La Porosidad de la Relación Barrio-Cárcel: Estudio
Resultados
La mayoría de los funcionarios comenzaron las entrevistas de manera reticente, sin querer profundizar. Sin embargo, se fueron abriendo en la medida que se les mostró que sus testimonios serían tratados con cuidado, usados para fines académicos y que la intención del investigador no era juzgarlos, sino darles un espacio para exponer su visión de la cárcel, y romper con la lógica que los culpabiliza de todos los problemas en los penales (Arévalo, 2013).
Estos son los resultados del artículo: La Porosidad de la Relación Barrio-Cárcel. Lea la primera parte aquí.
Al caracterizar las relaciones entre los internos, desde los testimonios de los entrevistados, aparece como tema central el hecho de que las relaciones entre internos están marcadas por fuertes asimetrías de poder que derivan en diversos roles.
Estas diferenciaciones responden a un ambiente inestable, caracterizado en los testimonios como “volátil,” en el sentido que no es predecible lo que va a pasar, y es particularmente violento.
La cárcel en el fondo es tan volátil que de repente “estaybien” y en un problema del día a día te pueden matar. Y ellos han vivido eso, que al hermano lo mataron en cárcel, o al papá, que el compañero se murió en sus brazos, y en ese sentido es la inseguridad. (Entrevista 2, área técnica, Cárcel de Valparaíso)
Lo anteriormente descrito se agrava con el consumo de drogas (DeLisi y Berg, 2006).Con el consumo de pastillas que los vuelve locos, un día tu amigo [y al otro] te mato. (Entrevista 2, área técnica, Cárcel de Valparaíso)
Al intentar explicar esta violencia, aparecen testimonios que resuenan con teorías de la deprivación.
En primer lugar, respecto del hacinamiento de la cárcel y las consecuencias negativas que este trae, un funcionario sostiene:
El hacinamiento carcelario que es una de las variables que más influye en que haya violencia carcelaria, sobre todo en horario de encierro. (Entrevista 1, gendarme jefatura, Cárcel de Valparaíso)
A diferencia de lo que se evidencia en el caso de Rancagua, donde se cuenta con una mejor infraestructura:
Con las cárceles concesionadas mejoramos notablemente la seguridad del interno, ese interno iba por primera vez a poder usar pijama. ¡Una cosa tan cotidiana y trivial para nosotros! que un tipo se pueda poner pijama significa que no va a tener que saltar en medio de la noche a defender su vida o incluso su honra, porque puede ser víctima de una agresión sexual. (Entrevista 15, gendarme jefatura, experiencia en ambas cárceles)
En este sentido, según los testimonios, la infraestructura tiene un efecto directo en las relaciones entre internos, particularmente en la violencia entre ellos (Clemmer, 1940). El hacinamiento es uno de los aspectos característicos de las prisiones de América Latina, y genera graves consecuencias, desde la disminución de oportunidades de trabajo, educación y reinserción social, hasta el aumento de tensión entre internos y como consecuencia la inseguridad y la violencia (Matthews, 2011).
Los funcionarios entrevistados describen las relaciones entre los internos de un modo parecido a lo que Sykes (1958) llama “sociedad de los cautivos:” no colaborar con los funcionarios; no inmiscuirse en los asuntos de otros internos; una idea de masculinidad que implica no mostrar emociones, ni demasiada felicidad, angustia o tristeza; soportar situaciones adversas con dignidad, sin desesperar:
Se dan distintos estratos: existen los perkins, que son la última cadena de la esclavitud que existe. Personas que usan como artefactos, la laborada, la persona que lava la ropa, y está el jefe. El jeke, los sobrinos, los soldados y los perkins –que son de dos tipos: los sexuales y los de limpieza. (Entrevista 9, área técnica, Cárcel de Rancagua)
Lo que va en línea con el panorama que la literatura describe para América Latina, donde las cárceles se caracterizan por relaciones de violencia y dominación entre internos, que pasan de golpes a incluso abuso sexual (Matthews, 2001).
