Vías de transmisión de la Helicobacter Pylori, Los Alimentos

El H. pylori puede sobrevivir en algunos alimen­tos (hortalizas, carnes frescas y algunos lácteos) por debajo de 30 oC (45, 46). Angelidis et al (2011) evaluaron muestras de leche cruda bovina y de­tectaron mediante hibridación in situ fluorescente la presencia de H. pylori (47).

En Brasil, Gomes (2003) investigó la viabili­dad de aislar H. pylori en muestras de alimentos inoculadas artificialmente y mantenidas a 8 ºC. En su investigación, determinaron que algunos alimentos proporcionan condiciones mínimas para la sobrevivencia del patógeno. De igual manera, la viabilidad del H. pylori en muestras de lechuga y zanahoria fue reportada por Gomes y De Martinis (2004) y obtuvieron la confirmación de la transmisión de este patógeno a través del agua y los alimentos. En un trabajo similar, en el año 2010, Buck y Oliver, demostraron que el H. pylori permanece viable y mantiene la virulencia en alimentos como lechuga y zanahorias, durante un periodo de 6 días (49).

El cultivo de H. pylori a partir de muestras con alta carga microbiana dificulta en parte el co­nocimiento del papel de algunos alimentos como transmisores del patógeno (50, 51). Poms y Tatini (2001) determinaron la viabilidad de H. pylori en alimentos semiprocesados y frescos. Las muestras de alimentos fueron inoculadas con H. pylori, alma­cenadas a 4°C. El patógeno fue aislado de leche pasteurizada y tofu, pero no del yogurt. La lechuga y pollo crudo permitieron la viabilidad del patógeno hasta dos días, luego de la inoculación (45).

Meng et al (2007) identificaron la presencia de H. pylori en diversos alimentos. Evaluaron 11 pollos crudos y 18 muestras de atún (sushi). El H. pylori fue diagnosticado mediante PCR múltiplex en el 36% de los pollos crudos y en el 44% del atún. Jiang y Doyle (1998) determinaron que el H. pylori mostraba una supervivencia en ambientes de baja acidez y alta humedad. Mientras que, la microbiota presente en el yogurt (Lactobacillus spp. y Bifidobacterium spp.), inhibe la viabilidad de H. pylori (53, 54).

Constanza et al (2004) correlacionaron la infección por H. pylori con la ingesta de productos lácteos en México. Durante su investigación, se determinó que las cepas empleadas, mostraron una disminución progresiva, generando una super­vivencia media de 9 días en la leche pasteurizada y de 12 días en leche UHT (55).

Para examinar la relación entre el consumo de refrescos y la infección por H. pylori, Nseir et al (2012) evaluaron pacientes referidos para endos­copia gastrointestinal superior. Asimismo se evaluó la relación entre el consumo diario de refrescos y los factores de riesgo para la infección por H. pylori. Se emplearon pruebas de ureasa e histología. La infección por H. pylori correspondió a 164 (61%) de los 269 participantes del estudio y, de estos, 104/164 fueron consumidores de refrescos con infección por H. pylori frente a 24/105 individuos sin infección por H. pylori (63 frente al 23%, Res­pectivamente, P <0,001). Los análisis de regresión logística múltiple mostraron que el consumo de refrescos (odds ratio = 4,0; intervalo de confianza del 95% = 3,19-5,82, P <0,001) se asoció con la infección por H. pylori (56).

Buck & Oliver (2010) determinaron la capacidad de H. pylori para sobrevivir en un estado viable, pero no cultivable (VBNC) en espinacas. El H. pylori no creció en cultivo, sin embargo, los transcritos de mRNA se detectaron 6 días después de contaminar las espinacas. La exposición a la luz blanca indujo el estado VBNC, sugiriendo que la luz solar puede ser un factor para que no crezca en cultivo este patógeno (49).

El agua

Cuando se habla de la presencia del H. pylori en agua, se define como un microorganismo que tiene la capacidad de entrar en estado viable, pero no cultivable, sobre todo en casos de condiciones desfavorables. Sobre esta problemática, Linke et al (2010) realizaron PCR en tiempo real, para lo cual generaron un modelo de biopelícula con agua po­table sobre un tubo con silicona. Los investigadores determinaron que la secuencia de ADN de la sonda y los cebadores no mostraron homología cruzada con otras bacterias, lo cual permitió detectar diez unidades genómicas (57).

Adicionalmente, Domínguez-Bello et al (2002) encontraron que la frecuencia de infección por H. pylori es más alta (96%) en épocas de lluvia. El agua constituye un intermediario en la transmisión fecal-oral, en el cual la bacteria puede permanecer por grandes períodos antes de ser ingerida acciden­talmente a través del baño o a partir de alimentos contaminados. Esta información la confirma el trabajo de Rolle-Kampczyk et al (2004) quienes encontraron una alta prevalencia de H. pylori en personas que utilizaban o bebían agua de pozo (sin tratamiento) (58).Oliver (2005) demostró la viabilidad del H. pylori en agua hasta por 75 horas a 10 °C. Shahamat et al (1993) estableció que el total de microorganismos no disminuía por períodos largos (2 años a 4 °C). Adicionalmente, Moreno et al (2007) evaluaron el efecto antimicrobiano del tratamiento del agua con cloro frente a H. pylori; analizaron la capacidad de cultivo, la respuesta del sustrato combinada con la detección de hibridación in situ fluorescente (ensayo DVC-FISH), el conte­nido de ARN, el contenido de ADN y los cambios de mRNA de células de H. pylori gracias a lo cual concluyeron que el H. pylori es resistente a las prácticas de desinfección normalmente empleadas en el tratamiento del agua potable (60).

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