Reseñas Bibliográficas, “Ideas de Vida y Muerte”

Un Comentario al Libro del Académico Adolfo de Francisco Zea

Académico Guillermo Sánchez Medina

Obra Ideas de vida y muerteAgradezco a la vida el haberme dado la oportunidad de ser elegido para comentar este libro. La elección la hizo el autor y el Presidente. De lo profundo, mi gratitud.

Acepté el reto de comentar la obra Ideas de vida y muerte del doctor Adolfo De Francisco Zea. Lo hago con el afecto de más de cincuenta años, pero, además, con la admiración y respeto que me merece.

No puedo desprenderme de sus propias palabras con respecto a su abuelo el doctor Luis Zea Uribe, no solamente por su paralelo físico sino en toda su cultura y lucidez, y, como él mismo escribe que Armando Solano lo señalara: “…penetrante hasta lo maravilloso”.

Pienso que es indudable que la ordenación del código genético entre el abuelo y el nieto son evidentes por medio del pensamiento y obra del académico De Francisco.

El autor, ve el árbol y el bosque con inquietudes personales y campos especializados que nos conducen a formar una propia cosmovisión y conciencia.

Sigo los consejos y recomendaciones que daban los ancianos a los jóvenes en el escrito de Las enseñanzas atribuidas a Kagémnj, muerto 2.700 años a.de J. C. el cual dice: “Nadie nace sabio y el que sabe no debe ensoberbecerse: el fondo del conocimiento es inaccesible; una buena palabra sabia es más rara que la esmeralda… y quien es diligente en obedecer a su tiempo sabrá mandar”. Eso es lo que trataré de hacer en estos minutos.

La obra que hoy comento después de la introducción, tiene nueve capítulos, 206 citas bibliográficas, con autores que coincidencialmente han sido estudiados por el comentador y citados en un trabajo que posiblemente sea algo, o en una parte, paralelo a lo comentado.

Las temáticas desarrolladas por el autor, se generan desde las aparecidas en 1972 con el planteamiento del “pensamiento mágico de la medicina moderna”, seguido por el de “la nueva medicina china”; seis años después el autor escribe La medicina en el renacimiento español y nueve años más tarde El hombre frente a la muerte.

Luego escribe sobre la multicausalidad de la violencia desde lo psicosocial a lo económico y antropológico, así como a la decadencia de los valores culturales. (Ver: Reseñas Bibliográficas: “De Genes y Gentes”, Libro del Académico Jaime Eduardo Bernal Villegas)

El pensamiento del autor en ese entonces 1994 seguía preocupado por las ideas de vida y muerte en las culturas orientales y americanas, así como de las relaciones de médicopaciente para llegar al año 1999 en su impactante escrito Evolución vida, cuerpo y mente.

Ese es cronológicamente la producción temática del autor quien hizo una ordenación coherente, la cual se inicia con un epígrafe de Shakespeare cuando se refiere al hombre y pone a decir a Hamlet: ” !Qué obra maestra es el hombre! !Cuán noble por su razón! !Cuan infinito en facultades! En su forma y movimientos, !cuan expresivo y maravilloso!

En sus acciones, !Que parecido a un ángel!… !La maravilla del mundo! !El arquetipo de los seres! Y, sin embargo, ¿qué es para mí esa quinta esencia del polvo?”. Termina la obra con una frase de un poema de Mao Tse Tung que dice “¿Quien puede juzgar lo bueno y lo malo que tú has hecho en estos mil otoños?”. ¿Será que puedo decir lo mismo del autor y de su obra?.

Qué fácil es leer y qué difícil es escribir bien, y más laborioso aún traer la síntesis del pensamiento de muchos y aportar nuevas ideas profundizando e interrelacionando un concepto con otro. Cada frase del autor nos lleva a examinar y reflexionar sobre muchos hechos y aconteceres de la historia de la humanidad.

Al estudiar la obra, nos encontramos que sigue las cuatro preposiciones de la lógica matemática (es, de, un, con) y las nueve proposiciones con que el pretor romano aplicaba la justicia (qué, porqué, para qué, quién, cómo, cuándo, cuánto, cuál, dónde); todo esto equivale a un equilibrio y método de su pensamiento.

En la obra del autor se perciben grandes y profundas vivencias de lugares y hechos en sus diferentes viajes por América, Europa y Oriente lo que da origen a distintos cuestionamientos. Este libro no sólo es de un médico culto sino de un conocedor de las profundidades del ser humano; es una obra para humanistas.

Este comentario no incluye el análisis pormenorizado de la obra en sus diferentes capítulos, más cuando cada pensamiento del autor tiene el bagaje filosófico propio y de muchos que se expresaron en diferentes formas y épocas de la historia; de ahí la multiplicidad de referentes y a la vez de atractores para cualquiera de nosotros.

Solo intentaré, modestamente, dejar consignado aquí y ahora, uno de los residuos y modelos que me dejó su pensamiento.

En primer lugar mi atención se dejó llevar por su ya bien conocido estilo del manejo de la lengua, para luego ir al fondo y trasfondo, o lo que llamamos en psicoanálisis el contenido manifiesto y latente; en este último me he detenido varias veces y de una u otra forma me encuentro con la trascendencia del ser en el cosmos, y las manifestaciones que el hombre ha hecho para explicarse e interpretar uno u otro hecho con la esperanza de prolongar la existencia.

El autor nos trae una serie de ideas sobre vida y muerte desde lo simple a lo complejo, de lo mágico a lo real, de lo profundo a lo sagrado, del pasado remoto arcaico sumergido al presente emergente en la incertidumbre, de la fantasía a lo trascendente humano, del amor y el respeto a la vida a la violencia destructora, de la confusión y caos al orden individual y colectivo masculino y femenino, de lo incógnito imaginario a lo representativo simbólico y creativo, de lo regresivo a lo progresivo y viceversa con los cambios de valores colectivos y modernos. Todo este discurso y pensamiento del autor, tienen una forma, un fondo y un trasfondo.

Entendemos que éstos implican el ciclo de vida, el que tiene sus armonías, también configuradas por el principio y fin, no sin pasar por la complejidad, y caos con todas las aleatoriedades.

El fin implica un cese de la organización y ordenación de potenciales energéticos y toda la posibilidad de la configuración sensoperceptiva. Sin embargo, la muerte y la vida pueden aparecer con las imágenes perceptuales y fantásticas del mundo imaginario, en ocasiones monstruoso-persecutorio, y otras, que nos llevan a la contemplación placentera sublime.

Todos tenemos en algún momento estas clases de fantasías con escenarios diferentes; así mismo, reaccionamos como espectadores o como actores ante las imágenes creadas; es así, como se juega con la imaginación para manejar el tiempo más allá de la vida, volviéndonos de alguna manera inmortales en forma espiritual, o, en la obra biológica, social, científica o artística la que nos conduce a lo solemne, a lo misterioso y asombroso de cada cual.

Desde el punto de vista personal pienso que la misma vida y naturaleza tienen sus procesos de ordenamiento. Los cambios físico-químicos, se producen por una actividad de diferencia de cargas energéticas, las que ordenan y desordenan la morfología molecular; esa actividad y esa reordenación progresiva, con un fin de conformación unitaria independiente, es la base de la vida (bios).

Se entiende que esa unidad tendría la capacidad de reproducirse con funciones y potenciales de intercambio. En la práctica, los genes, o mejor las estructuras moleculares genéticas, tienen esos potenciales que son los responsables de construcción de otras moléculas, cada vez más organizadas para llegar el ser humano a su ciclo vital.

El ciclo de vida tiene sus armonías también configuradas por el principio y fin, no sin pasar por la complejidad y caos con todas las aleatoriedades. El fin implica un cese de la organización y ordenación de potenciales energéticos.

Ocurre que el ser humano en su arrogancia desea omnipotente, omnisapiente y narcisísticamente prolongar la existencia construyendo nuevos ordenamientos y programas; aún más se piensa hoy día en la construcción de hombres máquinas y así no se llega al fin del ciclo que produce angustia la que nos sitúa ante la nada e incluye el no sentir, el no pensar o tener consciencia, y el no actuar.

A la nada el ser humano desea controlarla en el aquí ahora.

La muerte puede aparecer con las imágenes perceptuales y fantásticas del mundo imaginario, en ocasiones monstruoso-persecutorio, y otras que lo llevan a la contemplación placentera sublime. Otro aspecto sería la inmortalidad corporal de la fantasía que ninguna psiquis toleraría, porque equivaldría a vivir un continuo duelo y una ansiedad perenne, pues él mismo sería infinito.

De una u otra manera, el hombre ha evolucionado para llegar al amor, a la vida, a pensar en el más allá de la misma, y a la vez a pronunciarse con respecto a la muerte, a tener una actitud ante esta última, la que se ha convertido en una fuerza y en un poder como contradicción de la vida; sin embargo, ambas están en el todo, del ser humano.

Si pensamos que de lo inanimado se pasó a lo animado a través de diferentes procesos, también se deduce que el ciclo no se termina sino que llega nueva o repetidamente o lo inanimado; es entonces cuando el psicoanálisis estudia los dos instintos, el de creación (eros-amor) y el de destrucción (tanatos-muerte); uno y otro actuarían alternativa y repetitivamente en forma activa y pasiva. Es así como Freud llegó a la postulación de su modelo dual de instinto de vida e instinto de muerte, luchadores entre sí, y posiblemente uno al servicio del otro.

Si el Eros (amor, creación, vida), mantiene unido todo lo animado, el tanatos (muerte) hace lo contrario, es decir, lo desune lo conduce a lo inanimado.

Si aceptamos que la vida tiene la programación genética para su fin, y que en el fin existe un cambio y una transformación molecular que desintegra toda esa organización maravillosa biofisiológica, para pasar de lo orgánico a lo inorgánico, en el que impera la ley de la separación constante y del movimiento, podremos entonces llegar a comprender no solamente el tránsito de un estado a otro, sino la fascinación de estar vivos, de poder pensar, percibir, sentir, actuar y así también en el transito de la vida vivir mejor, tener una mejor calidad de vida aceptando la muerte más allá del temor.

La misma definición de vida y muerte, nos lleva a pensar en la fuerza interna, en un estado de actividad, en seres orgánicos, en unión, espacio y tiempo, nacimiento y muerte; por lo tanto, nos conduce a pensar en el principio y en el fin de las organizaciones psicobiológicas en el ser humano dentro de una témporoespacialidad.

He aquí otra maravillosa sensación de estar vivos, sintiendo y percibiendo para ser conscientes de nuestras propias vivencias, que se conectan en nuestro mundo interno, pasado, presente y el porvenir en la que se incluye todo lo mágico.

Lo mágico también puede atraer, por encontrarnos con un nuevo orden, cualquiera que sea; es así como los atractores físico-químicos, biológicos o psicosociales nos fijan la atención y nos ubican en espacios mentales de claro conocimiento; es por esto por lo que a la vez, es posible que cada ordenamiento científico presentado sirva como atractor, y, de la misma manera, nos calma la ansiedad producida por el desorden. Es así como en el aquí-ahora nos encontramos con una obra que nos lleva al orden y de ahí el poder del conocer o del conocimiento.

El acto que está ocurriendo en este momento, en este recinto, también es un acto mágico solemne, de igual manera que cuando se presenta cualquiera de los trabajos científicos, por que en nuestro pensamiento está la magia y la omnipotencia del conocimiento, de lo descubierto, de los procesos de causalidad, a través de la historia, hasta llegar a predecir el futuro de la vida y de la muerte en todas sus interacciones, no sólo para el diagnóstico, sino para el tratamiento y prevención de la enfermedad y del dolor, para curar o para tratar paliativamente y para darle un orden funcional adecuado al Yo psíquico y corporal.

La palabra, y/o mejor el pensamiento mágico, por más maduros que seamos, está presente en rincones escondidos o sólo en instantes únicos que se observan en los sueños diurnos o nocturnos, por que de alguna forma todos deseamos tener algún control del otro y/o del afuera.

Es así como llegamos a explicaciones, algunas acertadas y otras no; de ahí también la incertidumbre, más aún, cuando todo lo humano está teñido de lo objetivo y subjetivo con todos sus referentes y atractores con los cuales también podemos identificarnos, con o sin arrogancia narcisística, más allá o más acá de las pruebas de la evidencia, porque ellas quedan atrás por la misma complejidad de fenómenos físicos, psíquicos y sociales, con el azar que implica esta oportunidad de vivir.

¿Cómo el autor ordenó y descubrió el conocimiento y cómo creó su pensamiento cronológicamente? ¿Para qué y por qué? ¿Siguió las cuatro preposiciones de la lógica matemática, (es, de, un, con)? o ¿están presentes ¿las nueve proposiciones con que el pretor romano aplicaba la justicia (qué, porqué, para qué, quién, cómo, cuándo, cuál, cuánto, dónde)?

Las últimas preguntas tienen una respuesta afirmativa. Las otras respuestas parten de una tendencia del ser humano a encontrar un ordenamiento que es, en parte, el nous o el ordenador de Anaxágoras (500 a. de J. C.) y previamente los planteamiento de Heráclito con la “unidad de contrarios”; aquí en este caso, son las ideas de vida y muerte.

La obra del doctor De Francisco es magistral, condensa la naturaleza organizada y ordenada en sus interrelaciones biológicas, para llegar al hombre en su Yo corporal, psicológico y social en un contexto evolutivo científico, histórico, cultural con el centro e hilo conductor en el desarrollo de las ideas de vida y muerte para lo cual se sumerge en las ideologías, en las creencias, en la religión, y en el encuentro del sí mismo, en la vida y en el más allá, para así también conocer qué se es.

Plantea la cosmogonía del tiempo sin luz en la oscuridad y negro de la noche o transita de la muerte a la luz del Sol y de la vida; se ocupa de la aparición del hombre y este como héroe, príncipe que hace la leyenda, el mito, para llegar a la creencia de los dioses. El autor nos trae el mundo de Oriente, el budismo, el hinduismo, el islamismo, a Cristo, Mahoma, Buda, Confucio, y así llega en una ordenación integrada del conocimiento para llegar a lo médico-antropológico.

Casi treinta años han transcurrido en la mente del autor, quien fue descubriendo el conocimiento, ordenándolo, realizando en la urdimbre la trama o el tejido del conocimiento, con la interrelación de todo lo conocido y de lo por conocer, del medio ambiente, del hombre y su cultura; de tal manera, sus necesidades se fueron satisfaciendo de forma paulatina a medida que recibía las informaciones, no solamente de las lecturas sino de sus propias vivencias.

Así mismo, satisfizo su curiosidad investigativa, su estudio y reflexión con un método, preguntándose y respondiéndose dónde, cuándo y quienes fueron los que produjeron los diferentes pensamientos y hechos, así como la crítica de los mismos.

Son múltiples los puntos científicos referenciales con sus distintas perspectivas, desde lo físico-químicobiológico, los elementos químicos básicos para conformar las moléculas de nucleótidos, el ARN y ADN para conformar estructuras disipativas y el pensamiento, hasta las organizaciones psico-socioeconómicas, en las diferentes épocas de la historia.

El autor se preocupa por ubicar témporo-espacialmente los eventos; de tal manera, que la historia es concebida como una construcción no del azar sino de la interacción de acontecimientos; nos lleva a conocer mejor la concatenación de los mismos descubrimientos en las diferentes áreas del planeta; sin embargo, queda la incertidumbre y hasta cierto punto cierto azar, que también puede llegar a tener sus leyes dentro de la selección natural en la que se produce el cambio y la evolución.

Es así como Adolfo De Francisco rastrea al ser humano en sus dificultades y épocas para crear un nuevo pensamiento y darle la posibilidad de reparar al otro y cómo con la creatividad establece un nuevo orden.

Plantea el autor la conformación química para llegar a la molecular y biológica, a la aparición del hombre, los hechos humanos, la recolección, la vida nómada, la delimitación y posesividad de los espacios especialmente en las culturas de Mesoamérica, al juego como un combate de la cosmogonia, la defensa del territorio, la caza, la agricultura, el comercio, la guerra, los entierros con ofrendas florales, la construcción de tumbas y lugares subterráneos, las casas, los monumentos, los templos, las estatuas, cerámicas y la aparición paulatina de los colores en las pinturas.

En el capítulo sobre las culturas orientales el autor, deja entender cómo el hombre tiene una necesidad de religarse (volverse a ligar) en un credo, norma, por miedo, temor y necesidad de obediencia a algo compartido (creencia) que se convierte, con los rituales, en ideologías e instituciones religiosas con consciencia, sentimientos, motivaciones y pensamientos y así con un poder.

El autor penetra en la intimidad del mito, en su representación para llegar a lo sagrado histórico y así a la existencia humana en lo solemne de la vida y de la muerte, del espíritu y el más allá.

Deja la obra una conciencia y una posición con intención, y una concepción significativa del ser ante la vida y la muerte… para llegar a un sentir y un pensar en vivir, y no caer en la nada en vida; de tal manera, el caos, la entropía en la mente, no existiría por que el desorden sería tal que ni la misma concepción o el pensar no se daría.