Estas mismas dinámicas y valores particulares de los internos influyen la manera en que los funcionarios se relacionan con ellos. En la literatura de desempeño moral aparece el funcionario como figura central (Liebling et al., 2011); sin embargo, en esta sección se busca mostrar cómo las dinámicas de los internos afectan el rol que pueden cumplir los funcionarios. Todos los funcionarios entrevistados declaran no entrometerse en las dinámicas de los internos.
Estos son códigos de ellos, nosotros no nos metemos, cada cual tiene sus códigos. También tienen sus códigos con nosotros. (Entrevista 5, Gendarme, Cárcel de Valparaíso)
En algunos casos esto genera distanciamiento de los funcionarios que resulta en una mayor indefensión de los internos y en la búsqueda de otras medidas para favorecer su seguridad (Matthews, 2011), como ser parte de un grupo con un rol específico y seguir a un determinado líder.
Estos roles facilitan y obstaculizan a la vez el rol de los funcionarios de mantener el orden en los penales:
Un jefe bueno ordena, ve que no haya tráfico, que mantenga tranquilo dentro de la rutina. Un jefe malo trafica, manda a matar a alguien. (Entrevista 9, área técnica, Cárcel de Rancagua)
Pero que principalmente dificulta su labor de control:
Mira este que se acaba de ir castigado, el jefe estaba hablando por celular, ingresamos y este se tira encima y le quita el celular. Y él se va castigado, si no tenemos pruebas no podemos, aunque sabemos que era el jefe. (Entrevista 4, gendarme, Cárcel de Valparaíso)
Finalmente, esta misma sociedad de los cautivos tiene como norma que los internos no deben colaborar con los funcionarios (Sykes, 1958):
Por llevarse bien y conversar, creen que nos están dando información. (Entrevista 11, gendarme, Cárcel de Rancagua)
Otro agrega que respetan al gendarme porque en su cultura es al más débil al que se agrede, y no a quien tiene más poder. Porque la violencia se utiliza como un medio de dominación, y ellos saben que a los gendarmes no los pueden dominar.
La población penal no hace esto de agredir a un gendarme, no son atrevidos, no son tan frontales. Te gritan algo de lejos. El interno cuando esto sucede se gana la admiración de los internos, qué valiente, pero es raro, ellos mismos te dicen. Un interno que tiene los pies en la tierra no agrede a un gendarme. ¿Cómo va a agredir a la autoridad máxima? No se puede, no se hace. Puedo agredir al más débil, pero no voy a aprovecharme yo de quien tiene el poder, no me voy a quedar con su poder, aunque yo lo mate, voy a seguir siendo el mismo de siempre. Distinto a que, si yo me aprovecho de alguien más débil, que me puedo quedar con sus pertenencias. (Entrevista 7, gendarme, Cárcel de Valparaíso)
Lo clave de estas relaciones y dinámicas es que responden a roles sociales, no a aspectos de la personalidad. El comportamiento de los internos opera como un sistema, no como una suma de individuos con respuestas específicas a las problemáticas que enfrentan dentro de la cárcel (Sykes, 1958).
Acá los internos están divididos por carretas, ante un problema que tenga uno de la carreta todos tienen que ir, obviamente no todos tienen la misma misión en la misma carreta. Hay líderes dentro de una carreta, hay quienes, los que los llaman los perros, están para cortar, para romperse las manos haciendo cuchillas, estoques, o son mandados por los mismos líderes a mandar su puñalada. (Entrevista 6, gendarme, Cárcel de Valparaíso)
Estas dinámicas de roles cumplen una función dentro de la cárcel, que es otorgar seguridad en este ambiente inestable y violento.
Conflictos que se caracterizan por venir desde el medio libre:Generalmente los problemas vienen de afuera, de sus barrios. (Entrevista 8, gendarme jefatura, Cárcel de Rancagua)Pareciera ser que los principales causantes de la violencia en las prisiones son las bandas, que tienen conflictos entre ellas, manejan el tráfico de drogas y extorsionan a otros internos (Matthews, 2011).
Los internos con más poder, jefes de bandas, son los que ejercen esta dominación, donde aparecen factores relevantes como la edad, el compromiso delictual y el consumo de drogas:Internos más conflictivos, irrespetuosos, con alto compromiso delictual, consumo de drogas. Nosotros sabemos que el consumo de drogas genera conflictos, problemas, agresiones, y eso es lo que más se da. (Entrevista 8, gendarme jefatura, Cárcel de Rancagua)
El interno está preso por tráfico, son cárceles más fáciles de trabajar, no hay tanta violencia como acá. Que hay harta riña, se ve harta pelea, no sé si será por el tema del tráfico. Dicen que trabajar es más fácil, acá hay harto conflicto entre internos. (Entrevista 11, gendarme, Cárcel de Rancagua)
Siguiendo la idea de importación, los internos no son hojas en blanco listas para ser moldeadas por la institución, sino que traen su historia y características que van a moldear la manera en que se relacionan entre ellos (Irwin y Cressey, 1962); por ejemplo, la edad (Lahm, 2007), el consumo de drogas, su compromiso delictual y el tipo de delito por el que fueron encarcelados (DeLisi et al., 2006).
El tipo de delito, además de influir en los niveles de violencia, también es un elemento que influye en el estatus que tienen en comparación con los otros internos.
En algunos casos la historia delictual genera beneficios:
Y eso va por delito, años en cárcel, alguien que ha asaltado a un banco ponte tú. (Entrevista 11, gendarme, Cárcel de Rancagua)
Y otros en que genera rechazo, pero más que en torno a haber cometido un tipo de delito en sí, dice relación con haber roto con ciertos códigos:
Cometió una falta, se metió a la casa de un ladrón, o se metió con la pareja de un ladrón, ese tipo de interno llegan con miedo.
En una parte dicen, ese interno es patas negras, no va a tener cana en ningún lado. Los tiran para afuera de los mismos módulos porque no les gusta estar con gente así, un doméstico {quien roba a otro interno}. (Entrevista 12, gendarme, Cárcel de Rancagua)
Lo anterior muestra de manera clara que las cárceles son lugares morales especiales (Liebling, 2004), en los cuales robar a un ladrón es más grave que robar a una persona que cumple con las normas sociales, o donde cometer una infidelidad con la mujer de otro delincuente es mucho peor visto que robar, asaltar, incluso asesinar a alguien.
Sin embargo, esta especificidad moral no es solo por lo que la persona hizo antes de entrar a la cárcel o cómo se comporta dentro de ella; también lo que sucede en estos barrios continúa afectando las dinámicas dentro de los centros penitenciarios, y en los testimonios recolectados aparece de manera clara que existe una influencia en las cárceles de lo que sucede en las bandas en el medio libre.
Cuando se ve en las noticias que hubo una balacera en Valparaíso, nadie piensa que después van a llegar a la cárcel, o que por mientras las cuadrillas de esas bandas, la gente que tienen acá dentro, los perros que se llaman, también se estaban agarrando. (Entrevista 1, gendarme jefatura, Cárcel de Valparaíso)
En resumen, los funcionarios entrevistados describen las relaciones entre internos como dinámicas, se caracterizan por funcionar en cuanto a roles, los cuales están estructurados por distintos grados de poder.
Son relaciones de dominación dentro de cada grupo, pero que brindan protección de los otros grupos. El rol de cada individuo en su grupo tiene que ver con su historia de delito y sus redes de contacto, y abre el debate acerca de la importancia de la importación.
Los conflictos entre grupos provienen de la vida en libertad y de bandas rivales, lo que cuestiona la idea de que la cárcel es una institución cerrada a lo que ocurre en el medio libre.
En la figura 1 se presenta un resumen de los resultados.
Figura 1. Dinámicas entre internos
Conclusiones y discusión
La cárcel constituye una sociedad en sí misma, con sus propios códigos morales y, a la vez, es la manera en que funciona una institución en la sociedad mayor, caracterizada por ser relativamente cerrada al mundo exterior y, a la vez, condicionada fuertemente por él.
En este sentido, nuestros hallazgos sugieren la vigencia de Sykes (1958) en los casos de estudio, por cuanto existen asimetrías de poder, roles diferenciados y factores de deprivación –como el hacinamiento o la infraestructura precaria– que pueden dificultar la convivencia (Clemmer, 1940).
Sin embargo, al analizarse el cómo operan estos roles, quién es castigado, quién tiene poder, y los conflictos que se dan entre internos, estos están conectados a sucesos que han tomado o están tomando lugar en el medio libre, en los barrios de los cuales los internos provienen.
Serían las bandas y grupos organizados (Matthews, 2011) y algunas características individuales de los internos (Irwin y Cressey, 1962) los elementos que estarían tomando creciente relevancia en el contexto de las prisiones en América Latina y el cómo se comporta el delito en la región, con mayor presencia en poblaciones desaventajadas socialmente (Matthews, 2011).
En suma, la manera en que funcionan las relaciones entre internos en las cárceles no dependería solo de lo que ocurre dentro de estas, y en el siglo XXI ya no se puede sostener que sean recintos totalmente cerrados al exterior, como postulaba Goffman (1968), sino más bien se trataría de una “institución-no-tan-total” como plantea Farrington (1992).
De este modo, puede hablarse de una “sociedad de los cautivos permeable” donde ya no se está en presencia netamente de una sociedad de los cautivos, sino de una nueva sociedad de los cautivos –porosa y permeada por los conflictos exteriores–conectada a dinámicas y redes de tráfico de drogas y/o crimen organizado.
Un corolario importante de estos hallazgos –preliminares por cierto– es que para analizar las relaciones entre internos hay que tomar en cuenta variables de estructura social, y no solo factores agenciales de los individuos; esta última es una lógica muy predominante en el ámbito penitenciario, en la administración de justicia de modo más general y en la sociedad neoliberal en última instancia.
En esta nueva sociedad de los cautivos el peso de la estructura social, la exclusión social de los individuos que se encuentran encarcelados, las historias de deprivación, y sus enlaces con el crimen organizado, aparecen con mucha mayor fuerza (Matthews, 2011).
Es en este contexto donde el enfoque de desempeño moral pone la importancia en las condiciones de la cárcel, en las conductas de los funcionarios, el trato y los valores que se dan dentro de la cárcel.
A partir de nuestros hallazgos se puede concluir que el desempeño moral es un concepto que abre el análisis de las cárceles del país, ya que la complejidad que emergió de nuestros hallazgos no habría sido posible de encontrarnos con esquemas analíticos o empleando indicadores más clásicos (infraestructura o control de gestión); estas intricadas relaciones humanas son las que forman la vida en prisión y en las que se sustenta su orden.
Finalmente, nuestros hallazgos sugieren una creciente relación de porosidad entre barrio y cárcel, especialmente en el sentido de los conflictos, los códigos y las rivalidades que se dan en ambos espacios.
En otras palabras, lo que ocurre (o deja de ocurrir) en los barrios segregados del Gran Santiago va a impactar de vuelta en las cárceles donde están –de manera transitoria– quienes también solían vivir en dichos barrios; quienes tienen parientes y amigos ahí; quienes tienen historias ancladas a ciertos territorios de la ciudad.
Los esfuerzos de política pública en materia de reinserción, en este sentido, deberían reconocer esta dimensión relacional del barrio y la cárcel y apuntar a reforzar ambas dimensiones, si se quiere hablar de una reinserción más efectiva.
Conflicto de interés
No se presentó conflicto de interés entre los autores de la presente investigación académica. Declaramos que no tenemos ninguna relación financiera o personal que pudiera influir en la interpretación y publicación de los resultados obtenidos. Asimismo, aseguramos cumplir con las normas éticas y de integridad científica en todo momento, de acuerdo con las directrices establecidas por la comunidad académica y las dictaminadas por la presente revista.
Agradecimientos
Este artículo fue posible gracias al apoyo del proyecto Fondef #ID21I10255 y al Start-Up Grant #104502 Loyola University Chicago.
Bibliografía: Revista Criminalidad. Vol 65 No. 2
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