creencias e historias de vida.

En ocasiones, el uso indiscriminado de estas expresiones: promover y prevenir, desdibujan su sentido original. Con frecuencia, estos conceptos se sobreponen, se entrecruzan y confunden, por lo tanto, se hace necesario trabajar permanentemente en su conceptualización. Dar atención y cuidado a las personas y grupos es una exigencia ética, pues cualquier tipo de acción orientada al mejoramiento personal, familiar y social, debe ser un acto ético.

Enfermería, que brinda un cuidado holístico no es ajena a este postulado.

Es necesario reconocer, que el concepto de calidad de vida, es más que dinero y recursos. Es igualmente, el abordaje personal y familiar al trabajo, la alimentación, la vivienda, la recreación, como al acceso a los servicios de salud, entre otros. Es aquí, donde debemos hacer un pare e intentar responder algunos interrogantes.

¿Cómo se gestionan los servicios de salud?
¿Cómo se manejan sus presupuestos y recaudos?
¿Qué decir del aumento de la cobertura y la calidad de la misma?
¿El importante aumento de recursos, se ha reflejado en un mejor nivel de vida y salud de la población?
¿Son suficientes y adecuados, los controles y mecanismos de seguimiento a estos recursos?
¿Por qué la incidencia de enfermedades como el sarampión, la tuberculosis y la fiebre amarilla, entre otras?

Con preocupación evidenciamos una tendencia en la disminución de las condiciones y calidad de vida. El sector salud deberá clarificar y redireccionar muchos de sus procesos. La violencia, el desempleo y la recesión económica, contribuyen de manera importante al deterioro y empobrecimiento de la población. El fenómeno de los desplazados, es un tema que deberá ser estudiado desde los ámbitos políticos, sociales, académicos y asistenciales, en la búsqueda conjunta de alternativas y estrategias de solución.

La implementación de la ley 100 de 1993, trajo entre otros, la reestructuración y modificación de las funciones del Ministerio de Salud, hoy en día, el polémico Ministerio de Protección Social. La nación dejó de asumir el control y manejo de la llamada “salud pública”. La ley, asignó la prestación de este servicio a las EPS y ARS.

¿Cómo ha sido esta gestión, desde la óptica de la calidad?, desde la eficacia, eficiencia y cobertura?

Una de las consecuencias más graves de la implementación de la ley 100, ha sido la fragmentación de las acciones de promoción y prevención. Estas funciones, asignadas a los sistemas del régimen contributivo y subsidiado, deberán ser igualmente replanteadas a la luz de los preocupantes resultados. La nueva legislación, bajo los enfoques de Promoción y Prevención, busca que las personas se apropien del cuidado de su salud, que sean proactivas en estos procesos, y se alejen del modelo tradicional y paternalista, donde el Estado provee recursos humanos, técnicos y asistenciales.

En este sistema, la ley 100 introduce cambios sustanciales en relación con la prestación de los servicios de salud de los colombianos.

La academia, las instituciones prestadoras de salud y los representantes de la comunidad, deberán continuar promoviendo foros y encuentros de análisis y discusión, para el abordaje de nuevos retos que permitan afrontar en conjunto los dilemas sociales, po-

Maria Clara Quintero Laverde, Enf.
Decana Facultad Enfermería, Universidad de la Sabana
mariac.quintero@unisabana.edu.co

CLIC AQUÍ Y DÉJANOS TU COMENTARIO

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *