Los desafíos que vivimos por causa del síndrome de intestino irritable

Desafios síndrome de intestino irritable

¿Te has dado cuenta de que, en los últimos años, ha aumentado el número de personas que se quejan de problemas digestivos?

Probablemente, tú o personas que te rodean tienen restricciones de alimentación, se sienten pesados después de comer y presentan cambios en sus rutinas a la hora de ir al baño.

También es posible que se sientan muy solos transitando estas sensaciones y malestares, porque no es un tema que se hable con transparencia y tranquilidad, y entonces queda relegado a las conversaciones que se tienen con el personal médico.

Sin embargo, el síndrome de intestino irritable (SII) es más común de lo que te imaginas y es fundamental que empecemos a ponerlo sobre la mesa, hablar en forma abierta, para que de esta manera junto con el personal de salud implementemos planes y programas de atención, con tratamientos efectivos, que acompañen a los millones de pacientes que hoy viven con esta condición.

¿Qué es el síndrome de intestino irritable (SII)?

El síndrome de intestino irritable (SII) es un trastorno funcional crónico del tracto gastrointestinal que se caracteriza por síntomas como dolor abdominal recurrente, distensión abdominal y cambios en el hábito intestinal, donde la persona puede presentar diarrea, estreñimiento o ambos.

Es una patología que se presenta en todas las edades, la padecen por igual hombres y mujeres, y, a medida que van pasando los años, se incrementa el porcentaje de personas que se ven afectadas por esta condición.

¿Cómo afecta el SII a la población en general?

Para comprender el impacto de esta enfermedad en las personas, es importante entender sus principales características:

  1. Es una enfermedad crónica.
  2. Presenta episodios de crisis y remisión.
  3. Es funcional.
  4. Afecta la calidad de vida.
  5. Está íntimamente relacionada con los hábitos dietarios y los estados emocionales de los pacientes.

Al ser una enfermedad crónica, las personas que la padecen duran con los síntomas meses e incluso años. Además, una vez empiezan a manifestarse, existen tratamientos para minimizar sus efectos, pero, hasta la fecha, no cuenta con una cura definitiva.

Esto significa que una persona diagnosticada con SII debe contemplar la idea de vivir con esta enfermedad, lo que emocionalmente no es fácil de asimilar, mientras toma todas las medidas necesarias para disminuir sus dolencias, prolongar el tiempo libre de crisis y mejorar su calidad de vida.

Los momentos de crisis generalmente se detonan por episodios emocionales que vive el paciente, como estrés, ansiedad, decisiones importantes, insomnio, entre otros, lo que complica aún más la situación, pues la persona no solo debe lidiar con los síntomas del SII sino gestionar sus emociones para no agravar la situación.

Si hablas con una persona con SII, te va a expresar lo difícil que es su día a día. El dolor abdominal puede enmarcarse en diferentes intensidades, desde un cólico leve hasta un dolor incapacitante. También viven con la molestia de tener un estómago distendido y sentir incomodidad con la ropa; gases abundantes y ruidos digestivos que traen la vergüenza social al no poder expulsar los primeros de forma tranquila, y distracciones en compañeros de trabajo debido a los sonidos. Por último, entre otras afectaciones, enfrentan la dificultad para planear salidas y eventos sociales, pues en algunas ocasiones es fundamental contar con un baño a la mano.

Todas estas situaciones hacen que el síndrome de intestino irritable tenga un impacto muy fuerte en todas las dimensiones de un ser humano: afectará su sueño, tendrá mayor riesgo de ansiedad y depresión, trastornos del estado de ánimo, angustia anticipada por experimentar las molestias, restricciones alimentarias, reducción en sus encuentros sociales y muchos otros efectos.

Esto convierte al síndrome de intestino irritable en un círculo vicioso, donde si la persona se encuentra emocionalmente alterada causará una crisis, y si entra en una crisis sus emociones se verán afectadas. La calidad de vida disminuye y, al ser una enfermedad funcional, debe continuar con su cotidianidad mientras trata de sortear sus emociones y manejar el dolor abdominal, la distensión y las idas incómodas al baño.

¿Cómo afecta el SII a la sociedad?

Ahora, el síndrome de intestino irritable no afecta únicamente a los individuos que lo padecen, pues también tiene un impacto social, ya que las personas que presentan esta enfermedad disminuyen su productividad laboral, tienden a ausentarse de sus labores para asistir a citas médicas y pueden llegar a incapacitarse.

En este orden de ideas, no solo la persona sentirá disminuida su energía y capacidades, sino que las empresas, tanto privadas como estatales, se están viendo afectadas por esta enfermedad, porque, como lo he mencionado anteriormente, es una condición que viene en aumento y que cada vez trae más consecuencias negativas.

Adicionalmente, los centros de salud y su personal se enfrentan a retos, pues la variedad de cómo se vive este síndrome es igual a las personas que lo padecen; cada individuo puede presentar un conjunto de síntomas único, con diferencias en la intensidad, frecuencia,  respuestas variables a los fármacos, impacto en la productividad y la calidad de vida, lo que hace imposible estandarizar un tratamiento.

¿Cuál es el desafío del sistema de salud?

En este contexto, el sistema de salud a nivel mundial se enfrenta a la necesidad de crear planes y programas que acompañen de forma efectiva a los pacientes, de tal manera que permitan disminuir sus síntomas y que tengan un enfoque en el manejo y gestión adecuado de las emociones.

Esto significa desarrollar programas holísticos que faciliten la atención oportuna de las personas, que garanticen un control a tiempo de los síntomas por parte del médico gastroenterólogo y que incluyan sesiones de seguimiento en nutrición, salud mental, manejo del estrés, tratamiento farmacológico e incluso alianzas con la medicina alternativa. Estos enfoques deben ser integrales y atender al paciente en su dimensión biológica, mental y emocional.

Con estos programas, tendremos un sistema de salud preparado para atender a los pacientes y acompañarlos de manera efectiva en su condición. Además, lograremos que las personas sean más conscientes de su enfermedad, lo que permitirá, de alguna manera, mitigar las consecuencias negativas de no atender de forma global este síndrome.

Autor:

Dra. Diana Lizcano Monsalve

Dra. Diana Lizcano Monsalve
Médico Anestesiólogo con especialización en gerencia integral en servicios de salud de la Universidad del Rosario. Amplia experiencia en el área médico científica y administrativa en unidades de gastroenterología y endoscopia digestiva.

Dr. Camilo Manrique 
Médico Internista y Gastroenterólogo. Médico Funcional. Amplia experiencia en el ámbito asistencial en clínicas y hospitales públicos y privados.

Foto: Freepik.es

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