Bangkok, 21 de enero de 2010. La actual recuperación de la economía mundial se desacelerará en los próximos meses a medida que se reduzcan los efectos del estímulo fiscal. Los mercados financieros continúan atravesando dificultades y la demanda del sector privado ha quedado rezagada en medio de las altas tasas de desempleo; según indica un nuevo informe del Banco Mundial.

En Perspectivas económicas mundiales 2010, publicación dada a conocer hoy; se advierte que la peor parte de la crisis financiera puede haber pasado, pero la recuperación mundial es frágil.

De acuerdo con las previsiones de este informe; las consecuencias de las crisis cambiarán el panorama del financiamiento y el crecimiento de los próximos 10 años.

Se estima que el producto interno bruto (PIB) mundial, que disminuyó un 2,2% en 2009, aumentará un 2,7% este año y un 3,2% en 2011[1].

Las perspectivas para los países en desarrollo indican que se producirá una recuperación relativamente sólida; con un crecimiento del 5,2% este año y del 5,8% en 2011, valores superiores al 1,2% de 2009.

Se prevé que el PIB de los países ricos, que disminuyó un 3,3% en 2009, aumentará a una velocidad muy inferior: 1,8% en 2010 y 2,3% en 2011.

Los volúmenes comerciales mundiales, que cayeron nada menos que un 14,4% en 2009, pueden llegar a expandirse un 4,3% este año y un 6,2% en 2011.

Si bien esta es la hipótesis más firme, una fuerte incertidumbre continúa ensombreciendo el panorama. Dependiendo de la confianza de los consumidores y las empresas durante los próximos trimestres y la fecha de la eliminación de los estímulos fiscales y monetarios, el crecimiento en 2011 podría ser de apenas 2,5% o alcanzar un máximo de 3,4%.

“Por desgracia, no podemos esperar una recuperación repentina de esta profunda y dolorosa crisis; porque llevará varios años reconstruir las economías y restablecer los puestos de trabajo. Las consecuencias para los pobres serán muy reales”; dijo Justin Lin, primer economista y primer vicepresidente de Economía del Desarrollo del Banco Mundial.

“Los países más pobres, que dependen de donaciones o préstamos subvencionados; pueden llegar a necesitar entre US$35 000 millones y US$50 000 millones en financiamiento solo para mantener los programas sociales iniciados antes de la crisis”.

En este contexto, aún precario, se estima que los precios del petróleo se mantendrán relativamente estables, en un promedio de US$76 por barril; los precios de otros productos básicos podrían aumentar apenas un 3% anual en promedio durante 2010 y 2011.

En el informe se advierte que, a pesar del retorno al crecimiento positivo, pasarán varios años antes de que las economías recuperen las pérdidas sufridas. Se calcula que, en 2010, unos 64 millones de personas más caerán en la pobreza extrema (vivirán con menos de US$1,25 al día), en comparación con lo que sucedería de no haberse producido la crisis.

Asimismo, se prevé que, en los próximos 5 a 10 años, el aumento de la aversión al riesgo, las condiciones regulatorias más prudentes y la necesidad de frenar algunas de las prácticas crediticias más riesgosas del período de expansión que antecedió a la crisis pueden dan lugar a una escasez de capital y un aumento de su valor para los países en desarrollo. economía mundial

“A medida que las condiciones financieras internacionales se vuelvan más estrictas, las empresas de los países en desarrollo deberán lidiar con costos de endeudamiento más altos, menor disponibilidad de crédito y una reducción de los flujos internacionales de capital. En consecuencia, en los próximos 5 a 7 años, las tasas tendenciales de crecimiento de los países en desarrollo pueden ser entre un 0,2% y un 0,7% inferiores a las que se observarían si el financiamiento se hubiera mantenido tan abundante y accesible como en el período de auge económico”, dijo Andrew Burns, autor principal del informe.

Si bien es probable que todas las formas de financiamiento se vean afectadas; la inversión extranjera directa (IED) debería quedar menos comprometida que los flujos de deuda. No obstante, las compañías matrices se enfrentarán a costos de capital más elevados, lo que reducirá su capacidad para financiar productos individuales.

Por eso, se prevé que las entradas de flujos de IED disminuirán de los máximos recientes de 3,9% del PIB de los países en desarrollo en 2007; a aproximadamente entre 2,8% y 3% a mediano plazo.

Las consecuencias de esa caída podrían ser considerables; puesto que la IED constituye nada menos que el 20% del total de inversiones en África al sur del Sahara, Europa y Asia central, y América Latina.

“Si bien los países en desarrollo no pueden evitar que las condiciones financieras internacionales sean más estrictas; pueden y deben reducir los costos de endeudamiento internos y promover los mercados locales de capital mediante la ampliación de los centros financieros regionales y el mejoramiento de la competitividad y la regulación de los sectores bancarios locales”; dijo Hans Timmer, director del Grupo de Análisis de las Perspectivas de Desarrollo del Banco Mundial.

“Aunque probablemente tarden en dar frutos; estas medidas podrían ampliar el acceso al capital y ayudar a los países en desarrollo a retomar la senda de mayor crecimiento en la que se encontraban antes de la crisis.

Según el informe, las condiciones financieras internacionales extremadamente laxas que se observaron entre 2003 y 2007; contribuyeron al auge de las finanzas y el crecimiento en los países en desarrollo.

Los costos mucho más bajos de endeudamiento hicieron que se expandieran tanto los flujos internacionales de capital como el financiamiento bancario interno; lo cual contribuyó a que las tasas de inversión en los países en desarrollo aumentaran un 30%. economía mundial

En consecuencia, se produjo una rápida expansión del capital; que justificó más de la mitad del aumento de 1,5 puntos porcentuales en la tasa de crecimiento de la capacidad de producción; de los países en desarrollo.

Si bien el firme crecimiento obtenido por los países en desarrollo durante el período de auge puede reflejar un potencial de crecimiento subyacente; las condiciones financieras mundiales que lo impulsaron eran, claramente, insostenibles.

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