La posibilidad de darse, de seguir viviendo en un ente integrado nos permitiría sentir la vida. El sentido de la muerte, el sentimiento de culpa y la necesidad del traspasar la puerta del perdón (por la desobediencia, la rebeldía, el rechazo, el abandono) nos llevarían también a la necesidad de creer en el más allá como la esperanza, el consuelo a la nada, por que aquel (el perdón) no es otro que el don de saber perder y renunciar y seguir adelante ante el encuentro con el sí mismo.

La visión en la oscuridad y aún de la nada existiría en la posibilidad, pero no en la percepción consciente, puesto que allá en el infinito, la existencia está, más no la vemos.

Como complemento a las múltiples ideas que surgen con respecto a la actitud violenta y de muerte en nuestro medio, pienso que en Colombia hay una rebeldía contra lo que se supone el destino, el cual no se acepta porque el horizonte es quebrado e impredescible como su ecosistema.

De ahí también la ambición y el deseo de seguir adelante, de no someterse sino de luchar y seguir el camino de la esperanza en que se encontrará algo diferente, que dé placer en el más allá, como lo postularon las culturas precolombinas y las hispánicas religiosas.

La esperanza para algunos se acaba con la muerte, para otros los bien aventurados, es la paz eterna en donde no hay contradicción, confusión y caos sino la unión con el todo; ésta última sería su explicación, su recurso o solución ante el punto cero (0) y la nada.

Actualmente, existe la necesidad del facilismo e inmediatismo para adquirir modelos y cambios socioeconómicos, y así tener el poder adquisitivo de objetos con el desequilibrio de valores culturales, y con ello las necesidades de encontrar fácilmente modelos superficiales y cambiantes de identificación con personajes de las imágenes visuales y acústicas, que son atractores de modelos tropicales o grotescos, y algunas veces importados, en nuestro ambiente.

Si antes existía la esclavitud al pensamiento mágico omnipotente, hoy día hay predominancia de la tendencia a la omnisapiencia en la técnica y en la evidencia de pruebas concretas, y, dentro de todo esto, la socialización y la economía en la práctica médica, volviéndonos nuevamente esclavos del tiempo de la eficacia y la rapidez en logros, lo que equivale a dinero olvidándonos del ser y de su tiempo.

El autor nos trae todas esas ideas de antaño, como una lección para recordar que todavía podemos aprender del conocimiento simbólico del pasado (arcano), y pasar de lo estéril a lo fuerte o de la pobreza a la fecundidad y riqueza vital. Es así como nos trae la muerte, como otra manera de gestación de la existencia, igual a lo que ocurre en cada noche, que le sigue un nuevo día ¿Qué me dejó al final el libro?

La respuesta fue la maravillosa experiencia de haber viajado en el tiempo, haber recorrido espacios físicos de Oriente y Occidente, de Mesoamérica, y haber entrado en los espacios mentales mágicos, míticos, ideológicos y espirituales, los bioquimico-físicos y antropológicos para conocer algo más allá de lo histórico con paradigmas cambiantes. Me dejó con muchas respuestas construidas y otras por responder.

Me dejó la mejor de las curiosidades, la de volver atrás y mirar adelante, de rastrear los pasos dados y andar por un camino en donde todos transitamos: la vida y la muerte, en un todo no piramidal, sino circular y helicoidal que nos lleva al cosmos y luego nos deja en un aquí-ahora, conscientes que estamos vivos, y con la consciencia trascendente de la misma vida; es por todo esto, por lo que recomiendo a todos leer esta magnífica obra, para volver a pensar, sin temor a sentir el placer de estar vivos y de enfrentarnos sin angustia a la muerte en vida.

Termino, como inició el autor, con unas frases de Hamlet de Shakespeare que dice: “!Ser o no ser: he aquí el problema! … !Morir …, dormir; no más! !Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y a los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne!… !Morir… dormir! !Dormir!… !Tal vez soñar! !Si, ahí está el obstáculo! !Porque es forzoso que nos detenga el considerar qué sueños pueden sobrevenir en aquel sueño de la muerte, cuando nos hayamos librado del torbellino de la vida! !He aquí la reflexión que da existencia …”.

Gracias doctor Adolfo De Francisco, por este regalo que es su pensamiento.
!Gracias¡

CLIC AQUÍ Y DÉJANOS TU COMENTARIO

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *