Palabras del Señor Académico Don Jaime Posada Díaz
Director de la Academia Colombiana de la Lengua y Presidente del Colegio Máximo de las Academias
Señora Ministra de Salud, doctora María Teresa Forero de Saade; señor Presidente, doctor Gilberto Rueda Pérez; señor Presidente de la Corporación, doctor José Félix Patiño; señores miembros salientes y electos de las Mesas Directivas.
Señores Presidentes de las Academias y Sociedades que integran el Colegio Máximo; señores Exministros de Estado, miembros del Cuerpo Diplomático; señor Presidente de la Cruz Roja Nacional, doctor Guillermo Rueda Montaña; señores Académicos y Rectores Universitarios, señores profesores, amigos todos:
En razón de la trascendencia de la convocatoria de esta noche y dada la presencia de los miembros de la Junta Directiva, el Colegio Máximo de las Academias ha resuelto que la jornada de esta noche sea la primera reunión plenaria del Colegio en el trimestre inicial de 1998.
Se posesionan hoy el Presidente y la nueva Junta Directiva de la Academia Nacional de Medicina integrada por los doctores José Félix Patiño Restrepo, Presidente; Juan Mendoza-Vega, Vicepresidente; Hernando Groot Liévano, Secretario Perpetuo; Joaquín Silva Silva, Secretario General y Hernando Forero Caballero, Tesorero.
En representación del Colegio Máximo de las Academias Colombianas, les doy una cordial y merecida bienvenida y felicito a la Academia Nacional de Medicina por el afortunado escogimiento.
Simultáneamente me corresponde agradecer al Presidente y a la Junta que terminan, y que en anteriores ocasiones fueron reelegidos, agradecer la activa y provechosa colaboración que prestaron a las tareas del Colegio Máximo los doctores Gilberto Rueda Pérez, Presidente, Roberto de Zubiría, Vicepresidente; Hernando Groot, Secretario Perpetuo; Zoilo Cuéllar, Secretario y Gonzalo López, Tesorero, merecen la gratitud por la buena voluntad creativa que mostraron en todo momento.
Al doctor Gilberto Rueda Pérez le correspondió una gestión de altísimas responsabilidades, no sólo en la órbita de su Academia, sino en grado más amplio en los intereses y de organización médicos del país y en los campos de la Salud y la Seguridad Social, en todo lo cual fueron evidentes su constancia, conocimiento del medio y afan de acertar patriótica y profesionalmente.
Arriesgado, ante auditorio tan competente como el que se congrega esta noche en este auditorio, querer aproximarse a la personalidad y a la obra de José Félix Patiño, tan reconocidas y respetadas.
Él es una figura conocida nacional e internacionalmente por su experiencia y voluntad de superación: la cirugía, la práctica científica, la universidad, el servicio público, la gestión gremial han ganado la huella de su equilibrado dinamismo y las expresiones de su bien adiestrada inteligencia.
La Cátedra médica, la Presidencia de ASCOFAME, la dirección de la Federación Panamericana de Facultades de Medicina, la coadyuvancia al progreso de centros hospitalarios distinguidos, han contado siempre con su sentido de la organización, de la conveniencia pública, de la solidaridad social.
En el Gobierno del Presidente Guillermo León Valencia el país conoció un Ministro de Salud desvelado, dirigentey emprendedor. (Lea: Discurso, Palabras del señor Presidente de la Academia Nacional de Medicina)
La rectoría de la Universidad Nacional es otro de los periódos decisivos de su existencia, su prudencia, su sentido del diálogo, junto con su preocupación por la suerte del claustro mayor, su visión de cambios adecuados, definieron toda una conducta.
Por los años de 1961 y 1962, el Banco Interamericano de Desarrollo, con la inolvidable conducción de ese admirable chileno que se llamaba Felipe Herrera, aceptó por notable consejo de Colombia, cooperar con préstamos para el desarrollo universitario en condiciones de amortización muy manejables.
Como Ministro de Educación del Presidente Alberto Lleras, me correspondió presentar, para financiamiento, el Plan de Desarrollo de la Universidad Nacional y luego apersonarlo e insistir en su importancia como representante de Colombia ante la Alienza para el Progreso en Washington.
El empréstito lo recibió la nación y el Rector Patiño pudo apersonarlo y le correspondió orientar su aplicación y el cumplimiento de sus metas, todo lo cual generó un renovador impulso para la ciudad blanca.
Ceremonia tan significativa como la de esta noche resulta oportunidad adecuada para reiterar opiniones sobre temas de interés común para los claustros de educación superior, para las Academias y las sociedades científicas, por ejemplo, señalar convencidamente, como se ha repetido, que el país no recuerda movilizaciones de mayor magnitud suscitadora a las de la Expedición Botánica y la Comisión corográfica: dos instantes trascendentales del desarrollo histórico a los cuales confluyó un ansia de investigación y un deseo de encontrar las razones evidentes de la existencia de la nacionalidad.
Se volvió la mirada a la tierra y se escudriñaron las rocas; se escuchó la verde respiración de los vegetales, se indagó por los complejos y las mezclas étnicos.
Ambas experiencias, la botánica y la corográfica reunieron la voluntad y los conocimientos de las conciencias más lucidas y las sensibilidades más atrayentes de cada época. Toda la generación de la primera República destrozada posteriormente alimentó sus ansias y adiestró sus espíritus en el ambiente nacido de la aparición de Mutis y su compañía de investigadores.
Una patria nueva, creyente de libertades fue el producto político institucional del clima de autonomía de pensamiento, de conciencia de las responsabilidades, de noción de los valores propios del virreinato creado y fomentado por la expedición. A su vez y quizás en orden inverso, la comisión corográfica correspondió en el siglo XIX a un impulso reformista, a una pasión de cambios.
Las inquietudes sociales y económicas en este caso derivaron a la indagación de las costumbres y de los ingredientes constitutivos del país.
Un estudio sistemático y en equipo de las características del territorio, del hombre y de la sociedad, puesto en marcha con elevada aspiración: los datos que ofreció este balance, las necesidades de urgencias que se registraron determinaron también la empresa de reivindicaciones democráticas cumplida en el Gobierno de José Ilario López. Una vez más de las inquietudes científicas se pasó al campo de los anhelos y de las realizaciones políticos.
Las circunstancias del presente, prudente y objetivamente analizadas han justificado la posibilidad de que las entidades y las fuerzas sociales se congreguen en una renovadora aventura de la inteligencia: la de poner en marcha una moderna expedición de la cultura, la ciencia y el pensamiento de la cual las Academias y Sociedades Científicas y las universidades podrán ser perseverante núcleo catalizador.
Se trata al amparo del idioma de la ciencia que promover acciones nacionales e internacionales que contribuyan a afianzar la personalidad espiritual histórica y cultural de Colombia y de iberoamerica.
Una gama concatenada de frentes de acción en la órbita de los menesteres de la inteligencia, una capacidad para convertirse en verdadero propósito nacional, ese propósito que alguna vez reclamara un prócer contemporáneo.
Las Academias y su Colegio Máximo tienen el reto y el compromiso de contribuir a airear una mentalidad colectiva ajena a la pugnacidad y al conflicto frustante y despejada de enconos y de contradicciones. Tonificar la atmósfera social con la irradiación de fuerzas del espíritu, constituye una razón de todas estas entidades.
Las actividades permanentes de las Academias y las Sociedades Científicas y profesionales y de las universidades, sumadas, vienen a constituir un conjunto de realizaciones dignas de encomio, de esa obra entrelazada y activa resultará el más sólido y atrayente aporte a la moderna expedición de la cultura, la ciencia y el pensamiento, la gran empresa intelectual que anima e impulsa el Colegio Máximo de las Academias.
Al celebrar la Presidencia del doctor José Félix Patiño en esta Corporación y como un recuerdo afectuoso para él, nada más justo que evocar ahora la memoria del doctor Luis Patiño Camargo, investigador generoso y desinteresado, sencillo y a la par valiosa figura de la medicina; él en estos momentos nos está ayudando a presidir espiritualmente este acto consagratorio.
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