Alca: más amenazas que oportunidades

Este acuerdo de integración hemisférica constituye quizá el mayor desafío que la avicultura colombiana deberá enfrentar en toda su historia. Análisis del Programa de Estudios Económicos de Fenavi-Fonav.

EL ALCA, ACUERDO DE LIBRE COMERCIO DE LAS AMÉRICAS, ES SIN LUGAR A DUDAS UN hecho trascendental en la historia que se construye en el siglo XXI, pues transformará las relaciones sociales en todas su expresiones, culturales, políticas, ambientales y, por supuesto, económicas. La idea, paternidad del expresidente Bush, va camino de materializarse a partir del 2005, para lo cual treinta y cuatro países adelantan un proceso de negociación.

Se discute la armonía de un sistema económico que sea justo y equitativo, y se pretenden definir las reglas de juego de los actores económicos y sociales, a pesar del avance de dicho proceso, pero aún no se tiene el acuerdo que requiere nuestro país para afrontar el Alca. Se desconocen las estrategias que apunten a construir la nueva plataforma de desarrollo que requiere el país: cómo cambiar las vocaciones productivas orientadas por la tradición más no por la racionalización económica en muchos casos, cómo darle una nueva dirección al sistema educativo, cómo transformar el Estado para acomodarlo al nuevo escenario mundial que se nos viene, son preguntas que no se pueden resolver a corto o a mediano plazo. Sin embargo, pronto se prenderá el semáforo del libre mercado.

En este escenario, muchas empresas visionarias vienen preocupadas por conocer los avances de las negociaciones Alca, los efectos derivados, las amenazas y, en particular, cómo lograr la transformación para dar un paso adelante a la competencia continental.

Escenario de la competencia

Cualquier resultado que se logre en las negociaciones superará, en el futuro, una negociación intercontinental. De hecho, los principales productores mundiales de granos, huevo y pollo están en el continente americano: Estados Unidos y Brasil. Los estadounidenses cuentan con una cadena integrada en la producción avícola, y un alto nivel de eficiencia y productividad, logrado durante muchos años con una combinación de políticas en tres puntos claves: ayudas para la producción de materias primas, protección del mercado interno y estímulo a la exportación de excedentes. Así mismo, en ciencia, tecnología e infraestructura, Estados Unidos supera cualquier escenario conocido, es decir, tiene un sector maduro, que le permite impulsar la integración comercial. Nuestro potencial competidor participa con más de 40% en la producción mundial de maíz y fríjol soya, y muestra los más altos estándares de productividad. En los productos finales, controla 50% del mercado mundial de pollo, y 25% del de huevo.

Por su parte, Brasil, al igual que Estados Unidos, tiene una industria avícola fortalecida, con un modelo de producción vertical, gracias a la implementación de estrategias combinadas de ayudas internas, subsidios a la producción y a la exportación. Su fortaleza avícola está representada en la autosuficiencia en la producción de materias primas, con precios que le permiten enfrentar a los estadounidenses. Controla más de 12% del mercado mundial de pollo.

Precio maiz US$ Precio soya US$ Precio pollo vivo US$/ kg Precio huevo US$/unidad  
EEUU 88.8 168.1 0.44 0.06
Brasil 96.3 158.1 0.44  0.03
Argentina  65.4  119.3 0.45  0.04
Colombia  202.2 303.3 0.90 0.07
México  104.5  196.8  0.82  0.05
Chile  135.5 267.6 0.66 0.05

Factores de la negociación

Entre los puntos claves de la negociación de Alca están los relacionados con las distorsiones del comercio, base con lo cual los diferentes países protegen a sus productores de materias primas o castigan a los consumidores con un mayor precio a los bienes finales o intermedios. En el primer grupo de medidas que afectan el libre mercado están las de carácter no arancelario, los procesos administrativos de comercio y los aranceles específicos.

De otra parte se encuentran las ayudas internas, con las cuales se ha logrado construir la infraestructura productiva en muchos países, en particular los de mayor nivel de desarrollo por la capacidad para su financiación. Entre dichas ayudas se encuentran: tasas de interés preferenciales, seguros, precios mínimos, etc.

Otro factor que afecta al libre comercio son los subsidios a la exportación, tanto al exportador o importador, e incluso a los proveedores de materias primas para la exportación. De igual forma, se tiene las medidas sanitarias y fitosanitaria, que les permiten a los países cerrar las fronteras para la importación de productos agropecuarios.

En consecuencia, en el Alca se pretende reducir al máximo posible las barreras arancelarias existentes: los denominados aranceles “pico” o prohibitivos, o sea, aquellas tasas que comparativamente a las existentes en el comercio internacional rebasan los niveles medios, y las medidas no arancelarias, entre otros aspectos. También se busca definir los marcos de defensa del mercado para los distintos países, con miras a corregir las distorsiones en el mercado continental o los desequilibrios en las economías: problemas en la balanza de pagos, tragedias ocasionadas por eventos naturales, etc., escenario en el que se plantean los derechos correctivos, las salvaguardias y las normas antidumping, entre otras

Marco de negociación

Para el sector avícola nacional, las negociaciones del Alca, a mediano y largo plazos, muestran más amenazas que oportunidades, si las condiciones de producción no logran una transformación radical en toda su cadena productiva, en la que es fundamental contar con una política pública de soporte.

Niveles de desarrollo. Si tenemos en cuenta que los principales productores avícolas del mundo hacen parte de la negociación del Alca (Estados Unidos y Brasil), es claro que existe un gran desequilibrio, tanto con Colombia como con la mayoría de los países participantes en el acuerdo. Por lo tanto, establecer las diferencias según los niveles de desarrollo de las naciones se convierte en una opción estratégica al permitir generar una brecha para que las menos desarrolladas ajusten su estructuras de producción en un lapso mayor, hecho que permitirá mantener un esquema proteccionista más elevado, con un lento desmonte de aranceles y ayudas internas, frente a las economías más fuertes.

Acceso de mercados. Las condiciones o márgenes de maniobra están restringidos, pues es más claro nuestro mercado para las potencias avícolas del continente, que para los productos nacionales en otras latitudes. Incluso, la ventaja comparativa para atender mercados vecinos se pierde frente a los precios que tiene los trozos de pollo americano.

La posibilidad de incursionar en mercados de economías pequeñas quedará supeditada a la clasificación que se tenga sobre niveles de desarrollo, pues el acceso quedará limitado en el tiempo y no será tan automático como se quisiera. Colorario: limitaciones para tener acceso a los mercados de mayor desarrollo, por costos, escalas de producción y condiciones sanitarias; a las pequeñas economías, por la diferenciación en los niveles de desarrollo, con lo cual obtienen una patente de protección a corto y mediano plazos.

Como las condiciones de negociación no apuntan a permitir accesos a otras fronteras, se debe evitar que los demás países ingresen a nuestro mercado. Asunto que se enmarca en la sensibilidad de los productos, rango en el cual se pretende delimitar a la avicultura, así como a todo los productos de la cadena. Dicha condición permitirá una ganancia de tiempo, prevista entre diez y veinte años, hasta lograr el ajuste final, esto es, la liberación absoluta.

Ayudas interna y subsidios. El cuerpo central de la negociación gira en torno a las ayudas internas y al desmonte de los subsidios, dado que los países de mayor desarrollo son los que más implementan tales esquemas, en virtud de su capacidad financiera, con la cual logran alterar el comercio mundial. Las discusiones sobre el tema apuntan a plantear un esquema equitativo, en el cual el desmonte más acelerado corresponda a los países desarrollados, con cierta gradualidad para el resto.

Estado de la negociación

En todo proceso de negociación existen relaciones de fuerza de distinta intensidad y equilibrio. De hecho, no es lo mismo que Colombia adelante un acuerdo de comercio con Haití, país al cual las exportaciones no superaron los US$28 millones en el 2001, que con Estados Unidos, a donde se exportaron US$5.336 millones.

La realidad indica que la fortaleza negociadora de Colombia en el Alca es nula en tanto no tenemos capacidad para fijarles condiciones a países como Canadá, Brasil o Estados Unidos, máxime si se tiene en cuenta que de éste último recibimos los beneficios del Plan Colombia y de la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas, Atpa. El reducido espacio de negociación está, pues, en la Comunidad Andina de Naciones, CAN, por lo demás, con grandes divergencias entre los países que la conforman.

En principio, los textos del Alca reflejan la disparidad de criterios e intereses, por medio de los encorchetados (articulados en los que no existen acuerdos). En el tema del arancel base, punto de referencia sobre el cual se determina la desgravación arancelaria, existen diferentes propuestas: la que corresponda a los menores aranceles pagados bajo el criterio de nación más favorecida, lo consolidado en la Organización Mundial del Comercio, OMC, y lo aplicado al inicio de las negociaciones, el 15 mayo de 2002.

Si el país es un importador neto de materias primas, lo deseable es contar con el arancel base de menor nivel para llegar a una desgravación más rápida. En nuestro caso, el primer criterio favorece más que el segundo, por los altos aranceles consolidados ante la OMC. En maíz amarillo, por ejemplo, Colombia consolidó un arancel de 277%, en tanto que el de Ecuador es de 50% y el de Venezuela de 135%. De aprobarse esta alternativa, países como Ecuador tendrían una ventaja competitiva a mediano plazo, de un lado porque el nivel base de desgravación sería menor, y de otro, por su clasificación en un nivel de desarrollo inferior al de Colombia, que le permite mantener subsidios y ayudas.

La avicultura nacional deberá afrontar dos cartas contradictorias. Por el lado de las materias primas, el interés general será reducir los aranceles, lo que debilitaría cualquier estrategia para aumentar la autosuficiencia en la producción agrícola: maíz y fríjol soya, al cerrar la capacidad de competencia. Hoy, sin el desmonte arancelario, el maíz nacional supera los US$200, y el importado es inferior a US$150; mañana, con el Alca, la diferencia en precio podrá aumentarse. Entre tanto, en los trozos de pollo, el objetivo corresponde con un nivel de protección alto, sumado a un programa de desgravación a largo plazo.

Con respecto a los niveles de desarrollo -variable importante para realizar el programa de reducción arancelaria-, existe una posición claramente definida, relacionada con los economías pequeñas y el resto de países, que favorece a los países centroamericanos. Así mismo, se tiene la posición andina de clasificar los países en cuatro niveles de desarrollo, según la cual Colombia estaría por debajo de las economías más desarrolladas: Estados Unidos, Canadá, Brasil y México. Esta posición le permitiría al país diferenciar su escala de desgravación, particularmente en el pollo, con las economías de mayor fortaleza productiva en este producto. De esta forma, el período de desgravación sería mayor y, por ende, su protección. Esta propuesta aún no está acabada, pues no se ha logrado el consenso de todos los países.

En otro aspecto, para el Alca todo el universo es sujeto de desgravación arancelaria; desde el inicio se somete a negociación las exclusiones de productos o su consideración como sensibles. Para la avicultura nacional, entrar a negociar exclusiones, producto por producto, no deja de ser un riesgo, por lo que se ha pretendido que los productos avícolas no sean sujetos de liberación, sobre la base de restringir el ingreso de los cuartos traseros de pollo, por el hecho de que presentan distorsiones estructurales en los patrones de consumo, particularmente en países en donde son considerados segundas o producto de nula preferencia entre los consumidores.

Efectos Alca

Los escenarios para la avicultura no son del todo prometedores, en especial por las debilidades internas y las amenazas externas que tiene el negocio: bajo nivel de auto abastecimiento, estructura de producción no integrada, y distorsiones en la oferta mundial de pollo.

El mejor de los escenarios implicaría que el Gobierno Nacional libere la importación de materias primas hasta eliminar el arancel en una fase progresiva. Sin embargo, por el acontecer de los precios internacionales, los cuales han marcado un descenso continuo en los últimos años, antes de que entre el Alca estos se reducirán significativamente, explicado por:

1) La metodología establecida en el Sistema Andino de Franjas de Precios, SAFP. 2) La modificación a la escala arancelaria del Arancel Externo Común, AEC, el cual debe pasar de 15% a 10% a más tardar el 31 de diciembre del 2003. 3) La modificación progresiva al factor de ajuste1  de la franja del maíz amarillo hasta lograr el 0.5 en el 2005 (a la fecha es de 0.125), aspectos que incidirán en la reducción arancelaria en los próximos años.

En consecuencia, en el 2005 el arancel para el maíz o el fríjol soya, bien puede situarse en 10%. A este periodo la brecha competitiva para el productor nacional se habrá ampliado, con un efecto negativo frente a la producción importada, máxime si al comenzar la operación del Alca los vistos buenos para la importación habrán desaparecido, según los acuerdos con la OMC.

Si bien la reducción en los costos de producción introduce un elemento competitivo en el corto e incluso en el mediano plazo, se pude profundizar el bajo nivel de autosuficiencia, modelo inverso a lo que impera en las potencias avícolas. Se debilitarían, por lo demás, los acuerdos de competitividad de la cadena, en tanto que una diferencia de US$125 por tonelada contra la producida en Estados Unidos, no se corregiría en el mediano plazo sólo a costa de la productividad. Se dependería entonces del acontecer en el tipo de cambio, en el que sólo una devaluación pronunciada restablecería la opción de producción interna.

De lograrse que los acuerdos del Alca se materialicen por parte de las economías desarrolladas, bajo la hipótesis de una eliminación de las ayudas, para el caso específico de la soya, que cuenta con US$50 por tonelada, la diferencia a precios de abril de 2002, entre la producción local y la importada sería de US$78, aún distante para lograr un equilibrio competitivo.

En esta línea de análisis, bajo el marco del Alca y la CAN se obtendría una reducción en los costos de las materias primas, con la imposibilidad de incrementar los niveles de autosuficiencia. A su turno, de lograrse que los productos avícolas quedasen incluidos en las listas de sensibles, se tendría en un plazo probable de entre diez y quince años, tiempo prudencial para ajustar el negocio avícola.

Desde la óptica del producto final, las cosas son a otro precio. En efecto, bajo un acuerdo de desgravación progresivo y lineal, el impacto de la reducción de los aranceles será de gran magnitud. En la actualidad una tonelada de pollo importada tiene un sobreprecio de 195% al ser nacionalizada; por lo tanto, en la medida en que se reduzca el arancel, aun sobre niveles de 100%, las importacio nes empezarán a desplazar a la producción local. Dicho en otras palabras, implicará el cierre de muchos negocios avícolas.

Las empresas de tamaño medio, con productos de bajo valor agregado, serán las primeras en debilitarse; no así la pequeña, que tiene cautivo su mercado, gracias a que las relaciones con el consumidor son la esencia del negocio. Por su parte, las empresas productoras de pollo, con integración vertical y manejo del nodo de la distribución tendrán más barreras para afrontar el mercado.


 1 Metodología que establece un proceso común en los productos sujetos a franjas de precios; entre mayor sea el factor menor será el arancel.

Un gigante desconocido

ANGELA MARÍA OROZCO, MINISTRA DE COMERCIO EXTERIOR.

No obstante que 800 millones de consumidores (13.4% de la población mundial) van a quedar bajo el paraguas del Area de Libre Comercio de las Américas, Alca, y que apenas faltan cuarenta y cuatro meses para que se inicie en firme este formidable esfuerzo integracionista (diciembre del 2005), son más bien pocos los empresarios colombianos que conocen lo que el país ha hecho, está haciendo y deberá hacer para conseguir una inserción decorosa en tan enorme mercado. Esto es lo que reveló la encuesta que una firma contratada por el Ministerio de Comercio Exterior realizó entre empresarios que asistieron al VI Encuentro para la Productividad y la Competitividad – Colombia Compite, efectuado a mediados del mes pasado en la ciudad de Santa Marta.

En efecto, según dicho ejercicio, tan sólo 28% de los empresarios encuestados dijo conocer en su totalidad el proceso pre-Alca, 55% manifestó tener medianos conocimientos, y 17% confesó no saber prácticamente nada sobre la negociación hemisférica. ¿En dónde obtienen información sobre el tema los empresarios? 31% en la prensa, 25% por interacción con el gobierno, 15% en seminarios y otros eventos, 11% en la web del Ministerio, 10% en Internet, 3% en conferencias, y 5% por otros medios.

La encuesta permitió, igualmente, identificar los sectores económicos más avanzados en cuanto a preparación para encarar el desafío del Alca: comercio, minero y transporte (100% cada uno), industrial (92%), servicios (75%), agropecuario (57%) y financiero (50%).

Conocidos los resultados de la encuesta, la ministra de Comercio Exterior, Angela María Orozco Gómez, dijo que los empresarios deben ser más concientes sobre la magnitud de este proceso y sobre la responsabilidad que tienen en el mismo, para lograr que el mercado hemisférico, antes que convertirse en una amenaza para el sector productivo colombiano, sea un mar de oportunidades.

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