El Papel del docente en la Formación del Recurso Médico

Una aproximación a sus valores y responsabilidades en la educación de los futuros profesionales de la salud

Omar A. Gutiérrez Guauque, MD*. Otorrinolaringólogo, Hospital
Universitario de La Samaritana, Bogotá, D.C. Especialización
en Educación Médica. Instructor otorrinolaringología,
Universidad de La Sabana, Universidad del Rosario.

Resumen

La enseñanza en la Medicina ha sido tradicionalmente desarrollada por vocación y motivación de diferentes profesionales deseosos de mantener el interés científico; sin embargo, en muy pocas ocasiones se cuenta con unos sólidos fundamentos pedagógicos que le permitan al docente crecer en este campo.

En muy pocas oportunidades es posible discutir y reflexionar acerca de la importancia del papel que juegan los formadores del recurso médico y cuáles deben ser las principales características de ellos. Este breve artículo expone algunas ideas y fundamentos en relación con los tópicos mencionados, así como algunos puntos de vista al respecto.

Palabras clave: educación médica, docente, medicina, profesor.

Conocimiento y Educación

La educación es un proceso intencional de carácter social, con fines variables de acuerdo con una u otra época, cultura, clase social, etc. con importante influencia de factores externos (políticos, sociales, religiosos, económicos), sin embargo sus objetivos comunes son la socialización como búsqueda de la adaptación de un hombre al grupo, a su cultura y sus instituciones; así como la individualización, entendiéndose ésta como la promoción del sujeto para su realización según sus propias aspiraciones (1).

“Estamos viviendo actualmente en una época en que las comunidades basan su economía en un bien intangible llamado “el conocimiento”… “quien tenga el conocimiento ostentará el poder”(2).

Personas y grupos académicos entienden que el conocimiento es relativo y aceptan un conocimiento científico en un determinado momento de una manera crítica, con la convicción que puede ser renovado, transformado y eventualmente sustituido (2)

El conocimiento, sin embargo, es favorecido por gran cantidad de factores que afectan al individuo uno de los cuales es el proceso de educación formal llevado a cabo con el fín de adquirir habilidades, destrezas y profundización en un área determinada del saber científico.

Educar consiste entonces en promover los rasgos que en los educandos se consideran pertinentes de acuerdo con las fuerzas sociales o culturales para enfrentar la vida actual.

Los conocimientos por sí mismos no capacitan a una persona para vivir en esta época o en cualquier otra (3).

Aprender a Aprender

El enseñar es hacer que los alumnos se vuelvan individuos autónomos, independientes y autorreguladores, capaces de “aprender a aprender”. Esto implica la capacidad de reflexionar acerca de la manera en la cual se está aprendiendo y actuar en consecuencia autorregulando el propio proceso de aprendizaje (4).

La finalidad de la educación consiste en promover los procesos de crecimiento personal del alumno en el marco de la cultura del grupo al que pertenece; es el « enseñar a pensar y a actuar sobre contenidos significativos y contextuales» (4).

El Médico y su Formación

Al médico se le ha tenido siempre como una persona docta, perito en el tratamiento de las enfermedades y sabedor de todo lo relacionado con éstas. Tal concepto pudo ser válido cuando los conocimientos eran muy reducidos. En la actualidad la ciencia médica es un inmenso océano de conocimientos, símil que tiene que ver con la extensión y la profundidad (5).

La preparación del recurso médico es un proceso delicado por cuanto se trata de la formación de un profesional cuya misión no es otra que velar por la salud y la vida de las personas. Siendo ellas (salud y vida) los bienes más preciados de cualquier individuo, se hace indispensable poner a disposición del futuro médico las mejores condiciones para su correcta formación (5).

“En 1995 la Asamblea Anual de la Organización Mundial de la Salud aprobó la resolución “Reorientación de la educación médica y de la práctica médica para salud para todos” en la cual recomiendan que las universidades deben esforzarse en formar médicos que se caractericen por ser (2):

1. Proveedores de cuidados (médico asistencial)
2. Tomadores de decisiones
3. Comunicadores
4. Líderes comunitarios
5. Gerentes

Sin embargo, este papel que las instituciones universitarias deben realizar no es posible sin la labor, la entrega y el compromiso de sus docentes.

Un aporte de gran utilidad pedagógica realizado por el Dr. Carl Rogers menciona que el buen docente procurará crear un ambiente con menos amenaza para el estudiante y un clima educativo más eficaz, necesarios para optimizar los recursos del estudiante, hechos que en múltiples oportunidades como docentes desconocemos u olvidamos.

El maestro es el compañero en la empresa del aprendizaje, actividad que el estudiante debe realizar por si mismo, ya que “nadie aprende en lugar de otro”; muchas veces confundimos el “acompañar” con el ser “transmisor del conocimiento”, sin explorar otros aspectos de los alumnos como sus motivaciones e intereses por la materia, el método de aprendizaje que utiliza y mucho menos pensamos en nuevas estrategias creativas que interesen al estudiante en el campo del saber.

Los educadores deberíamos buscar que los nuevos médicos se conviertan de destinatarios y transmisores de información en generadores de conocimiento, ciencia y tecnología; de lo llamado por algunos autores “la moneda del siglo XXI” (2).

Papel del docente ¿profesor o maestro?

Desde diferentes perspectivas pedagógicas, al docente se le han asignado diversos roles: el de transmisor de conocimientos, el de animador, el de supervisor o guía del proceso de aprendizaje, e incluso el de investigador educativo. Se puede reducir sólo a transmitir información, sin embargo, el verdadero docente debe poner en práctica diferentes estrategias que le permitan hacer del aprendizaje significativo logros en beneficio de los estudiantes a lo largo de todo el proceso enseñanza-aprendizaje. El profesor debe poseer un cierto conocimiento teórico y práctico más o menos preciso de todo un nutrido arsenal de instrumentos y técnicas para orientar y evaluar la evolución de sus alumnos; incluso en muchas ocasiones no se examina cual es el momento de enseñanza y aprendizaje para algunas competencias requeridas a fin de llegar a ejercer una adecuada práctica profesional (4, 6).

Alfonso Borrero hace una distinción muy clara entre profesor y maestro: «El profesor es aquel que imparte una instrucción que colabora en la formación de expertos, no importa el tipo de aprendizaje que se esté impartiendo. El maestro en cambio educa, el maestro además de instruir, forma. Sin embargo, el verdadero maestro será quien acompañe al estudiante a “dar a luz” a través de las distintas enseñanzas para que desarrolle su herramienta que es la inteligencia» (8).

El maestro es un punto de referencia, no es una meta. Cuando el maestro se considera una meta, limita al alumno impidiéndole la posibilidad de crecer en sí mismo. El maestro le contribuirá y le colaborará al alumno para descubrir y descubrirse de manera permanente, a su ritmo, en su proceso (9).

No es el maestro quien ilumina al alumno, es el alumno quien promueve su propia iluminación con la colaboración del maestro (8).

El profesor, o mejor el docente universitario, tiene un gran compromiso con el saber, mantener el interés por el saber; “el que adquiere el espíritu universitario no lo pierde jamás. No piensa que enseñar es repetir las clases del pasado o que estudiar es almacenar datos, sino que es algo más vital, es crecer en el saber” (10).

Es de gran importancia resaltar que la labor docente debe ir encaminada a guiar los procesos de formación más que a obtener en el estudiante un logro, ( lo que algunos pedagogos han denominado “el aprendizaje centrado en los procesos y no en los resultados”), un resultado que en muchos casos se espera por parte del docente sea el reflejo de su punto de vista, pues finalmente este producto será el evaluado, sin contemplarse que puede ser renovado o modificado a través del tiempo de acuerdo con el avance de la ciencia o bien que existen otros resultados válidos para la situación; mientras que si el individuo ha aprendido a tener un adecuado proceso de raciocinio, de búsqueda de información y de análisis crítico tendrá los suficientes elementos para poder desempeñar sin mayores tropiezos sus diferentes roles en la sociedad.

Por lo anterior no es conveniente que el aprendizaje se ancle tozudamente en dar las conocidas respuestas eliminando la curiosidad del joven estudiante de Medicina y quizás, deformando y eliminando su potencia como investigador (12).

Actualmente, en los inicios del siglo XXI existe gran cantidad de información y medios para la obtención de ésta, permitiendo conocer múltiples situaciones, hechos, descubrimientos y realidades de manera simultánea o con muy poco tiempo de diferencia, los alumnos que ingresan a las instituciones universitarias han crecido con el uso de computadoras, sistemas de comunicación electrónica, software, medios interactivos y redes de información, a diferencia de los medios de información existentes hace 3 ó 4 décadas en la educación superior; el acceso a nuevas y diferentes maneras de información es posibilitado ahora por las redes de comunicación, que con sus variadas bases de datos de literatura médica, facilitan aún más responder por sí mismos las preguntas (12).

En este aspecto es importante mencionar que sólo aquel que conoce un campo del saber científico en profundidad, del área médica, será quien mejor podrá discernir y orientar al alumno en relación con el tipo de información y la calidad que se maneja; podemos afirmar que estos medios electrónicos no desplazarán y menos aún reemplazarán la labor docente, por el contrario, la complementará y será una herramienta adicional que tendrán para su uso alumnos y docentes, quienes deberán saberla utilizar y aprovechar para continuar en el proceso permanente de actualización.

Valores del Docente

En nuestros días es de gran vigencia la afirmación del Dr. Leonardo Polo en el sentido que si la educación no está basada en valores no se trata de educación. Valdría más hablar de adiestramiento; este deberá ser un enorme valor agregado del proceso educativo.

El profesor universitario debe ser un amigo capaz de entender al estudiante, no cerrando su campo de acción a lo estrictamente técnico y científico, permitiendo en cambio que cada alumno logre avanzar, descubrir y construir su conocimiento a su propio ritmo. “El profesor debe tener comprensión para juzgar el acto mas no la persona, la indulgencia ante pequeños defectos” (10).

En muchas ocasiones suponemos que aquel profesional destacado en su área, experto en el saber científico formará excelentes alumnos en este campo, ello desafortunadamente no siempre es así, pues muchos científicos carecen de una cualidad esencial para la docencia: la vocación, entendida como aquel llamado interior que oye el “escogido” y que le indica el camino que debe recorrer durante su vida, sin ella no se garantizará el que un profesional en formación se motive en el proceso de búsqueda del saber; podrá conocer probablemente mejor algunas áreas del campo específico del saber (transmisión del conocimiento) pero no se logrará cultivar una apropiada motivación en la búsqueda permanente del saber y el pensamiento crítico en relación con el conocimiento, objetivo principal de la actividad educativa.

El docente debe también tener amplias cualidades humanas y formación humanística, pues no de otra forma se podría entender que estuviese haciendo parte de un proceso de tipo social como lo es el formativo y menos aún que éste se desarrolle en el área de la Medicina.

La honestidad es la base sobre la que deben construirse los valores del médico originándose desde sus propios formadores. Es la honestidad intelectual la que permite reconocer las limitaciones para no presumir saberlo todo y la que impulsa el intelecto a la actualización constante, la que recuerda permanentemente en donde se encuentran los límites del conocimiento para que se actúe siempre en la búsqueda de la verdad.

“Los profesores aceptan la obligación de ejercer la autocrítica al usar, extender y transmitir el conocimiento y practican la honradez intelectual. Aunque los profesores puedan perseguir intereses secundarios, esto nunca debe impedir, limitar o comprometer su libertad de investigación” (13).

El docente además de ser un gran comunicador debe desarrollar gran capacidad de integración, entre el saber a la luz científica con su propia experiencia, ya que esta última enriquecerá y contextualizará aquello que puede obtenerse por otros medios.

Es muy importante que sea un motivador permanente, tratando de hacer a sus discípulos unos “buscadores críticos permanentes del saber”, intentando siempre inculcar valores agregados a esa investigación y fomentando (consciente o inconscientemente) el reto de ser superado por sus discípulos, si esta actitud se logra integrar a la relación docente-alumno el primero estará consiguiendo uno de los propósitos principales: contribuir a la formación de mejores profesionales en el área correspondiente. “Un profesor generoso debe desear que su discípulo comience donde él ha llegado” (10).

Así como el docente debe estar actualizado en los aspectos técnicos y científicos propios de su área, es también importante que actualice o se interese en profundizar en el área pedagógica, métodos y estrategias de búsqueda del conocimiento, formas y métodos evaluativos, modelos pedagógicos, etc., ya que el empirismo en el campo pedagógico, bajo ciertas circunstancias puede ser tan discutido como el empirismo en la actividad médica; es deseable desde el punto de vista de los alumnos que sus formadores posean un mínimo de conocimientos en relación con los múltiples aspectos del proceso enseñanza-aprendizaje lo cual redundará en una mejor calidad del proceso y mejores frutos del mismo.

El docente debe entender que cada alumno es un mundo diferente, son problemas, actitudes, aptitudes, motivaciones, cúmulos culturales diferentes, por tanto, la formación de cada uno debería ser diferente; sin embargo ello no siempre es fácil de entender, pues se pretende hacer institucionalmente un solo proceso y que cada individuo se ajuste a él; por tanto, la función del docente será la de facilitar también este ajuste por parte del alumno, sirviendo de vínculo mediador para que el alumno alcance sus objetivos.

Finalmente el profesor también puede crecer a partir de sus errores y fallas, el docente no es infalible, también tiene dudas e ignorancias y solo con la humildad para decir “ no lo sé” podrá dar el primer paso para crecer en el saber.

“SER MAESTRO ES TAREA DE TODA UNA VIDA”

Abstract

The teaching in Medicine has been traditionally developed because of vocation and motivation of different profesionals interested in keeping the cientific interest; although in few occasions it acounts with solid pedagogical basis that it permits to the teacher to grow in this area.

In very few oportunities it is possible to discuss and to reflect about the importance of the formers of physicians and what should be the principal characteristics of them. This little paper exposes many ideas and basis about these topics and many points of view.

Key words: medical education, teacher, medicine, professor.

Correspondencia: Hospital Universitario de La Samaritana. Carrera 8 No. 0-55 sur Bogotá, D.C. Departamento de Otorrinolaringología.

E-mail: ogutierrez71@hotmail.com

Bibliografía

  1. Parra M. La evaluación, una herramienta dinamizadora del proceso educativo. Revista de La Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia 1999, 47 (4): 224-227.
  2. Acosta F. El médico para el nuevo siglo. Revista de la Facultad de Ciencias de la Salud Universidad del Cauca. Diciembre 1999; 1 ( 3 ): 44-48.
  3. Rugarcía A. La sociedad y la educación. Del libro: Los valores y las valoraciones en la educación. Editorial Trillas. p. 26 -35.
  4. Castillo J. Estrategias docentes para un aprendizaje significativo. www.monografias.com
  5. ¿Quieres estudiar medicina?. Guía de orientación profesional para quienes aspiren a estudiar Medicina. Documento Asociación Colombiana de Facultades de Medicina ASCOFAME, Julio de 1997
  6. Osborn E, Lancaster C, Bellack J, et al. Differences in curriculum emphasis in us undergraduate and generalist residency education programmes. Medical education 1999; 33: 921 – 925.
  7. Zoorob R, Sidani M. A managed care curriculum developing a managed care curriculum for primary care residents. Medical Education 1999; 33: 854–859.
  8. Nalus M. “Prevención integral en la educación superior” Formación integral y conocimiento. Proyecto UNDCP – ICFES – M.E.N. Santafé de Bogotá, D.C. 12 de octubre de 1992.
  9. Nalus M. El método creativo para la formación integral (Propuesta desde un nuevo paradigma educativo). Ponencia presentada en el III Congreso Internacional de Educación a Distancia. Pontificia Universidad Javeriana. Mayo 19, 20 y 21 de 1999. Santafé de Bogotá, D.C.
  10. Polo L. El profesor universitario. Colección Algarrobo. 1997
  11. Eslava Juan C. Ciencia y estética. Una mirada al cuerpo humano de la medicina hipocrática. Revista de La Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia 1998, 46 ( 2 ): 97-100.
  12. Delgado Mario. ¿Qué cambios prioritarios son necesarios en la educación médica? Revista de la Facultad de Ciencias de la Salud Universidad del Cauca. Septiembre 1999; 1 ( 2 ): 45-47.
  13. Declaración de principios del profesor universitario. Fuente: American Association of University Professors, “Policy and Reports” (1995), 25 / 09 / 1997.

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