Editorial del Secretario Perpetuo
La Academia Nacional de Medicina
1817 a 1990
Reseña Histórica
Las páginas editoriales de Medicina se dedican hoya celebrar los 100 años de vigencia de la Ley 71 de 1890, la cual por voluntad del Congreso, ordenó reconocer como Academia Nacional de Medicina a la Sociedad de Medicina y Ciencias Naturales, fundada por siete eminentes profesores en Bogotá, el3 de enero de 1873:
El tránsito mas que todo implícito, de la Capital a la Nación, indica la razón del cambio de nombre de la Revista Médicade Bogotá por el de Medicina, que hoy continúa con la labor de “Órgano Informativo” legado por la original publicación, cuyo Número 1se distribuyó el3 de enero de 1873.
Aquellos fundadores si fuere permitido hoy por su categoría llamarlos arcontes médicos, quisieron exaltar con el título deMedicina y Ciencias Naturales, la época florida que venía de atrás, en que la fuente primordial de la terapéutica procedíade extractos de plantas naturales.
La síntesis industrial contemporánea con restos y adiciones de componentes, átomos y combinaciones, consigue elevar elvalor farmacológico de los productos; la dosimetría matemática experimental hace el resto para la mayor eficacia en eltratamiento de enfermedades. El traslado de lo primitivo a lo moderno, que va y viene, encarece mucho pero mejora, nohay duda de ello.
Toca a la economía política resolver el reto que le hace la práctica médica a la seguridad social, en defensa de las clasesmenos favorecidas que no tienen capacidad de compra en la era de los altos costos.
Pero de lo que expresamente se trata aquí, es poner de manifiesto que la práctica constante de la Ley 71 de 1890 haconsagrado al Cuerpo Colegial con el carácter bien desempeñado de órgano consultivo, que la Ley 02 de 1979, presentadnpor el médico parlamentario, doctor J oséAntonioLacouture D., y sancionadn por el Presidente Julio Cesar Turbay Ayala,reitera que la Institución, es “el órgano consultor y asesor del Gobierno para todos los asuntos relacionados con la saludpública y la educación médica del pueblo colombiano”.
El texto reproduce los atributos adquiridos desde la Colonia. Ya en 1817 la Corona de España, de Fernando VII e IsabelFrancisca de Braganza, hizo abrir en Santa Fé de Bogotá lo que el médico historiador doctor Pedro María Ibáñez denominaprimera Academia de Medicina de Colombia; informa el mismo, en el Papel Periódico Ilustrado, que “bajo la direccióndel médico farmaceuta, doctor Pablo Fernández de la Reguera, los profesionales se reunían los jueves no festivos entre 8a.m. a 12 m y de 1p.m. a 6p.m.
La Revolución suspendió las reuniones, tal como antes ocurrió con la Expedición Botánicadel doctor José Celestino Mutis, que hoy continua en los Jardines Botánicos de Bogotá y Madrid.
Ahora bien, la observancia de la citada ley en el largo lapso centenario que concluye, es en su renovación, que seconmemoró el pasado 22 de noviembre en las salas de la Academia de la Lengua.
Perdónense injustas omisiones por no citar sino algunas de las actuaciones deJefes de Estado en el recinto de laAcademia.Cortedades de memoria y de espacio permiten solamente rememorar pocas de tales ocasiones.
Así fue como el Presidente don Carlos Holguín en 1890 en el Palacio ante los fundadores dijo: “No hay otra Escuela quese haya distinguido mas entre nosotros por su moral, por su consagración al estudio, por lo docto de sus profesores y porsu amor a la ciencia”.
Fueron frases que merecen la consagración que les ha dado la conducta, que persiste imnodificable, del mismo modo queexaltan un comportamiento ejemplarizante; trazan la línea que ha continuado y prosigue en los debates de la Corporacióncuya altura se reconoce en el decir de un distinguido humanista, “las sesiones de la Academia no solo son tinosas sino queellas también infunden respeto”. (Lea también: Medicina, Texto del Convenio con la OPS)
Seguramente en ello se funda el gran prestigio con que la ciudadanía, el Estado y la opinión internacional tributan a unainstitución, que el Cuerpo Médico aprecia como el máximo galardón de la carrera de la medicina y del arte de atender alos enfermos, cualesquiera fueren las adversidades que hoy oscurecen el panorama nacional.
Quédese para otra oportunidad la pormenorizada relación de actitudes y ejecutorias de los Presidentes y altos funcionarios,que han participado en las labores de este Instituto, que por hoy baste con mencionar a uno de ellos que ya no estáen la vida y que más por su benevolencia que por otros méritos, mantuvo siempre estrechos nexos profesionales y deamistad con quien esto escribe. Se trata del doctor Alfonso López Pumarejo.
Reflejo vivo de las inquietudes anímicas e intelectuales que no le daban tregua ni reposo sino obligando a todas horas altrabajo por el bien público, el estadista le escribió a la Academia y categóricamente le solicitó un serio y prolongadoestudio con sus conclusiones: ”parapedirle a la Corporación de indicar la manera como pudiera mejorarse la organizaciónde la higiene y asistencia pública en Colombia”.
Continuó de la misma manera con las siguientes palabras comprometedoras: “Solicito desde ahora el concurso áela Academia Nacional de Medicina, no solamente por ser ella, Cuerpo Consultivo del Gobierno, por voluntad de!Congreso, sino porque considero que el talento y la ilustración de sus miembros son un factor de importancia decisivapara determinar el derrotero que hayan de seguir las labores de! Gobierno en esta materia de señalada trr;scendenciaen la vida nacional”.
El doctor López con sus estímulos obligó a trabajar en forma tan intensa y larga, que todavía, 50 años después, existencomisiones interesadas en el tema. El mandatario reconoció la acción y en solemne sesión le entregó al Presidente de laAcademia, Profesor Federico Lleras Acosta, la Cruz de Boyacá, que mas tarde elevó en su rango preliminar el PresidenteGuillermo León Valencia.
De allí, de esa convocatoria presidencial, partieron todas y cada una de las medidas que enlazan los eslabones evolutivosque impulsaron el servicio, y lo trasladaron de lo arcaico a lo actual, desde los modestos principios de la higiene incipientecon sus conceptos de caridad, seguidos de la noción de beneficiencia, de asistencia pública y social, hasta el derechohumano a la salud, que hoy se proyecta en la seguridad social como la fuente de la justicia que se encarna en los cuidadosde! sector salud. Desde la previsión social a la seguridad social, en sus atribuciones aún insatisfechas.
Siendo Presidente de la Corporación e! Profesor Jorge Bejarano, la Institución logró e! establecimiento de! Ministerio deHigiene, reestructurado posteriormente con los nombres de Salud Pública y finalmente de Salud. Se le apoyó al higienistala campaña erradicadora de la chicha y de la coca que formaba parte de la ración agrícola. A ello contribuyó la presenciaen el Congreso de! Académico José Francisco Socarrás, justo es reconocerlo.
Más tarde desde la misma Presidencia Jorge E. Cavelier puso en marcha la Campaña Antivenérea y construyó e! Hospitalde “La Samaritana”.
La mayoría prolijo de los Ministros de Salud han salido de! recurso humano de la misma entidad, lo son igualmente losprofesores de las distintas Facultades de Medicina.
Sería prolijo prolongar la enumeración, innecesaria, puesto que el gran prestigio de la Medicina Colombiana ha permitidoa la Academia recientemente, firmar convenios internacionales celebrando reuniones conjuntas en Bogotá y París con laAcademia Nacional de Medicina de Francia, donde la delegación fué conducida por Cavelier y Pantoja.
El Instituto de Medicina (Academia),parte principal de laAcademiaNacional de Ciencias de los Estados Unidos incorporóa Colombia en el estudio de las necesidades de salud de la Tercera Edad, y ha convenido desarrollar proyectos deinvestigación en salud con planes colombo-americanos.
La Organización Panamericana de la Salud en participación de la Organización Mundial firmó con el Presidente Efraím Otero Ruiz y e! Testimonio de Honor del Secretario Perpetuo Cesar Augusto Pantoja en Washington, un contrato deinvestigación en Salud Pública.
El Académico Haroldo Calvo Nuñez promulgó el Sistema Nacional de Salud que firmó el Presidente López Michelsen en1977.Las menciones que se hacen en este escrito en el filo del último siglo de la Ley 71 de 1890 del Presidente Carlos Holguín,solo tienen el propósito de que la rememoración de hazañas preteritas sirva de emulación y estímulo a la Academia, sonotros tantos motivos que a sus miembros invitan a superarse con nuevos brios, trabajo y competencia, ética y vigor y elevael ánimo de las juventudes médicas para mejorar los programas que les delegan las pasadas centurias.
Pero tampoco ha podido ser de manera diferente a la que le traza imperfectamente la trama de este relato.
LasAcademias de todos los lugares del mundo se comprometen desde ahora, con su función moderna atenta a los problemaspúblicos de la salud, intercalándola en su condición segura, en el desarrollo económico y social.
Bogotá, noviembre de 1990
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