Escribir para Perdurar Publicaciones Internacionales de Cirujanos Colombianos

Artículo de Reflexión

ÁLVARO SANABRIA, MD*

Palabras clave: publicaciones científicas y técnicas, escritura, Colombia, bibliografía nacional.

En la celebración de los veinte años de vida de la REVISTA COLOMBIANA DE CIRUGÍA, y dada la creciente producción científica del país es importante conocer cuál es el impacto mundial de los avances científicos realizados por cirujanos generales colombianos. Para eso, la mejor manera es buscar los trabajos publicados por cirujanos colombianos en revistas internacionales indexadas y después determinar el número de citaciones recibidas por esos artículos.

De alguna manera, es evaluar qué tanta importancia tiene para el mundo lo que producimos en el país. Descrito de este modo parece una tarea simple pero no lo es. Recopilar la producción científica de los colombianos es una tarea titánica, pues en muchos de los artículos, los autores no reportan su vínculo con Colombia y cuando lo hacen, suelen citar sólo la ciudad donde viven y se olvidan del país. En otras ocasiones, ese vínculo es omitido a favor de otro existente al momento de la publicación, con una institución extranjera de mayor reconocimiento. Estas razones hacen que cualquier intento por serio que parezca omita nombres de personas que tienen publicaciones indexadas. Dadas estas omisiones involuntarias, sólo resta pedir disculpas anticipadas a los autores que no estén representados en esta búsqueda, esperando al mismo tiempo se manifiesten masivamente, dando a conocer toda su producción a la REVISTA COLOMBIANA DE CIRUGÍA.

La metodología seguida utilizó la base de datos MEDLINE, usando la palabra Colombia en el campo “Affiliation”, así como de manera libre. Además, se incluyeron los nombres de las ciudades principales, tratando de capturar el mayor número de artículos. Esto fue cruzado con otra búsqueda empleando la palabra truncada “surg*”, también intentando captar el mayor número de artículos.

En esa primera búsqueda se revisaron uno por uno todos los resúmenes, para identificar en algún lugar la referencia a un departamento quirúrgico colombiano. A su vez, cada autor de un artículo indexado fue nuevamente buscado en la base de datos con el propósito de encontrar otros trabajos de su autoría. Con esta nueva selección, los nombres de los autores fueron revisados en el motor de búsqueda Google scholar, que hasta el momento es la base de datos más completa del mundo donde se informa el número de citaciones para cada artículo. Esto permitió clasificar los trabajos con base en el número de citaciones y determinar una lista en orden jerárquico de los artículos publicados y su importancia. Los resultados se muestran en la tabla 1.

Publicaciones Internacionales de Cirujanos Colombianos

El artículo individual con mayores citaciones fue escrito por el grupo de Cirugía Cardiovascular de la Clínica Shaio en Bogotá, seguido por otro escrito por el grupo de Cirugía de la Pontificia Universidad Javeriana, Hospital San Ignacio en Bogotá y uno escrito por el grupo de la Mayo Clinic en Rochester, Estados Unidos. Si omitimos este último, el siguiente artículo más citado con un estudio realizado en el país fue del grupo de la Universidad de Antioquia, Hospital San Vicente de Paúl.

El autor más referenciado fue Juan M. Sarmiento, cirujano de la Universidad del Valle y actualmente profesor de la Facultad de Medicina de Emory University en Atlanta, Estados Unidos. A continuación se encuentran con igual número de citaciones, José Félix Patiño, Jefe Honorario del Departamento de Cirugía de la Fundación Santa Fe de Bogotá y Editor Jefe de la REVISTA COLOMBIANA DE CIRUGÍA, y Carlos H Timaran, cirujano de la Universidad Nacional, Hospital San Juan de Dios y actualmente profesor de Southwestren University en Dallas, Estados Unidos. En tercer lugar está Carlos Morales, profesor de Cirugía de la Universidad de Antioquia-Hospital San Vicente de Paúl. Si incluimos sólo los autores que desarrollaron sus estudios en el país, a continuación se encuentra Bernardo Ochoa, profesor de Cirugía Pediátrica de la Universidad de Antioquia, Hospital San Vicente de Paúl.

Algo importante es que además de trauma, en el país se escribe sobre trasplantes, nutrición, laparoscopia y demás temas de interés al cirujano general y en las más variadas revistas, ya sean generales o especializadas. Llama la atención que no existe ningún artículo indexado hecho por colombianos que hable de la Bolsa de Bogotá, uno de los aportes más importantes de los colombianos al conocimiento quirúrgico mundial.

Según estos resultados, son necesarias algunas autocríticas.

1. Sólo 154 artículos escritos por cirujanos colombianos aparecen referenciados en MEDLINE. Si contamos desde 1966 cuando la base de datos fue creada, esto quiere decir que Colombia aporta para la cirugía del mundo algo menos de cuatro artículos por año, lo cual es realmente triste en un país donde existen tantas fuentes para producir más. Con seguridad no es porque falten estudios, pues los resúmenes del Congreso Nacional de Cirugía siempre se encuentran llenos de trabajos y experiencias dignas de ser conocidas internacionalmente. La verdad, como dice el refrán, “siempre nos quedan faltando los cinco centavos para el peso”, es decir, hecho el estudio lo más fácil es publicarlo en la REVISTA COLOMBIANA DE CIRUGÍA o en una revista internacional.

Sin embargo, aún somos inmaduros en este punto; la mayoría de los trabajos se quedan sólo en el resumen o la presentación de Power Point© y rara vez llegan al papel. Cuando los trabajos corresponden a tesis, llegan al papel, pero se quedan para siempre olvidados en los anaqueles de los departamentos y facultades de medicina sin nunca tener la oportunidad de ser difundidos y conocidos por otros colegas. ¿Cuáles son las razones para no publicar? La mayoría de las veces es físico descuido de los autores, que creen cumplidos todos los requisitos con sólo llevar el trabajo al congreso. Otras, es producto del miedo a ser rechazados, por haber ocurrido ya alguna vez, o a recibir el típico comentario de revisor prepotente, cuya única finalidad es destruir a quien se arriesgó a escribir un artículo. Menos frecuentemente ocurre por presiones de colegas que impiden la publicación, porque los resultados no se parecen a los reportados en otras series de países desarrollados y de instituciones con disponibilidad de todos los recursos tecnológicos posibles, porque no concuerdan con la escuela de pensamiento de los jefes del servicio o porque simplemente desafía los mitos arraigados en el cerebro de los cirujanos.

2. Muchos de los artículos ni siquiera mencionan el nombre del país, lo cual hace muy difícil encontrarlos y de paso disminuye de forma espuria la influencia de la cirugía colombiana en el mundo. Los cirujanos colombianos que tienen la fortuna de salir del país a realizar estudios o entrenamientos con el patrocinio de una entidad nacional y terminan publicando los resultados de estudios hechos en el exterior pero con participación de cerebro y mano de obra nacional, olvidan su institución y su país cuando de publicar se trata. Esta tendencia es contraria a lo que se ve comúnmente en artículos americanos y europeos, donde uno de los autores que no pertenece de base al grupo que publica el artículo, siempre menciona su lugar de origen, al mejor estilo de las competencias de automovilismo mundial. Si no fuera por esa sana costumbre, cada vez que viéramos a Juan Pablo Montoya correr no veríamos la bandera colombiana sino la de Inglaterra.

Como el país no se menciona, dichos artículos terminan haciendo parte del acervo de otros países y el efecto final es que el exiguo número de artículos de autores colombianos es aún menor.

3. Muchos de los artículos incluidos son de cirujanos formados en Colombia que luego emigraron; esto es a la vez un orgullo y un llamado de atención. Un orgullo, porque demuestra la capacidad excepcional de los cirujanos formados con pocos recursos tecnológicos en nuestras escuelas, capaces de competir de igual a igual con profesionales de otros países que tuvieron todas las posibilidades para desarrollarse, y aun así sobrepasarlos; orgullo de ver nacionales al lado de los grandes maestros de la cirugía contemporánea, mostrando su creatividad y capacidad científica.

Llamado de atención, porque queda la pregunta de si ¿es necesario irse del país para producir conocimiento quirúrgico de alta calidad? Los dos ejemplos mencionados en este artículo demuestran que los colombianos tenemos la suficiente capacidad para generar buen conocimiento en cualquier lugar del mundo.

¿Será que en nuestra tierra no somos tan disciplinados y organizados como lo son en otros países más desarrollados?

Probablemente esto tenga mucho que ver. Los grupos de otros lugares, incluso del tercer mundo, como ocurre con nuestros vecinos mexicanos y brasileños, han puesto en práctica la cultura de hacer, presentar y publicar propia de americanos y europeos y con este cambio han logrado un aumento exponencial en el número de artículos publicados.

En Colombia todavía estamos en pañales en la fase de presentar y ni siquiera hemos salido del primordio en la fase de publicar. ¿Será que en el exterior, nuestras ideas recursivas producto de la necesidad existente son tenidas más en cuenta que en Colombia? Como dice el refrán popular, “nadie es profeta en su tierra”. Muchos son los ejemplos en otras áreas de la medicina y del conocimiento que han hecho que genios se conviertan en cerebros fugados porque aquí no existe espacio para las ideas nuevas y poco ortodoxas, que generalmente son las que traen grandes transformaciones.

En nuestra querida patria, a veces somos más papistas que el papa y lo único válido es lo que viene del norte, sin importar que los resultados demuestren que lo que hacemos lo hacemos mejor que lo recomendado en libros y revistas. Sólo comenzamos a pensar en eso, cuando alguien que habla un idioma diferente y vive en un país desarrollado decide creer en lo que nosotros deberíamos defender. Así que una vez afuera, las ideas “descabelladas” que llevan los cirujanos nativos se convierten en nuevas estrategias o alternativas para resolver un determinado problema.

4. Las publicaciones son el resultado de un trabajo constante y conjunto. Los ejemplos de grupos locales como el de Cirugía de la Fundación Santa Fe de Bogotá y su dedicación a las infecciones y la nutrición, de Cirugía de la Universidad de Antioquia y su dedicación al trauma y a los trasplantes, de Cirugía de la Universidad del Valle y su dedicación al trauma, etc., confirman lo que ya hace muchos años otros grupos quirúrgicos de renombre practican a diario. Esas publicaciones no salieron de la noche a la mañana porque un día de poco afán a alguien se le ocurrió sentarse a escribir una historia.

Detrás de eso existe una organización y unas personas dedicadas a hacer, presentar y escribir para publicar sus resultados, a no dejarse ganar de los cinco centavos que a todos los demás nos suelen hacer falta. Algunas veces se escuchan quejas de colegas que mandaron un manuscrito y fue rechazado, alegando que la publicación es una mafia. Y en el fondo tienen razón; es la mafia de la perseverancia que hace que un autor hoy desconocido, en cinco años tenga relevancia mundial, pues no se dejó amedrentar con el primer rechazo y siguió intentando publicar hasta lograr su objetivo.

Se necesita disciplina para publicar, la misma que se necesita para hacer el trabajo. Se necesita práctica, igual que cuando se opera. Se necesita ayuda de alguien que ya sepa cómo publicar así como ocurre cuando se aprende a conducir. No se pueden esperar resultados espectaculares en el primer intento ni siquiera en la lengua materna. Por eso hay que hacer y rehacer varias veces hasta obtener un producto de buena calidad.

5. Es necesario resaltar nuestros logros, reconocerlos e incentivarlos, tanto o más que los de autores de otros países. A veces es sorprendente observar colegas que se impresionan cuando ven un artículo de un autor colombiano en una revista internacional. Es como si hubieran visto a Dios o a algún fantasma. Pero la mis ma impresión no ocurre si se trata de un chileno, un peruano, un mexicano, un brasilero, un tailandés, etc., que están en las mismas condiciones nuestras. ¿Por qué la diferencia? Es que algo tenemos los colombianos que no merecemos que nos publiquen nuestros trabajos. Y es más sorprendente escuchar comentarios desalentadores, cuando no destructivos, que tiene que soportar el colega que publicó, como si publicar fuera motivo de vergüenza. Algunos dicen que quien publicó tiene “palancas” que le ayudaron, otros que el trabajo es puro fraude, otros que lo publicado no tiene nada de importante, etc. En el peor de los casos, es advertido que próximamente será enviada una carta al editor develando todos los artificios utilizados para llegar a esos resultados.

El ideal sería que todo aquel que haya tenido la fortuna de ver publicado su trabajo recibiera un reconocimiento público, se le invitara a los congresos en calidad de expositor, se hiciera una reseña del artículo en medios locales y se le otorgara algún tipo de beneficio por haber logrado alcanzar la meta obligatoria que todos deberíamos conseguir a diario. He visto colegas que tienen más reconocimiento fuera que dentro de Colombia y he oído a extranjeros hablar de compatriotas que escasamente sé dónde trabajan y de quienes nunca me imaginé que tuvieran tanta relevancia mundial.

No conozco al doctor Sarmiento, pero pienso que debería ser un invitado permanente al país para que nos enseñe de cirugía gastrointestinal. Conocí al doctor Timaran cuando yo era interno y él residente en el Hospital San Juan de Dios de Bogotá, nunca más lo volví a ver y creo que tiene mucho que decirnos de cirugía vascular.

Me gustaría, y creo que muchos cirujanos también, escuchar más a menudo a Carlos Morales, José Félix Patiño, José Pablo Vélez, Francisco Henao, Rodrigo Castaño, Abraham Lechter, Humberto Aristizábal, Rafael Mora, Bernardo Ochoa, Ricardo Ferrada y demás cirujanos que tienen artículos publicados internacionalmente, hablar de su experiencia durante los espacios más importantes de los eventos científicos quirúrgicos del país, no sólo de la realización de trabajos, sino más en profundidad, de cómo lograron vencer esa barrera a veces infranqueable de publicar fuera del país.

Finalmente, es una responsabilidad de los cirujanos colombianos poner el nombre de la cirugía colombiana al nivel de los centros más importantes del mundo. Eso sólo se consigue trabajando, tal como se ha hecho durante muchos años, pero también mostrando lo que hacemos, lo cual se ha cumplido sólo por unos pocos. Parafraseando a uno de mis maestros paisas, es importante recordar que “la corbata no es la que sabe, pero ayuda”, queriendo decir que además de hacer, hay que mostrar lo hecho.

Correspondencia:
ÁLVARO SANABRIA, MD
Correo electrónico: alvarosanabria@gmail.com
São Paulo, Brasil

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